En medio de las muchas críticas hacia la historia de los Santos de los Últimos Días, ocasionalmente emergen relatos que merecen una segunda mirada.
Uno de esos relatos involucra una profecía poco conocida de José Smith que se cumpliría con una precisión impresionante, décadas después de su muerte y sin intervención alguna por parte de los miembros de su Iglesia.
Un miembro de la Iglesia, acostumbrado a responder a críticas contra su fe, fue invitado por un joven evangélico a leer un ensayo de un predicador radial. Aunque había decidido no seguir leyendo literatura anti-Santo de los Últimos Días tras años de encontrar argumentos repetitivos y deshonestos, aceptó leerlo por cortesía.
En el proceso, encontró una afirmación que le pareció increíble: el autor aseguraba que Orson Hyde nunca había ido a Jerusalén. Esa mentira flagrante lo llevó a verificar la fuente citada… y allí, inesperadamente, encontró algo mucho más fascinante: una profecía de José Smith sobre la guerra civil estadounidense, registrada por un no Santo de los Últimos Días.
Doniphan y la advertencia profética

En 1902, Junius Wells —editor del Improvement Era— se reunió con Leonidas M. Lawson, cuñado del general Alexander Doniphan, un abogado prominente que defendió a José Smith en Missouri en los años 1830.
Lawson estaba preparando una biografía de Doniphan y compartió una historia que nunca había sido publicada.
Según relató, durante una visita que le hizo a Doniphan en 1863, justo después de la devastadora Orden Nº 11, el general le contó una experiencia con José Smith. Años antes, Smith fue llevado desde la cárcel a la oficina de Doniphan para preparar su defensa legal.
Mientras conversaban, un hombre entró a ofrecer un terreno en Jackson County como pago de una deuda. Doniphan dijo que consultaría con su socio antes de aceptarlo. Al irse el visitante, José Smith que había escuchado todo, le hizo una advertencia:
“Doniphan, te aconsejo que no aceptes ese terreno de Jackson County. La ira de Dios cuelga sobre ese lugar. Su pueblo ha sido expulsado con crueldad y vivirás para ver el día en que será barrido con fuego y espada. El Señor lo devastará. Las casas y granjas serán destruidas, y solo quedarán las chimeneas para marcar la desolación”.
Décadas más tarde, Doniphan vio cumplirse esas palabras al pie de la letra.
La devastación bajo la Orden Nº 11

La profecía se cumplió en 1863 cuando el general Thomas Ewing, en respuesta a la actividad guerrillera confederada, emitió la Orden Nº 11. Esta orden forzó la evacuación de todos los civiles de Jackson, Cass, Bates y partes de Vernon County, en Missouri. El ejército destruyó comunidades enteras, quemando casas y granjas.
Junius Wells decidió confirmar esta historia y escribió a A. Saxey, un juez que había servido como soldado de la Unión en Missouri. Sin mencionar la profecía, le preguntó sobre la condición del área tras la orden. Saxey respondió:
“Fuimos por el río Blue. Encontramos casas, establos y graneros quemados. No quedaba nada más que las chimeneas, que en esa época se construían por fuera de las casas.”
Testimonios históricos coincidentes

El testimonio de Saxey no es único. Hay múltiples relatos históricos que describen lo mismo: mujeres y niños huyendo con lo poco que podían cargar, casas ardiendo en el horizonte, y columnas de humo marcando el paso del ejército. Una crónica de la época describe:
“La carretera de Independence a Lexington estaba llena de mujeres y niños llorando. El fuego lo había consumido todo. Lo único que quedaba eran las chimeneas. Muchos hombres fueron ejecutados mientras intentaban obedecer la orden.”
Otra fuente menciona caravanas de refugiados con carros llenos de pertenencias mientras las llamas consumían sus hogares. Esta región pasó a ser conocida como The Burnt District (el distrito quemado), y aún décadas después, los restos carbonizados de las chimeneas seguían en pie como único vestigio de lo que alguna vez fue.

Incluso ilustraciones artísticas del periodo muestran las chimeneas solitarias como símbolo de la desolación, cumpliendo visualmente la profecía de Joseph Smith.
Este relato, transmitido por personas ajenas a la fe, destaca no solo por su precisión profética, sino por su contexto: una advertencia privada, no publicada, hecha a un abogado no Santo de los Últimos Días, y registrada muchos años después solo porque el cumplimiento fue tan exacto que merecía contarse.
La historia de Jackson County nos recuerda que hay momentos donde la voz de un profeta resuena más allá de la religión, más allá del tiempo, y más allá de los prejuicios. A veces, basta con mirar a esas chimeneas solitarias para recordar que no todo en la historia sagrada es leyenda.
Fuente: Called To Share
Estoy orgullosamente feliz de saber con cada fibra de mi ser que José es mi realmente fue el profeta la restauración que tradujo el libro Mormón por inspiración divina y que por medio de él se estableció nuevamente el reino de Dios sobre la Tierra