A menudo, los misioneros tienen que enfrentarse a fuertes críticas a La iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero ¿qué tal si los críticos pudieran ver el lado de sacrificio y servicio que los misioneros tienen que pasar?
Durante la reunión dominical de ayuno y testimonio, un hermano se dirigió lentamente al púlpito, mientras una hermana terminaba de secar sus lágrimas después de haber testificado sobre su hijo que iba a servir una misión.
Ella expresó cuán difícil era ser madre en esa situación, al tener que dejar que un hijo se fuera. Ella dijo, “yo nunca dejaría que mi hijo fuera a una misión si yo no supiera que esta iglesia es verdadera”.
Después de que la hermana terminó su testimonio, este hermano tomó su lugar en el púlpito, y dijo: “espera a que lo despidas en el CCM. Eso es mucho más difícil”.
Luego este hermano compartió dos experiencias recientes que tuvo cuando él y su familia dejaron en el CCM ( Centro de Capacitación Misional)
a su hija de 19 años que iba a servir una misión en Australia y a su hijo de 18 años que iba a servir en Malasia.
Él dijo lo siguiente:
“Mientras estaba haciendo la fila para parquear mi carro y dejar a nuestros hijos en el CCM, y entregarles su equipaje y decirles adiós por los siguientes 18 meses y 2 años. Me llené de una fuerte emoción al imaginar lo mismo que las otras familias estaban sintiendo al despedir a sus hijos”.
“Todas esas familias, enviando a sus hijos a países desconocidos, donde tendrán que caminar por lodo, o comer bichos, e incluso soportar malas condiciones de vida”.
Mientras éste hermano observaba en silencio a cada una de las familias que se estaban despidiendo de sus hijos, sintió el peso de su sacrificio.
Luego su mente pensó en todos aquellos que se han alejado de la iglesia, y en los críticos de la iglesia, y deseó que ellos pudieran presenciar ese momento.
“Ojalá pudiera encontrarme a los que se han apartado de la iglesia y a los críticos de la iglesia y decirles: vengan conmigo al CCM, y observemos. Veamos a todas esas familias decirle adiós a sus hijos e hijas”.
“¿Ustedes quieren decirme que todas esas personas tienen lavadas el cerebro? Esos individuos y familias son exitosos, inteligentes e industriosos en todos los demás aspectos de sus vidas, su educación, en sus carreras y en sus comunidades. ¿Y ustedes me quieren decir que esas familias son ignorantes y que tienen el cerebro lavado por querer enviar lejos a sus hijos e hijas?”
“No. Ellos no tienen el cerebro lavado”.
“La razón por la que ellos permiten que sus hijos sacrifiquen dos años de sus vidas, es porque saben que el evangelio de Jesucristo es verdadero”.
Cuando este hermano concluyó su testimonio, las lágrimas cayeron por su rostro y los corazones de la congregación ardieron al sentir sus palabras y al imaginar esos momentos.
La imagen de un joven misionero, abrazando a su familia, con lágrimas en sus ojos, despidiéndose de su familia, listo para dar lo mejor de sí para traer almas a creer en Cristo, quedó grabada en nuestras mentes y nuestros corazones”.
Este mensaje fue escrito originalmente por Ben Arkell y fue publicado por ldsliving.com, con el título: “A Message to the Most Ardent Critics of the Mormon Church”