Pregunta
He hablado con muchas mujeres y todas me contaron la misma historia. Tres obispos, tres respuestas similares.
Cada una de estas mujeres ha tenido o tiene por problemas de pérdida de confianza con su cónyuge o exesposo ya sean por problemas con la pornografía, abuso, traiciones, infidelidades. En verdad han experimentado situaciones traumáticas.
El primer obispo con el que hablé cuando descubrí la vida secreta de mi esposo me dijo que orara, lea las Escrituras y asista al templo con mi esposo, sin importar que él no fuera digno.
Después de dos semanas, las cosas solo empeoraron. Le pregunté a mi obispo si estaba haciendo algo mal. Su respuesta fue que no lo estaba perdonando.
El segundo obispo era amigo de mi esposo y el tercero, después de escuchar mi historia, dijo que no sabía cómo ayudarme.
En cada caso, todas nos sentimos ignoradas, que no nos creen, o nos toman en serio, y que el obispo siente que estamos exagerando.
¿Cómo podemos sentir la paz, la comprensión y el consuelo que necesitamos cuando acudimos a alguien que se supone debe cumplir con estas expectativas, pero que solo nos deja sintiéndonos solas en nuestros desafíos?
Respuesta
Has planteado una pregunta importante y delicada. Sé lo complicado que es cuestionar a nuestros líderes de la Iglesia al mismo tiempo que tratamos de sostenerlos.
He aconsejado a innumerables miembros de la Iglesia en las últimas veinte años que han tenido experiencias tanto positivas como negativas al trabajar con sus líderes mientras atravesaban traiciones, infidelidades, adicciones y abusos.
Es natural pensar en el obispo como tu primera línea de apoyo cuando te enfrentas a problemas que impactan gravemente tu matrimonio y familia.
Hace 35 años, el presidente Gordon B. Hinckley se dirigió directamente a los obispos y les explicó el papel único e importante que ellos desempeñan en la vida de los miembros de su barrio:
“Deben conocer la situación de todos los miembros que están bajo su cuidado. Deben ser sus consejeros, sus consoladores, su ancla y fortaleza en tiempos de tristeza y angustia. Deben ser fuertes con la fortaleza que proviene del Señor. Deben ser sabios con la sabiduría que viene del Señor.
Su puerta debe estar siempre abierta para escuchar el llanto de los miembros, sus hombros deben ser fuertes para llevar sus cargas, su corazón debe ser sensible para discernir sus necesidades, su amor cristiano debe ser incondicional para recibir incluso al pecador y al que critica a la Iglesia.
Deben ser hombres de paciencia, dispuestos a escuchar aunque les lleve horas hacerlo. Ustedes son los únicos a los que algunos de ellos pueden acudir. Deben ayudarles cuando todos los demás les han fallado. Deben ser el amigo de la viuda y del huérfano, del débil y del desventurado, del ofendido y del incapacitado”.
El Señor y los miembros de Su Iglesia tienen expectativas elevadas para los obispos. Personalmente, descubrí esas expectativas cuando fui llamado a servir como obispo hace casi veinte años.
Tenía grandes expectativas para mí mismo, al igual que los miembros de mi barrio. Es una responsabilidad muy importante que puede hacer que incluso el hombre más capaz se sienta abrumado.
La mayoría de los obispos que he conocido, incluyéndome, siempre están preocupados por hacer lo suficiente por su barrio.
No pienso que estés pidiendo que los obispos sean perfectos. Tampoco creo que carezcas de compasión por la presión implacable que se ejerce sobre los obispos. Creo que estás preguntando qué se debe hacer cuando el obispo le hace daño a una persona que ya está herida.
Creo que es posible tener compasión y respeto por la gran carga que llevan los obispos y a la vez hablar claramente sobre el impacto directo que tienen sus palabras y acciones en aquellos a quienes sirven.
Creo que es importante que cualquier persona que busque consejo en su obispo se sienta con el derecho de hablar sobre su experiencia con él.
Si el obispo dice algo que parece insensible, desinformado, grosero, despectivo o culpable, considero que es crucial expresarle directamente cómo te sientes al respecto.
Aunque a veces puede ser difícil recibir críticas, al final, aprendí a valorar la valiente y amorosa corrección de los miembros del barrio a los que aconsejé. Esta retroalimentación fue una parte esencial de mi propio crecimiento y aprendizaje.
