La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no es el único lugar donde se busca la libertad religiosa. Cuando líderes de varias organizaciones se unen para promover el respeto y la fe, surge algo poderoso.
Eso fue lo que ocurrió en los salones históricos del Castillo de Praga y el Palacio Czernin, donde representantes de gobiernos, líderes religiosos y defensores de derechos humanos se reunieron para proteger la libertad religiosa en un mundo que hoy enfrenta diferencias.
Y entre tantas voces, la Iglesia de Jesucristo también se hizo presente. ¿Cómo fue su participación?
Historia y fe en la misma mesa

Imagina entrar al Castillo de Praga con paredes llenas de siglos e historias que definieron el mundo. Ese fue el escenario donde el presidente checo, Petr Pavel, abrió la conferencia con esta frase singular:
“Dondequiera que el espíritu humano es controlado por el poder, la libertad muere.”
Piensa en eso un segundo. Porque, ¿cuántas veces hemos dado por sentado que podemos expresar nuestra fe sin temor? Como Santos de los Últimos Días, esta libertad es más que un ideal.
El artículo de fe número 11 declara:
“Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia.”
La presencia de la Iglesia de Jesucristo en este evento fue un recordatorio de esto que defendemos.
Voces diversas con el mismo propósito

En las sesiones plenarias, algo quedó claro: cuando se trata de libertad religiosa, el dolor y la esperanza hablan el mismo idioma.
Delegados de todos los continentes compartieron historias de comunidades que, en medio de crisis, siguen defendiendo su derecho a creer.
Entre los oradores estuvieron expertos, diplomáticos y líderes de diversas tradiciones. Representando a la Iglesia de Jesucristo, el élder James W. McConkie se hizo presente mencionando:
“Cuán gratificante fue estar reunido… con líderes académicos, gubernamentales y religiosos comprometidos con estos principios divinos de verdad y albedrío”.
El albedrío es sagrado. Por eso, cuando la Iglesia de Jesucristo participa en espacios como este, está afirmando que Dios nunca nos fuerza. Como enseñó el profeta Nefi:
“Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias.”
La libertad de creer requiere relaciones mutuas

Uno de los momentos más simbólicos de la conferencia ocurrió durante la cena de apertura en el Museo Nacional donde el profesor Brett Scharffs, de BYU, fue reconocido por sus décadas de defensa de la libertad religiosa.
Al recibir el reconocimiento, el profesor Scharffs expresó:
“La resiliencia proviene del trabajo en equipo… Cuando nos unimos con compromiso y cooperación, generamos esperanza.”
El embajador Robert Řehák, presidente de la Alianza del Artículo 18, también hablo de esto:
“Cuando creamos una amistad genuina y una cooperación eficiente, podemos desarmar el odio”.
La libertad religiosa no se sostiene solo con discursos sino con relaciones.
De esta forma, en Praga se escribió una nueva página en la historia de la libertad religiosa, pero esa historia continúa en nosotros.
Fuente: Sala de Prensa



