Esta historia fue redactada originalmente por Andrea Cabrera.
La naturaleza siempre ha sido para mí un poderoso método para sentir el Espíritu. A los seis años mi familia emigró de México a Estados Unidos. Heber, Utah, se ha convertido en un lugar al que con gusto llamamos hogar.
Cada vez que veo las montañas Wasatch, siento alegría y nostalgia porque hice valiosas amistades en el campamento de mujeres jóvenes, me maravillé con la naturaleza e incluso tuve mi primera cita con un chico guapo llamado Andrew que más tarde me pidió matrimonio.
En la Conferencia General de octubre de 2023, la hermana Amy A. Wright utilizó el ejemplo del Monte Carmelo en su discurso llamado “Aguantar el día en Cristo”:
“El monte Carmelo se conserva verde todo el año, debido en gran parte a las pequeñas cantidades de rocío… Como sucede con “el rocío del Carmelo”, al buscar nutrir nuestras almas “con cosas pertenecientes a la rectitud”, “cosas pequeñas y sencillas”, ¡nuestro testimonio y el testimonio de nuestros hijos vivirán!”
Al igual que el rocío del Monte Carmelo, necesitamos acumular el rocío del Evangelio en nuestros corazones para sobrevivir a las pruebas de las estaciones y ambientes espiritualmente secos.
El año pasado fui al monte Timpanogos con mi hermano y unos amigos. Deseábamos llegar a la cima para ver el amanecer. La ruta estaba a más de 4,500 metros sobre el nivel del mar, por lo que hacía demasiado viento y frío, por lo que para mantenernos calientes debíamos caminar.
Al igual que mantenerse en movimiento fue vital para llegar a la cima en esta caminata, debemos esforzarnos por construir un “impulso espiritual positivo” mientras navegamos por esta experiencia terrenal.
Para sacar el máximo provecho de nuestro esfuerzo espiritual y “aguantar el día”, la hermana Wright sugiere que “debemos simplificar, enfocar nuestros esfuerzos y captar la luz de Jesucristo”.
Debemos ser más sencillos
Escalar la cima de una montaña requiere dar miles de pequeños pasos. Del mismo modo, no podemos terminar una caminata con pocos pasos agigantados. Debemos alimentar nuestro testimonio gradualmente con cosas “pequeñas y sencillas”.
Asimismo, debemos filtrar la información que llama nuestra atención, para así poder enfocarnos más en hacer el bien, como con una oración. Tuve una maravillosa experiencia con la oración en un campamento de mujeres, pues recibí una sensación hermosa de paz.
Compartí aquella experiencia en una capilla y vi cómo mis palabras resonaban en el rostro de cada una de las chicas. Al terminar mi mensaje, la presidenta de las Mujeres Jóvenes me di un cuadro con esta cita:
“No hay belleza que brille más que un buen corazón”.
Gracias al sencillo gesto de aquella hermana, acumulé más rocío en mi corazón porque sentí su amor y su gratitud.
Debemos enfocarnos
Mi esposo y yo nos mudamos a California. Comencé a trabajar remotamente y estaba sola casi todo el día en mi casa. Con todos los cambios, me olvidé de enfocarme en lo más importante: la Luz de Cristo.
Así, recordé que la hermana Wright me enseñó que, aunque todo a mi alrededor puede estar cambiando, y puede que no sepa lo que vendrá después, lo que dure para siempre puede ser el Salvador. Solo necesito recordar que Él forma parte de mis nuevos hábitos.
Una de las maneras en que he podido centrarme en Cristo ha sido asistiendo a mi nuevo barrio para reunirnos y elevarnos mutuamente los domingos. Compartir y escuchar los sentimientos que tenemos me ayuda a superar las dificultades de la semana y sus ejemplos me fortalecen.
Debemos reunirnos
Reunir la luz de Cristo significa reunir lo mejor de mí misma para compartirlo con los demás. Es a través de la luz que llevamos dentro como podemos compartir el amor de Dios, porque todos compartimos la luz de Cristo.
Acumular rocío en nuestros corazones, como el ejemplo del Monte Carmelo, nos llevará a través de las noches en las que no siempre podemos ver nuestro siguiente paso correcto.
Cuando simplificamos, nos enfocamos y nos reunimos, podemos fortalecer nuestro discipulado, crecer en luz espiritual y seguir avanzando.
Esta misma luz, reflejada de manera metafórica por las gotas de rocío, nos llevará a través de la más oscura de las noches hasta que salga el sol y regrese la Luz del Mundo, Jesucristo.
Fuente: LDS Living