Entre las muchas novedades del nuevo himnario de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, hay una canción que destaca no solo por su letra conmovedora, sino por la historia real que hay detrás de una historia de fe, resilencia, música y amor familiar.

¿Quién fue Alice Warner Johnson?
Alice fue una madre, esposa, escritora, pianista y miembro fiel de la Iglesia. A los 36 años, tras el nacimiento de su segunda hija, despertó una mañana completamente ciega. El diagnóstico fue una forma agresiva de esclerosis múltiple. Con el tiempo, la enfermedad la dejó completamente postrada en cama.
Y aun así, desde esa cama, escribió himnos, alentó a otras personas, y vivió su fe de forma profunda. Uno de esos himnos, “O Lord, Who Gave Thy Life for Me” (“Por mi la vida diste Tú”), ahora forma parte del nuevo himnario de la Iglesia.
Una oración en forma de himno
El himno nació mientras Alice aprendía a entregar su voluntad al Señor. Aunque rogó por más tiempo para cuidar a su familia y servir en la Iglesia, también aprendió a confiar. Su hija recuerda verla horas frente al teclado, incluso cuando apenas podía mover las manos, trabajando una y otra vez la melodía y letra. El resultado fue un himno que habla de rendición, de cargar el yugo de Cristo y de unir el corazón al de Él.
La letra fue inspirada por escrituras como Doctrina y Convenios 59:8 y Mateo 11:28–30, pasajes que hablan de sacrificio, descanso y consuelo.
Un legado que no se detuvo con la enfermedad
Alice creció en Provo, Utah, la mayor de diez hermanos. A los tres años ya sabía leer, y más adelante se enseñó a sí misma a tocar el piano. Sirvió una misión en Taiwán, cantó en coros, escribió libros y fue madre de cuatro hijos. Su carrera profesional la llevó a Boston, pero su mayor sueño era tener una familia.

Cuando la enfermedad se intensificó, siguió escribiendo desde su cama. Componía himnos, dirigía coros desde su casa y llamaba a otras hermanas solo para saber cómo estaban. En vez de recibir servicio, muchos decían que era ella quien los servía.
Su lema, según su familia, era simple pero era su esencia de ser:
“La amabilidad es lo más importante”.
Una vida marcada por la música, la fe y el amor
Aunque recibió premios por su música, Alice siempre decía que su mayor logro era ser madre. Sus hijos heredaron su amor por la música, pero más que eso, heredaron su testimonio.
“Mi mamá nunca perdió la fe. Siempre daba gracias a Dios. Siempre miraba a Cristo como su apoyo.” – Hija de Alice

Su funeral fue un homenaje lleno de música, con coros de amigos de su niñez, de sus barrios en Utah, Boston e Idaho.
Ahora, su himno, que habla de poner nuestras cargas a los pies del Salvador y permitir que Su amor transforme nuestra vida, está llegando a miles de personas en todo el mundo.
Un testimonio que canta
Que este himno esté hoy en el himnario no es solo un reconocimiento a su talento. Es una forma de recordar que incluso en medio del dolor, sí podemos crear belleza, sí podemos confiar en Cristo, y sí podemos vivir con gratitud. Alice lo hizo y su vida ahora canta.
Fuente: Church News



