Terapeuta Santo de los Últimos Días: Ya no amo a mi cónyuge. ¿Deberíamos divorciarnos?

¿Es necesario el divorcio si ya no amas a tu cónyuge? Cada día las parejas se desenamoran. Cada día las parejas hacen cambios, adquieren nuevas perspectivas, adquieren nuevas habilidades. Todos los días se salvan los matrimonios y suceden milagros.

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Pregunta:

 ¿Está bien divorciarse de tu cónyuge si ya no lo amas? ¿Es esa una razón suficientemente para tramitar un divorcio? No lo he amado desde hace mucho tiempo. Hablamos sobre los niños y las cosas del hogar, pero eso es todo. Todavía estoy casada porque tenemos hijos juntos, y no estoy segura si es que estaría rompiendo mis convenios si lo dejo. 

He intentado tantas cosas para reavivar nuestro amor y estoy agotada y ya no quiero intentar más. Mi esposo cree que no hay nada malo con nuestro matrimonio, por lo que siente que no hay nada que hacer para mejorar nuestra relación. 

Sé que no puedo cambiarlo, así que he intentado cambiar yo para poder mejorar las cosas en nuestro matrimonio. Eso, a su vez, no ha tenido éxito. Ya no quiero tener que amarlo. ¿Es mi única opción estar sola y triste por la eternidad, solo porque él no quiere hablar o tratar de tener una relación?

Respuesta:

Lamento mucho que estés pasando por esto. Sé que esta no es la vida que esperabas cuando te arrodillaste frente a tu esposo en el altar del templo. Es devastador sentirse solo en tu propia casa y en tu propio matrimonio. Es desgarrador sentirse atrapado, no deseado, y sentir que no hay esperanza para el futuro.

Me alegra que hayas incluido muchos detalles en tu pregunta. Omití cualquier información que pueda identificarte, por supuesto, pero en tu caso (como en muchos otros), el contexto lo es todo. 

Si tu pregunta hubiera sido un simple: “¿Está bien divorciarse de tu cónyuge si ya no lo amas?” Habría respondido que esa no es una razón suficiente para tomar esa decisión.

Cada día las parejas se desenamoran. Cada día las parejas hacen cambios, adquieren nuevas perspectivas, adquieren nuevas habilidades. Cada día las personas se arrepienten, los corazones cambian, las oraciones se contestan, la terapia funciona, los libros ayudan y las parejas vuelven a enamorarse. 

Todos los días se salvan los matrimonios y suceden milagros. Todos los días, la expiación y las enseñanzas de Jesucristo restauran lo que se perdió.

El contexto de tu pregunta revela muchos puntos. Has luchado por tu matrimonio. Estoy seguro de que has orado y ayunado. Has leído libros. Has leído artículos. Te has esforzado por ser una mejor persona, esposa y madre. No sé si haz intentado ir a terapia o no (si no, inténtelo). Pero por lo que dices, no está mejorando la situación.

No estoy en tu vida, pero lo que dices sobre tu esposo parece ser cierto. Sólo sé, por mi experiencia, que debemos tener cuidado al presumir saber lo que otra persona está pensando o sintiendo. ¿Ha dicho él que todo está bien y que la relación no necesita mejorar? Incluso si él cree que eres tú la que tiene el problema, ¿está él dispuesto a hablar con un buen consejero de parejas para entender mejor cómo satisfacer tus necesidades y ayudarte a sentirte amada?

Si no lo está, entonces tienes que tomar una decisión. Por supuesto, debes poner en una balanza la unidad y el bienestar de tu familia, y el daño potencial de “vivir una mentira”. No puedo decirte qué elección tomar. Pero cuando se trata de divorciarse o de permanecer casados, haríamos bien en recordar la enseñanza del Profeta José Smith: 

“Aquello que es incorrecto bajo cierta circunstancia puede estar, y con frecuencia lo está, justo debajo de otra circunstancia… Todo lo que Dios manda es correcto.”

Entonces, ¿necesitas esperar a que Dios te diga que te divorcies? En mi experiencia con cientos de parejas con dificultades a lo largo de los años, Dios rara vez le dice eso de alguien. Si le preguntas a Él si debes divorciarse, Él podría decir “sí” o no podría decir nada. Recuerda, no se nos dirán todas las cosas que debemos hacer (DyC 58: 26-27). Él espera que utilicemos nuestro albedrío y tomemos decisiones, incluyéndolo a Él en el proceso a medida que avanzamos en el camino.

Para mí, personalmente, el Padre Celestial sólo me ha dado una confirmación directa a unas cuantas decisiones en toda mi vida. Por lo general, hay silencio cuando pregunto si debería hacer algo o si es la decisión correcta. 

En mi caso, es mucho más probable que me advierta para que no haga algo. En lugar de preguntar si la respuesta es “sí”, muchas veces pregunto si la respuesta es “no”. Él me aleja de las decisiones dañinas; de lo contrario, Él me permite averiguar qué es lo mejor por mi cuenta.

Él puede o no puede revelarse de esa manera a ti. Tal vez la tuya es una relación diferente con Él, con diferentes necesidades. Pero sentí la impresión de compartir esto de todos modos.

¿Está bien, en tu caso, divorciarte de tu esposo? Harías bien en considerar en oración estas declaraciones de nuestros líderes y pensar de qué manera se aplican a ti.

El Presidente Gordon B. Hinckley:

“A veces existen causas legítimas para el divorcio. No puedo decir que nunca es justificado. Pero digo con toda seguridad que esta plaga que parece estar en aumento en todos lados no es de Dios, sino que es la obra del enemigo de la rectitud, de la paz y de la verdad.” (Conferencia General, abril de 1991).

Presidente James E. Faust

“Por lo tanto, ¿qué se podría considerar como “causa justificada” para romper los convenios matrimoniales? Durante toda una vida de ocuparme por los problemas humanos, me he esforzado por entenderlos y encontrar respuesta a esa pregunta, y confieso que no creo poseer ni la sabiduría ni la autoridad para definir lo que es una “causa justificada”; sólo los cónyuges pueden determinarlo, y sobre ellos recae la responsabilidad de la cadena de consecuencias que inevitablemente tienen lugar cuando no se honran esos convenios. 

En mi opinión, una “causa justificada” seria algo tan serio como una situación prolongada y evidentemente irreversible en la que se va destruyendo en forma paulatina la dignidad o el amor propio de una persona.

Al mismo tiempo, tengo una firme convicción de lo que no es motivo para romper los sagrados convenios del matrimonio: indudablemente, no puede ser por “crueldad mental” ni “diferencias de personalidad”, ni por “haberse alejado el uno del otro” ni por haber “dejado de quererse”, especialmente cuando hay hijos.” (Padre, vuelve a tu hogar, abril de 1993).

¿Estás en una relación prolongada y evidentemente irreversible que es destructiva para con tu dignidad o amor como persona? ¿O debería seguir luchando por tu matrimonio?

Desafortunadamente, no tengo respuestas fáciles para ti. Pero yo, y otros como yo, junto con los líderes, tus seres queridos y el Señor Jesucristo mismo, estamos aquí para ti. Dios te bendiga. Realmente espero que algo de lo que haya escrito hoy te ayude.

Este artículo fue escrito originalmente por Jonathan Decker y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “Why I Love to See Latter-day Saints NOT Take the Sacrament”