Somos forasteros en una tierra extranjera. Intentamos atravesar un territorio desconocido repleto de peligros a lo largo del camino.
Hemos olvidado por completo la preparación que tuvimos con nuestros seres queridos antes de emprender ese viaje. Tristemente, desconocemos por completo a los ángeles que nos acompañan.
No estamos de acuerdo con muchos de nuestros compañeros de viaje. Perdemos la esperanza de encontrar paz y triunfar al final de nuestra travesía.
Sin embargo, no tiene porque ser así. De hecho, Dios no quiere que sea así.
Juntos planeamos completamente el viaje antes de que comenzara. Nuestro equipo, conocido como familia, hizo planes específicos para cuidarnos unos a otros.
Hicimos convenios entre nosotros y con Dios.
Nuestros antepasados, a veces conocidos como ángeles, se comprometieron a ayudarnos. Dios proporcionaría la revelación, tanto bíblica como personal, para guiarnos.
Aun así, aquí estamos, sintiéndonos muy solos. En nuestro olvido, nos sentimos desamparados. Sin embargo, Dios nos ha dado pistas vitales para recordarnos Su glorioso plan y que está ahí para nosotros.
- Las escrituras testifican que Dios preside un plan para refinarnos y redimirnos. No tiene la intención de perder ni un solo hijo. Cada uno de Sus hijos recibirá toda la gloria que puedan soportar.
- Nuestra incomodidad en el mundo actual da testimonio de que somos extranjeros en este lugar. Anhelamos estar con el Padre en la gloria. Después de nuestro viaje terrenal educativo, Él nos llevaré a casa.
- Dios nos ha dado miles de pistas e historias para guiarnos e inspirarnos. Cuando leemos las Escrituras con un recuerdo de Su gloria, nos tranquilizan.
- Dios envía incesantes destellos de luz a través de ideas, chispas e inspiración. Simplemente, sigue enviando pistas y aliento.
- Todos los que nos precedieron y tienen un convenio con nosotros, nos están animando. Si prestamos atención, podemos aprender de sus vidas y sentir, casi escuchar, sus susurros de aliento.
- Podemos aprender de todas las personas que han hecho el viaje antes que nosotros, pero muy especialmente de aquellas con las que estamos en convenio. Nos han dejado pistas.
- Podemos viajar con buen ánimo entonando himnos de alabanza no solo para recordar, sino también para animar a nuestros compañeros de viaje.
- Podemos estar seguros de que Aquel que va tras los corderos perdidos y murió para despejarnos el camino, nunca nos olvidará. No importa cuán lejos estemos, Él nos encontrará.
La obra de historia familiar es mucho más que trazar nuestro árbol genealógico. Se trata de conectar generaciones con los lazos, lecciones y recuerdos de todos esos amigos con los que estamos unidos.
Se trata de poner en marcha nuestro plan preterrenal. Se trata de trabajar juntos para que cada miembro de la familia regrese a nuestro hogar celestial y a los brazos de seres queridos, incluido nuestro amado Padre y Su Hijo Redentor.
“Hermanos, ¿no hemos de seguir adelante en una causa tan grande? Avanzad, en vez de retroceder. ¡Valor, hermanos; e id adelante, adelante a la victoria! ¡Regocíjense vuestros corazones y llenaos de alegría! ¡Prorrumpa la tierra en canto! ¡Alcen los muertos himnos de alabanza eterna al Rey Emanuel que, antes de existir el mundo, decretó lo que nos habilitaría para redimirlos de su prisión; porque los presos quedarán libres!” (DyC 128: 22)
Entonces, ¿Cómo involucramos a nuestros compañeros de convenio en nuestro viaje terrenal?
1. Estudiamos su vida, sus descubrimientos, desafíos, diarios y lecciones
Aprendemos de ellos al descubrir y compartir sus historias y recuerdos. Los hacemos parte de nuestras vidas. Los amamos, admiramos y les agradecemos.
En nuestra familia, lo hacemos llenando nuestro hogar con fotografías y recuerdos de nuestros antepasados. En cualquier habitación y en cada esquina hay un ser querido del pasado esperando con una sonrisa.
2. Reconocemos sus palabras de aliento, sus sutiles empujones a lo largo del camino
A medida que conozcas a tus antepasados, sentirás mayor interés por ellos.
En tiempos difíciles, he buscado el consejo de mi sabio padre que falleció. Mi padre habló sabiduría a mi mente.
En tiempos de soledad, he buscado la amistad de mi bisabuelo Juan. Él ha sido mi compañero y consejero.
En momentos de desánimo, he buscado inspiración en mis queridos abuelos. Ellos han sido mis amigos. La cantidad de seres que están de nuestro lado, superan con creces las filas de cualquier enemigo.
3. Los honramos al investigar sobre sus vidas y realizar ordenanzas por ellos
Mientras nos cuidan, Dios nos ha dado esta forma gloriosa de bendecirlos. Hemos sentido un gran gozo al realizar las ordenanzas del templo por nuestros antepasados.
4. Compartimos nuestros descubrimientos y alegrías con nuestros familiares
Vinculamos a nuestros hijos con su herencia noble y en desarrollo. Unimos sus corazones a través de historias de bondad y palabras de afecto.
Las historias familiares crean escrituras familiares: un registro de los convenios de Dios con nuestra familia en especial. Nos regocijamos en esas revelaciones que amplían nuestra visión del viaje terrenal y la eternidad.
5. Esperamos con gozosa anticipación el reencuentro de todos los viajeros mortales mientras nos saludamos con amor
Esperamos con ansias las historias que compartirán y los lazos que nos unirán. Esperamos unirnos al Padre Celestial en Su obra continua de enseñanza para redimir a Sus hijos.
La obra de historia familiar une nuestros corazones entre nosotros y con Dios.
A medida que recopilamos los recursos, los organizamos, los convertimos en historias y llenamos nuestras vidas de vínculos con nuestras familias, encontraremos una mayor energía para nuestro viaje aquí en la Tierra.
Hay algo que podemos hacer en cada época de nuestras vidas y las recompensas por hacer esas cosas nos bendecirán aquí y en la eternidad.
Fuente: Meridian Magazine