Nota del editor: El siguiente es un artículo de opinión, son solo mis impresiones y las de algunos otros miembros de la Iglesia de Jesucristo. No deseo generar malos entendidos o sentimientos de ansiedad o tristeza.
Hace menos de un mes, el 9 de septiembre para ser más exactos, durante el cumpleaños del presidente Russell M. Nelson agradecía al Padre Celestial por tener un profeta y porque puedo sentir su amor a través del profeta.
Cuando este fin de semana de Conferencia General, noté que había utilizado una silla para apoyarse mientras estaba en el púlpito, traté de no alarmarme y me dije a mí misma: “Bueno, el profeta acaba de cumplir 98 años y aunque se nota que goza de buena salud, necesita ir al ritmo y las precauciones propias de su edad”.
Este temor desapareció mientras publicaba la foto de él y su esposa dándose un tierno beso. Volví a meditar y le dije a mi esposo: “Nunca eres demasiado mayor para demostrar cuánto amamos a nuestros seres queridos”.
Sin embargo, mientras terminaba la 4 sesión de la Conferencia General, noté una escena que me conmovió el corazón: Vi la forma en la que muchos líderes y sus respectivas esposas miraban al profeta, y aunque solo es mi percepción, sentí en sus miradas como si se estuvieran despidiendo…
Este sentimiento regresó y fue más fuerte mientras pronunció las siguientes últimas palabras con los ojos llorosos: “Los amo. Que Dios esté con ustedes hasta que nos volvamos a reunir” e inmediatamente el Coro del Tabernáculo cantó “Para Siempre Dios esté con Vos”. En ese preciso momento, las lágrimas recorrieron mis mejillas, tenía sentimientos encontrados.
Por un lado mi corazón rebozaba de alegría y gratitud por que la Iglesia de Jesucristo estaba alcanzado los 300 templos en todo el mundo pero por otro lado sentía que el profeta, mi abuelo Nelson, como él pidió que lo veamos y lo llamáramos, se estaba despidiendo.
Lo que puedo hacer por el profeta
Si fue una despedida o no, creo que el profeta jamás desearía que estemos tristes ahora, esta mañana él dijo enfáticamente: “Mis queridos hermanos y hermanas, muchas cosas maravillosas están por venir”.
Lo mejor que podemos hacer es ya no pensar en cuándo, cómo o por qué el profeta puede dejar esta tierra. Pienso que ahora nuestro amado profeta está esperando que meditemos y sigamos cada una de las lecciones que él nos ha dado este fin de semana.
Y antes de concluir con esta artículo de reflexión, les recuerdo una de las bendiciones que hoy derramó sobre nosotros:
“Los bendigo para que vean las necesidades de quienes los rodean y fortalezcan a quienes aman”.
Mientras nos esforcemos por ayudar, amar y fortalecer a nuestra familia y nuestro entorno, estaremos venciendo al mundo caído como el presidente Nelson espera que lo hagamos y nos mantenernos dignos de entrar al templo.
¿Qué harás tú para seguir y sostener al profeta?