En un día primaveral de 1970 en Atlanta, Georgia, Janice Hylton y su esposo, Vivian “Bud” Hylton, salieron del edificio de la Iglesia con sus hijos pequeños tras su bautismo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Mientras caminaban hacia el auto, Bud le dijo a su esposa con convicción:
“Algún día serviremos una misión”.
Y así lo hicieron.
A lo largo de su vida, la pareja sirvió en cuatro misiones de tiempo completo. Tras el fallecimiento de su esposo en 2020, la hermana Hylton decidió que su deseo de servir aún no había terminado. Ahora, con 89 años, ha concluido su quinta misión, esta vez en la Misión de la Sede de la Iglesia en Salt Lake City, Utah.
Una fe que sigue creciendo
El impacto de su servicio también ha alcanzado a su familia. Créditos: Tess Crowley, Deseret News
Durante esta última misión, la hermana Hylton ha trabajado como evaluadora médica para misioneros mayores y como instructora de enfermería en Ensign College. Para ella, cada experiencia misional ha fortalecido su testimonio. La hermana expresó:
“Cada misión ha fortalecido mi testimonio. En esta también. Es increíble. Trabajo con personas extraordinarias, con parejas y hermanas mayores que están ansiosas por servir. Sus testimonios han fortalecido el mío”.
El impacto de su servicio también ha alcanzado a su familia. Sus cinco hijos, 21 nietos y cuatro bisnietos han sido bendecidos por el ejemplo de dedicación de los Hylton. Ahora, una de sus nietas se está preparando para partir en su propia misión.
Un llamado que la inspiró a seguir
La hermana Hylton decidió que su deseo de servir aún no había terminado. Créditos: Janice Hylton
Tras el fallecimiento de su esposo, la hermana Hylton no tenía planes inmediatos de servir nuevamente, pero eso cambió cuando escuchó el discurso del élder Ronald A. Rasband en la conferencia general de octubre de 2023.
“Como Apóstol del Señor Jesucristo, les pido que sirvan como misioneros en la recogida de Israel y, tal vez, incluso que sirvan de nuevo. Los necesitamos”.
Sus palabras resonaron profundamente en la hermana Hylton:
“Escuché al élder Rasband hablar sobre los misioneros mayores y cuánto se les necesitaba. Pensé: ‘¿Por qué no? Puedo hacerlo. He sido bendecida con buena salud y energía, así que sí, puedo hacerlo’”.
Y así lo hizo. Con entusiasmo y determinación, decidió emprender una nueva misión, demostrando que el servicio al Señor no tiene edad y que siempre hay oportunidades para compartir el evangelio y bendecir vidas.
Fuente: Church News
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