Desde lugares tan distantes como Nueva Zelanda, Malasia, Chile y Sudáfrica, doce Santos de los Últimos Días han viajado a Salt Lake City para participar de una experiencia única: cantar con el Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo durante la Conferencia General de abril de 2025.
Aunque todos comparten el amor por la música, sus trayectorias personales y profesionales son tan diversas como sus países de origen. Algunos se dedican profesionalmente a la música, mientras que otros la mantienen como una pasión paralela a sus carreras. Lo que los une no es solo el canto, sino la fe y el deseo de servir a través de ella.

Créditos: Isaac Hale, Deseret News
Miriam Svensson, de Suecia, describió su experiencia en los ensayos como profundamente conmovedora. “Sentí que el sonido me envolvía por completo, como si el Espíritu me abrazara”, comentó. Acostumbrada a cantar en coros locales, se sorprendió por la intensidad emocional de estar rodeada de tantas voces unificadas. En sus palabras: “No eran muchas voces. Era una sola”.
La idea de unidad, tanto musical como espiritual, fue una constante en los testimonios de los participantes. A pesar de sus diferencias culturales y lingüísticas, todos encontraron un terreno común en la música y en el mensaje que comparten.
Descubrir el propio lugar

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Para Robert Dil, de Nueva Zelanda, la experiencia ha sido abrumadora en el mejor sentido. Destacó no solo la excelencia musical del coro, sino también la conexión espiritual entre todos los que participan.
“Es como si el Padre Celestial me estuviera diciendo: ‘tú también perteneces aquí’”, reflexionó.
Florencia Battista, de Argentina, sintió algo similar. Aunque su esposo ya había participado anteriormente, vivirlo por sí misma fue como cumplir un sueño largamente esperado.
“Desde el primer día nos trataron con cariño, con atención. A través de ellos, he sentido el amor de Jesucristo”, compartió con emoción.

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La participación de Andrea Betancur, de Chile, tuvo un inicio inesperado: problemas de salud le impidieron unirse a los primeros ensayos presenciales. Sin embargo, no se desconectó del todo. Estudió las partituras por su cuenta, practicó con grabaciones enviadas por otros participantes y recibió atención constante de sus compañeros. “
Al principio me desanimé, pero decidí enfocar mis pensamientos en la fe. Y comenzaron a pasar cosas hermosas”, contó.
En una caminata por la Manzana del Templo, se encontró casualmente con su esposo y su hijo. Otro día, vio un árbol lleno de gorriones mientras meditaba en silencio.
“Fue como si Dios me dijera: ‘estoy aquí, te escucho’. Esos momentos marcaron mi corazón”, dijo.
Una experiencia que transforma

Créditos: Isaac Hale, Deseret News
Durante las dos semanas previas a la conferencia, los participantes globales asisten a clases, ensayos, devocionales y actividades culturales. También tienen tiempo para visitar lugares emblemáticos como el Tabernáculo, el Centro de Conferencias y los jardines del templo.
Ellos son apartados como misioneros y reciben el apoyo diario de parejas mayores que los ministran y acompañan.
Camila Kärn, también de Suecia, quedó impactada al ver cuánto esfuerzo se dedica detrás del escenario.
“Hay personas coordinando vestuario, música, transporte… todo por amor a Dios. Este coro no busca destacar a individuos. Cantamos juntos. Y eso es lo que lo hace tan especial”.
Travis Alexander, de Sudáfrica, describió la experiencia como una cadena de pequeños milagros.
“Desde los vuelos hasta lo que he aprendido cada día, todo ha sido guiado. Dios está en los detalles”.

Créditos: Isaac Hale, Deseret News
La inclusión de participantes internacionales en el coro comenzó como una prueba en 2023 y hoy es parte permanente del programa. Cada seis meses, un grupo de 12 cantantes viaja a Salt Lake City para unirse al coro durante la Conferencia General. Se espera que cada uno participe en hasta dos conferencias, durante un periodo máximo de cinco años.
Actualmente, hay 72 participantes globales activos provenientes de 35 países. Todos pasan por un proceso de selección y audición que incluye pruebas musicales y dominio del inglés. La recomendación inicial proviene de los líderes de área de la Iglesia, y el proceso es similar al de los miembros locales del coro.
Más allá de la música, esta experiencia representa un puente entre culturas, idiomas y testimonios. Es un ejemplo de cómo el Evangelio se vive y se comparte a través del arte y el espíritu.
Más allá del regreso

Créditos: Isaac Hale, Deseret News
Al volver a sus hogares, muchos participantes buscan maneras de continuar el servicio a través de la música. En Suecia, por ejemplo, varios de ellos —incluyendo a Bautista y Kärn— organizan devocionales donde interpretan nuevos himnos y relatan sus vivencias.
“Sentimos que esto no debe quedarse solo entre nosotros. Queremos compartirlo”, dijo Bautista.
En Brasil, Rodrigo Domaredzky ha fortalecido los coros locales y organizado presentaciones.
“Servir mediante la música es mi forma favorita de contribuir al Evangelio”, comentó. En Malasia,
Jonathan How trabaja enseñando himnos nuevos a su rama, incluso a miembros sin experiencia previa.
“Queremos que sientan el mensaje, no solo que lo canten”, explicó.
Ronald Baa, de Filipinas, notó un renovado interés por la música en su barrio. Como profesor universitario de música, incluso colegas y estudiantes no miembros han preguntado sobre el coro y sobre la Iglesia desde que él participó.

Créditos: Kate Turley, Tabernacle Choir at Temple Square
Para Pei-Shan Chung, de Taiwán, una canción en particular dejó una huella duradera. Al escuchar “This Is the Christ” por primera vez con el coro, sintió un testimonio profundo del Salvador. Desde entonces, ha decidido compartir más abiertamente su fe, incluso dentro de su hogar.
“Ahora, cuando comparto mi testimonio, la atmósfera cambia. Se siente algo especial”, comentó.
Estos cantantes globales demuestran que el Evangelio se canta con acento propio, pero con un mismo propósito: testificar de Jesucristo. En cada nota y en cada ensayo, se elevan como una sola voz que cruza fronteras, idiomas y estilos. Y ese canto, lleno de fe, sigue resonando mucho después de que termina la última canción.
Fuente: Church News