De burlarse de la fe a compartirla con el mundo mediante el arte

Para Jordan Ring-Sakabe, el arte ha sido una pieza clave en su camino de regreso a Dios. Aunque creció en un hogar cristiano, durante su juventud decidió alejarse de la fe y pasó casi una década identificándose como ateo.

En ese tiempo, llegó incluso a burlarse del cristianismo en redes sociales. Sin embargo, su perspectiva cambió cuando esperaba a su primera hija y sintió la necesidad de encontrar una guía moral para criarla.  

Buscando respuestas, hizo una oración sincera: 

“Cualquiera que seas, dondequiera que estés, ayúdame a saber cómo adorarte y conocerte, porque quiero ser un buen padre”. 

Poco después, empezó a notar señales que lo guiaban de vuelta a la fe. Compró una Biblia y, en Navidad, escuchó un anuncio sobre “El Mesías” de Handel. Al oír la música, se sintió conmovido hasta las lágrimas y tuvo un pensamiento claro: 

“Hay algo en Jesús”.

El arte ha sido una pieza clave en su camino de regreso a Dios. Créditos: Jordan Ring-Sakabe

Decidió explorar distintas iglesias y, tras un profundo estudio del cristianismo primitivo, se convirtió al catolicismo. Durante este proceso, también descubrió un llamado inesperado: representar a Cristo a través del arte.  

Jordan, quien trabajaba como desarrollador web mientras perfeccionaba su técnica en la pintura, sintió una impresión constante: 

“Tienes que pintarme. Quiero que me pintes”.

Cuando su empresa lo despidió, decidió dedicar seis meses a la pintura para ver si podía sostener a su familia con su arte.  

Ya había pintado a Cristo antes como un regalo para sus padres, pero esta vez quiso hacerlo más personal. Así nació “Of Such Is the Kingdom”, una obra donde Cristo sostiene la mano de su hija Luna, aún pequeña en ese momento. Jorda explicó:

“Quería mostrar que Cristo camina con nosotros aquí y ahora, no solo después de la muerte”. 

Ya había pintado a Cristo antes como un regalo para sus padres, pero esta vez quiso hacerlo más personal. Imagen: Havenlight

Al compartir su obra en redes sociales, recibió una reacción inesperada. Muchos espectadores comentaron: 

“Lo siento por tu pérdida”. 

Al seguir leyendo, descubrió que eran padres que habían perdido a un hijo y encontraban consuelo en su pintura. Aunque no había creado la obra con esa intención, comprendió que Dios la estaba usando para llevar consuelo a quienes lo necesitaban.  

Incluso en su época como ateo, Jordan se sintió atraído por el arte religioso. Durante un viaje a Alemania, pasó horas en la Catedral de Colonia, admirando las pinturas. 

“¿Por qué alguien con una cosmovisión opuesta querría estar en un espacio religioso? Por el arte. Por la belleza”. 

Imagen: Havenlight

En la teología católica, la belleza es una de las tres cualidades trascendentales de Dios, junto con la bondad y la verdad. Para Jordan, el arte es una prueba tangible de la existencia divina y un medio poderoso para acercar a otros a Cristo.

Por eso, hoy se considera un “misionero para agnósticos y ateos”, buscando transmitir el amor de Dios a través de su talento.  

Recientemente, completó una pintura de gran tamaño de Cristo, diseñada para que los espectadores sientan que están en Su presencia. Mientras trabajaba en ella, experimentó un momento profundo: 

“Estaba frente a la pintura y comencé a llorar. Me golpeó con fuerza la certeza de que Jesús realmente existió”.  

Para Jordan, la fe no es solo creer en Dios, sino conectar con Su esencia. 

“Dios no es simplemente amoroso—Él es el Amor. No es solo misericordioso—Él es la Misericordia misma. Sin Dios, el amor no existiría”. 

A través del arte, ha aprendido que la belleza puede abrir corazones y que Dios se manifiesta de formas inesperadas. Su testimonio es un recordatorio de que el camino de regreso a la fe puede comenzar con una simple pregunta sincera y que Dios siempre encuentra formas de responder.

Fuente: LDS Living

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