El programa de animación de BYU creó un “pipeline” para Pixar

byu y pixar

Las paredes del edificio James E. Talmage de ciencias matemáticas e informática se han destacado en la animación durante las últimas dos décadas. Cuelgan carteles de todo tipo, desde “Up” hasta “Coco” y “Frozen”, cada poster tiene muchas firmas. Una imponente estatua de Po, el panda representativo de la franquicia de “Kung Fu Panda”, posa en un vestíbulo, listo para luchar contra cualquier maestro malvado del kung fu.

El motivo por el cual se conoce el Centro de Animación de la Universidad de Brigham Young depende del estudio por el que preguntes. Dreamworks Animation ha apodado a BYU como la “universidad de la textura.” Sony Picture Animation conoce a BYU por sus riggers (animadores que controlan el movimiento de los personajes en 3D). Blue Sky Studios, la empresa detrás de la franquicia de la Era de Hielo, conoce a BYU por la forma en que cuenta las historias.

El programa de animación de BYU promociona a 40 ex alumnos en Dreamworks y a 15 en Pixar. Además, de las 1200 personas que postulan para los nueve puestos de prácticas que Pixar ofrece cada verano, casi siempre un estudiante, al menos, de BYU consigue un puesto.

En sus 18 años, BYU ha creado un campo de capacitación para estudios de animación.

“Hay un pipeline directo, tiene un espacio,” dijo Kelly Loosli, profesora y cocreadora del programa.”

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Los primeros fotogramas

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Su historia comienza con Pixar.

Los fundadores del Centro de Animación de BYU se reunieron con los ejecutivos y los reclutadores del estudio de Pixar mientras desarrollaban el plan de estudios para descubrir lo que los estudios de animación deseaban, pero no estaban consiguiendo de los alumnos que venían de otros programas.

Una de esas personas fue Ed Catmull, cofundador de Pixar, que le contó a BYU que Pixar no estaba viendo estudiantes que supieran trabajar en equipo. Los artistas tienden a ser independientes, característica que no encaja en una industria colaborativa donde los artistas deben ajustar su estilo artístico para estar a la altura del proyecto en el que están trabajando.

Catmull les dijo que la industria consigue personas que son muy técnicas, o artistas puros, pero nada a medias. El equipo de BYU se retiró de la reunión con el deseo de crear “artistas técnicos”, o estudiantes que puedan dibujar y codificar.

“Definitivamente, esa es nuestra reputación”, dijo Brent Adams, cofundador y director del Centro de Animación de BYU. “Los estudios buscarán aquí artistas inteligentes que sepan cómo trabajar en colaboración.”

BYU

Pipeline, flujo de trabajo establecido en una producción.

La idea era crear una experiencia educacional en la que los estudiantes pudieran dedicarse a lo que les apasiona.

“Tuvimos un programa sin reputación, sin reclutadores, sin mentores,” dijo Adams.

Al principio, tenían que reclutar. Pero, a medida que más ex alumnos ingresaban a la industria y ascendían en sus filas, y el programa seguía acumulando premios por sus cortometrajes y videojuegos en su haber, ya no lo hacen.

Loosli atribuye el éxito del programa a sus inicios, cuando el equipo apenas tenía dinero en el programa y, por lo tanto, no era supervisado. No le agradaba la idea de la educación tradicional, por lo que enmarcaron el programa para que se tratara más sobre ser un mentor más que un profesor enseñando a los alumnos.

El programa está diseñado para imitar a la industria, e incluye críticas dos veces por semana sobre lo que los estudiantes hicieron y lo que deben mejorar. La idea es dar a los estudiantes acceso a las herramientas, dejar que hagan su propia película y luego, apartarse.

Una industria competitiva

Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han tenido una larga historia de amor con los medios animados, lo que se traduce en un gran interés en el programa de animación de la universidad de la Iglesia.

Por lo general, postulan de 60 a 75 alumnos, de los cuales un par de docenas de alumnos son aceptados para los programas de bellas artes y  ciencias informáticas que apoyan el programa.

Loosli dijo que el interés de los estudiantes de BYU por la animación se debe a que los proyectos animados tienden a ser estimulantes y seguros, como las películas que sus padres les dejaron ver mientras crecían. Además, están viendo la aparición de los fanáticos de los animes y los estudiantes de ciencias informáticas, que en particular, se sienten atraídos por la industria de los videojuegos.

No es una industria fácil. La competencia es alta y los empleos no son bien remunerados, especialmente en comparación con otros empleos en ciencias informáticas. Además, las ciudades donde se ubican esos empleos son caras.

Sin embargo, eso no detiene a los alumnos.

“Los artistas tienden a ser extraños de algún modo y no persiguen las cosas más seguras porque quieren hacer algo que les apasiona,” dijo Loosli.

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Se estima que entre el 80% y el 82% de los estudiantes del programa consiguen trabajo en la industria de la animación al graduarse. Los que no consiguen trabajo inmediatamente, por lo general, cambiaron parte de su énfasis a lo largo de su educación y no eran tan competitivos como los demás al graduarse, pero obtienen un empleo después de uno o dos años. Otros, se dirigen a diferentes campos, el programa tiene ex alumnos tanto en la facultad de derecho como en la de medicina.

Los estudiantes que ingresan al programa tienen intereses variados. Austin Rodriguez, un estudiante de último año realizó sus prácticas en Pixar hace dos veranos, se inscribió originalmente en BYU con la intención de convertirse en abogado antes de toparse con la animación.

“Para mi este nunca fue el plan,” dijo Rodriguez.

Austin Rodriguez espera volver a Pixar para trabajar en películas.

Rodriguez se enamoró del aspecto narrativo de la animación. Fue el productor del cortometraje estudiantil “Grendel”, un giro en Beowulf.

“Construimos y diseñamos todo lo que ves en la pantalla”, dijo.

Eso incluye las 24 imágenes que los estudiantes crearon para cada segundo de la película.

BYU trae expertos a la industria que critican el trabajo de los estudiantes, proporcionándoles un incentivo adicional.

“Realizan un buen trabajo para hacernos notar”, dijo Rodríguez. “Dicen, ‘vamos a asegurarnos de que alguien los mire. Depende de ustedes qué hacer cuando suceda.”

Artículo originalmente escrito por heraldextra.com y publicado en thirdhour.org con el título “BYU’s Animation Program has Created a Pipeline to Pixar.”

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