La obra misional en sus venas, pero —sobre todo— en su corazón.
Los 3 hermanos Hatch y sus esposas habían decidido servir como misioneros mayores para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero jamás imaginaron que iniciarían su capacitación en la misma semana.
Y mucho menos que podrían continuar la labor de proselitismo que comenzaron sus bisabuelos.
Los 6 presentaron sus documentos para la misión en diferentes momentos a lo largo de 4 meses. Sin embargo, debido a la fecha de jubilación, el retraso en la obtención de visas y la voluntad divina de Dios, se reunieron en el Centro de Capacitación Misional (CCM) de Provo antes de partir el 10 y 11 de octubre de 2024.
Un legado de más de 100 años

Los Hatch llevan agradecen el ejemplo de sus padres. Créditos: Kristin Murphy, Deseret News
Mientras una pareja fue asignada a Perú, en la misión Lima Norte, los otros 2 matrimonios se encuentran sirviendo en México, un país muy significativo para toda su familia.
Ya que sus padres, Ernest LeRoy Hatch y Marza Lunt Hatch, sirvieron como líderes de la Misión Mexicana de 1962 a 1965. Así que ellos crecieron en la Estaca Ciudad de México, la segunda en este país y la primera de habla hispana en toda la historia de la Iglesia, que se creó en 1961.
Una labor pionera que vieron materializada cuando su padre y madrasta abrieron el Centro de Capacitación Misional de la Ciudad de México en febrero de 1980, donde sirvieron hasta julio de 1982.

El CCM de México es el segundo más grande. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Sin embargo, los vínculos de la familia con los pioneros de México comienzan con los bisabuelos Henry Lunt y Sarah Ann Lunt.
Henry Lunt, oriundo de Inglaterra y nacido en 1824, se enteró del evangelio restaurado cuando tenía poco más de 20 años. “Sus padres le dijeron que si se unía a la Iglesia, lo desheredaban. Y así lo hizo, y así lo hicieron”, cuenta su bisnieto, el élder Robert Hatch.
Sin embargo, aferrándose a su testimonio y a su fe en las promesas de Dios, Henry Lunt viajó a los Estados Unidos para reunirse con los santos. Allí no solo dirigiría compañías pioneras y sería llamado a servir 2 misiones en Inglaterra, sino que tendría otra asignación noble asignación más de 20 años después.
A pedido del presidente de la Iglesia, John Taylor, el bisabuelo Henry Lunt y su esposa, Sarah Ann Lunt, estuvieron entre aquellos primeros Santos de los Últimos enviados a pequeñas colonias de México y otras partes de América Latina para establecer el evangelio.
La crisis social no los detuvo

Continuarán el legado de sus padres y bisabuelos. Créditos: Kristin Murphy, Deseret News
Pero el camino para erigir el evangelio restaurado en México no sería sencillo.
Si bien Sarah Ann Lunt permaneció en México con sus 9 hijos después de la muerte de su esposo en 1902, la Revolución Mexicana, que comenzó en 1910 y duró casi una década, detuvo gran parte del progreso de la Iglesia, lo que provocó que la mayoría de los santos abandonaran el país en 1912.
Solo una cuarta parte de estos santos regresaron más tarde a México; entre ellos, Sarah Lunt y su hijo menor, para edificar el reino de Dios a nivel local.
“Creo que la razón por la que regresaron fue porque sus descendientes necesitaban estar en México y aprender la cultura latina y el idioma español para poder servir al Señor allí. Por eso estoy agradecida de que podamos continuar con ese legado”, explicó la hermana Sandra Hatch.
Por su parte, el élder John Hatch calificó como un privilegio ser testigos del crecimiento de la obra misional de México y contribuir allí tal como sus antepasados:
“La mejor manera de trabajar con las personas es simplemente amarlas, y no podemos evitar amar a estas personas. Son simplemente la sal de la Tierra”.
Mientras que el élder John Hatch y la hermana Sandra Hatch son misioneros de asistencia para miembros y líderes en la Misión México Guadalajara Este, el élder Paul Hatch y la hermana Janice Hatch son misioneros de asistencia para miembros y líderes en la Misión México Mérida.
Una familia con espíritu misional

Los hermanos Hatch tienen un legado misional impresionante. Créditos: Kristin Murphy, Deseret News
Los hermanos Hatch se encuentran aseguran no hallar las palabras exactas para expresar la profunda gratitud que sienten por la labor de sus padres y bisabuelos:
“Nuestros padres nos enseñaron a respetar y amar a todo el país. Ambos estaban sumamente orgullosos y agradecidos por su herencia y nos enseñaron a ser iguales”.
El devoto servicio misional de la familia no solo ha influido en los hermanos Hatch, sino que es lo que son en esencia. “Lo llevamos en la sangre”, contó el élder Robert Hatch, “porque todos nuestros tíos, tías, abuelos y padres han servido en muchas misiones”.
Sus 3 hermanas, que viven en Utah, se suman a este valiente cuadro de servicio misionero, pues han completado 11 misiones entre las 3, desde Guatemala hasta Alemania.
“Estamos tratando de ponernos al día”, bromeó el élder Paul Hatch.
Los Hatch tienen otro hermano que está sirviendo más allá del velo. Cuando era joven, Bruce Hatch había recibido un llamamiento misional, pero murió en un accidente automovilístico junto con su madre camino al Templo de Mesa, Arizona.
“Hay 4 hermanos sirviendo en este momento”, aseguró la hermana Janice Hatch.
Los Hatch son un admirable ejemplo del poder e impacto de la obra misional. No solo dentro de una familia y sus siguientes generaciones, sino también en todo un país.
Fuente: Church News
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