Nota del editor: Esta es la historia real de un grupo de jóvenes Santos de los Últimos Días de Draper, Utah, que vivieron una experiencia imprevista —y profundamente espiritual— durante su caminata pionera en Idaho.
Lo habían planeado todo durante casi un año.
La ropa de época, los carritos de mano, los himnos, las oraciones, el recorrido por los paisajes abiertos del oeste… Todo estaba listo para que más de un centenar de jóvenes y líderes de estaca revivieran por cuatro días el sacrificio de los pioneros.
Pero el cielo cambió.
El 1 de julio, mientras el grupo se encontraba en medio de su caminata en Sellars Creek Ranch, Idaho, un incendio forestal —llamado “Garden Creek Fire” o “Lincoln Creek Fire”— estalló cerca del campamento y se extendió rápidamente, alcanzando más de 1,000 acres.
La orden fue clara: dejar todo y evacuar.
“Sabemos que Dios lo sabía”

Aunque el fuego aún estaba a unos cuatro kilómetros de distancia, las autoridades locales —incluidos los alguaciles de los condados de Bingham y Bonneville— recomendaron evacuar de inmediato por precaución.
“Sabemos que Dios lo sabía, aunque nosotros no lo sabíamos. Dios es bueno. Él nos cuida”, expresó Lori Newbold, presidenta de Mujeres Jóvenes de la estaca, en una entrevista al Post Register.
La decisión no fue sencilla. No había buses en el lugar. Pero en una muestra de solidaridad, el alguacil Tony Gardner se contactó con la empresa Teton Stage Lines, que respondió con 12 buses y un equipo dispuesto a dejar todo para ayudar.
“Ustedes dejaron todo por sacar a estos jóvenes de las montañas”, agradeció Nathan Harrington, director de operaciones de Teton. “Ese espíritu es parte de lo que los pioneros también vivieron”.
Se llevaron más que mochilas

Los jóvenes fueron transportados primero a una escuela, pero luego reubicados en una capilla de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Allí encontraron descanso, fuerza… y testimonio.
“Fueron increíbles”, dijo Newbold. “Resistieron, fueron positivos y se ayudaron unos a otros”.
Cort Ashton, el encargado de la caminata, agregó:
“Tuvimos momentos de ansiedad, pero también mucha fe. Se apoyaron entre ellos como verdaderos pioneros”.
Aunque la caminata se acortó un día, muchos líderes coincidieron en que la lección fue aún más poderosa: la vida no siempre sigue el plan… pero la fe permanece.
Lecciones que duran toda la vida
El presidente de estaca, Roger Cook, concluyó con una reflexión que también aplica a nuestras propias pruebas:
“Los campistas aprendieron mucho de esta experiencia. Lecciones de vida que los ayudarán a ser mejores ciudadanos, mejores discípulos y personas más fuertes”.
Aunque dejaron los carritos… no dejaron su espíritu pionero.
Y tú, ¿cómo reaccionas cuando los planes cambian de un momento a otro?
Los pioneros de hoy también atraviesan fuego, incertidumbre y caminos difíciles. Pero siguen adelante —a veces con miedo, pero siempre con fe.
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Y si alguna vez tu cielo se oscurece, no te bajes del camino. El Señor sigue guiando tus pasos.
Fuente: LDSdaily