“Todos seremos probados. Todos necesitamos amigos verdaderos que nos amen, nos escuchen, nos muestren el camino y nos testifiquen de la verdad”. — Henry B. Eyring
En el transcurso de la vida, nos encontramos con personas especiales que parecen irradiar bondad, empatía y amor desinteresado.
Ese tipo de personas, son las amistades.
Es un regalo invaluable que nos envía nuestro Padre Celestial para así conectar con ellas en tiempos de dificultad o pruebas.
A veces, estas amistades se convierten en una guía y protección en nuestra vida por lo que llegamos a considerarlos como ángeles terrenales.
Actúan con espíritu de sanación porque son capaces de curar heridas emocionales y mentales a través del amor y la aceptación.
Tener un amigo o amiga que sea un ángel terrenal nos brinda un refugio seguro en momentos de dificultad, nos ayuda a ver la belleza en las pequeñas cosas y nos da una razón para seguir luchando en este mundo donde parece no haber esperanza.
Su presencia alivia la ansiedad y nutre el alma, ofreciendo una sensación de bienestar y seguridad en medio de la adversidad.
Nosotros también podemos llegar a ser ese tipo de amigo o amiga, podemos demostrar nuestra compasión, disposición y caridad en tiempos donde aquella persona lo necesite.
Tal como el presidente Henry B. Eyring enseñó:
“Todos necesitamos amigos verdaderos que nos amen, nos escuchen, nos muestren el camino y nos testifiquen de la verdad para que no perdamos el compañerismo del Espíritu Santo. Ustedes deben ser ese tipo de amigos”.
Es importante que dejemos de lado los malos sentimientos y volvernos el amigo o amiga que todas las personas necesitan.
Podemos convertirnos en un verdadero ángel terrenal, el Señor podrá obrar en nosotros a fin de ser el milagro o consuelo que otra persona precisa.
“Si en verdad deseamos ser instrumentos en las manos de nuestro Padre Celestial para llevar a cabo Sus propósitos eternos, debemos tan sólo ser un amigo”. – K. Jensen