En un mundo marcado por divisiones religiosas y culturales, una cancha de baloncesto en Filipinas se ha convertido en símbolo de unidad. En Makati City, una colaboración poco común entre dos religiones dejó huella.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días hizo una donación significativa para renovar el gimnasio del Seminario Mayor Holy Apostles. Esta institución católica forma a hombres que responden al llamado del sacerdocio en etapas más avanzadas de su vida.

El proyecto fue fruto del trabajo conjunto entre líderes católicos y Santos de los Últimos Días. No solo mejoró la infraestructura deportiva, sino que también abrió espacio para una conversación más amplia sobre respeto, cooperación y desarrollo integral.

“La ayuda brindada refleja nuestro deseo de apoyar el bienestar físico, emocional y espiritual de todos los hijos de Dios, sin importar su fe”.

Ambas iglesias describieron el gesto como una muestra concreta del poder del diálogo interreligioso.

Imagen: Rapple

Durante la inauguración, el arzobispo de Manila, cardenal Jose Advincula, y el élder Steven Bangerter, líder mormón en Filipinas, compartieron un gesto simbólico. Posaron juntos con un balón de baloncesto, recordando la actividad que ahora podrán disfrutar los seminaristas. También se develó una placa que reconoce la contribución realizada.

Aunque muchas colaboraciones interreligiosas ocurren lejos del ojo público, esta captó la atención por su visibilidad. Además, se dio en un país donde el catolicismo es mayoritario. Más del 85 % de los filipinos se identifica como católico. Esta realidad a veces dificulta la visibilidad de otras comunidades religiosas, como la de los Santos de los Últimos Días.

Imagen: Rapple

Sin embargo, gestos como este ayudan a tender puentes. Líderes de distintas religiones —incluido el Papa Francisco— han pedido reforzar la fraternidad para enfrentar desafíos comunes. Entre ellos: los conflictos armados, la migración forzada, la violencia sexual y los dilemas éticos relacionados con la inteligencia artificial.

“Solo la fraternidad puede generar verdadera humanidad».

En ese espíritu, lo ocurrido en Makati no es solo una donación para mejorar una cancha. Es una invitación a mirar más allá de las etiquetas religiosas. A reconocer, en espacios tan simples como una cancha de baloncesto, el potencial de construir una comunidad más compasiva, solidaria y unida.

Fuente: Rapple

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