Nuestros artículos sobre la participación del Coro del Tabernáculo Mormón en la ceremonia de inauguración del Presidente electo de Estados Unidos Donald Trump recibió mucha atención y dejó a algunos otros en confusión.
He recibido un sin fin de mensajes preguntándome sobre el tema, criticándome por haber hablado o felicitándome por haber escrito sobre esta noticia. Algunos consideran que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Santos de los Últimos Días está demostrando su adherencia hacia el Presidente Trump al mandar a sus embajadores ( el Coro del Tabernáculo Mormón) a cantar en la ceremonia de inauguración del nuevo presidente de Estados Unidos. La Iglesia es neutral en temas politicos y no apoya a ningún partido politico.
Toda posición política siempre será una posición personal y no debe representar a todo un grupo o en este caso a una iglesia. En los muchos mails y comentarios que recibí algunos criticaban que la participación del coro Mormón iba “normalizar” muchas de las grotescas propuestas del presidente Trump, o citando lo que dijo una ex miembro del Coro “cantarle a una persona comparable a Hitler” para ilustrar cuan lejos está el Señor Trump de la decencia que significa ser presidente de uno de los países más poderosos del mundo.
La iglesia no ha manifestado nunca intenciones de apoyar o estar en contra de algún líder político en especifico, sin embargo sus miembros si han tomado variadas posiciones posiciones a lo largo de la historia.
Si el señor Trump es verdaderamente un dictador en espera, entonces necesita ser limitado por la idea de que Estados Unidos es un país de leyes, no de hombres. ¿Qué mejor manera de recordarle ese hecho que la tradición de una inauguración presidencial?
La participación del coro es una celebración a los Estados Unidos, a la democracia, no a un presidente en especifico. También es un recordatorio a los líderes políticos de que los americanos pertenecen una nación construida sobre principios que preceden a Donald J. Trump y que, esperan, perduraren mucho tiempo después de su mandato.
Todos estos pensamientos no deben involucrar a la Iglesia como institución, porque sus miembros pueden o no estar de acuerdo con un Partido Político o figura pública pero esto no debe etiquetar a la Iglesia de Jesucristo dentro de un pensamiento político determinado.
La misión de nuestra religión es invitar a todos a venir a Cristo no importa su pasado, su pensamiento político, raza o posición social.