En distintos rincones de Latinoamérica hay personas que oran por cosas tan sencillas y vitales como un vaso de agua limpia o una manta que les quite el frío de la noche.
Recientemente, en Honduras y en Bolivia, vimos cómo esas oraciones encontraron respuesta de manera muy concreta gracias a proyectos que muestran que la fe y la solidaridad pueden transformar comunidades.
Agua limpia en Copán

En San Juan Planes, Copán, más de 2,200 personas celebraron la llegada de una planta potabilizadora de agua donada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en coordinación con instituciones locales.
Este recurso básico, que antes era un gasto diario y una preocupación constante, ahora corre de manera segura por sus hogares.

Lo especial de este proyecto es que la planta funciona sin electricidad, lo que asegura que cada familia pueda acceder a un agua limpia y segura.
El élder Gregorio Casillas, de la Presidencia de Área, recordó que este esfuerzo nace de algo tan sencillo pero poderoso como las ofrendas de ayuno, mostrando que nuestra generosidad puede llegar a lugares que jamás imaginamos.
Calor humano en Potosí

En Potosí, Bolivia, el frío golpea fuerte, especialmente a quienes tienen menos recursos. La Sociedad de Socorro, junto con jóvenes y miembros de la comunidad, organizó la campaña “Abrigando Vidas”.
Durante varias semanas recolectaron más de 100 prendas de abrigo y frazadas que fueron entregadas a familias, adultos mayores, personas en situación de calle e incluso a privados de libertad.
Una hermana que participó comentó lo especial que fue compartir con niños del Cerro Rico, y otra expresó la emoción de ver la gratitud de quienes recibieron los donativos en la penitenciaría. El verdadero abrigo no fue solo la ropa, sino el recordatorio de que nadie está solo cuando hay corazones dispuestos a servir.
Una misma enseñanza

Aunque diferentes, estas dos iniciativas nos enseñan lo mismo: cuando seguimos al Salvador, nuestros pequeños actos de servicio se multiplican en bendiciones reales para otros. Dar de beber al sediento o cubrir al que tiene frío no son solo gestos de bondad, son maneras de vivir lo que Jesús enseñó:
“En cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” – Mateo 25:40.
Una invitación personal
Quizá no podamos construir una planta de agua ni organizar una gran campaña, pero sí podemos empezar donde estamos. Una visita, una oración, una comida compartida o un abrigo donado pueden parecer pequeños, pero en las manos del Señor, se convierten en milagros.