La información que compartes sobre tus experiencias es fundamental para establecer una relación de colaboración efectiva con tu obispo.
El presidente Russell M. Nelson nos recordó:
“La buena inspiración se basa en la buena información”.
Reconozco que cuando te traicionan, abusan de ti e ignoran te encuentras en una posición vulnerable. Confiar en una persona más, especialmente en un hombre en una posición de autoridad, puede sentirse como pedir demasiado.
Creo un obispo debe ganarse tu confianza. Aunque el llamamiento de obispo indica que hay un nivel inicial de seguridad y confianza, la experiencia interpersonal entre tu obispo y tú debe estar alineada con las condiciones descritas por el presidente Hinckley para que exista dicha confianza.
Aunque es imposible que los obispos sean expertos en todos los temas que enfrentan los miembros de su barrio, se les pide que se preparen para apoyar a aquellos que buscan su consejo.
Como sabes, el sitio web de la Iglesia está lleno de entrenamientos y recursos que ayudarán a aumentar la conciencia y la sensibilidad.
Cuando se enfrentan a problemas tan difíciles, esperaría que un obispo pueda dirigir a las personas y parejas hacia recursos profesionales especializados y grupos de apoyo mutuo, como terapia.
La adicción, el abuso, los problemas maritales y el abandono deben ser tratados por expertos con la capacitación adecuada.
Aunque el obispo desempeña un papel importante en el aspecto espiritual, es esencial reconocer que estos desafíos también involucran aspectos emocionales, físicos, sociales y de seguridad que requieren atención especializada.
Si tu obispo no puede actuar de esta manera o se niega a entender tu situación, por favor, ten en cuenta que no hay ningún requisito para que aconsejes con tu obispo sobre estos problemas.
Aunque animo a todos los que experimentan este tipo de pruebas a buscar consejo y apoyo de sus líderes espirituales, tienes el derecho de discernir si ese consejo es útil.
Muchos de nosotros nos sentimos culpables si es que no confiamos en nuestro obispo como una fuente de apoyo. Es arriesgado acercarse a cualquier persona, incluido un líder espiritual, con nuestros pesares más profundos y vulnerables.
Necesitamos que estén preparados, sean dignos de confianza y capaces de ayudarnos. Si esa confianza no se obtiene durante esas interacciones, está bien buscar otro apoyo.
El presidente Nelson nos recuerda que podemos buscar respuestas sobre lo que necesitamos y luego actuar en consecuencia:
“No tienen que preguntarse qué es verdad. No tienen que preguntarse en quién pueden confiar de manera segura. Mediante la revelación personal, pueden recibir su propio testimonio… Independientemente de lo que otros digan o hagan, nadie puede despojarlos del testimonio que les llegue al corazón y a la mente sobre lo que es verdadero”.
Tienes el poder de decidir quién forma parte de tu círculo de apoyo. Si tu obispo u otro líder no ha ganado tu confianza, no estás obligada a incluirlo como confidente.
Si no tienes la capacidad personal o la fuerza para explicarle a tu obispo sobre tus necesidades o reparar una relación tensa con él, está bien respetar tus límites y buscar otros tipos de ayuda.
Algunas de esas otras formas de apoyo pueden incluir a tus hermanas ministrantes o a un miembro de la presidencia de la Sociedad de Socorro. A menudo solo pensamos en el obispo como nuestra única opción cuando hay otros que son capaces y están dispuestos a ofrecer ayuda necesaria.
También creo que es importante que tengas claro cuáles son las expectativas que tienes de tu obispo. ¿Estás buscando principalmente apoyo espiritual y comprensión?, ¿buscas dirección?, ¿esperas que él haga que tu esposo se haga responsable de sus actos?
Te animo a comunicar claramente tus expectativas con tu obispo.
He hablado con innumerables mujeres que se reúnen con su obispo asumiendo que él sabrá cómo ayudarlas. Idealmente, puedes encontrar paz a medida que trabajan juntos en beneficio tuyo y de tu familia.
Si que claro que esa no será una opción para ti, busca que te dirija hacia otras personas que en verdad puedan ofrecer el apoyo que necesitas.
Fuente: Meridian Magazine