Ashly Stone tocó fondo mientras vivía en un centro de rehabilitación en Arizona. Adicta a la heroína, se dio cuenta de que iba a morir o a terminar en prisión si no recibía ayuda.
Sin embargo, como ya había entrado y salido de 15 centros de rehabilitación antes, no tenía muchas esperanzas de que una vez más fuera diferente.
Pero, esta vez, decidió poner a prueba el poder de Dios que años atrás le enseñaron.
Después de una experiencia espiritual en rehabilitación, Ashly decidió “hacer todo lo que la Iglesia me pedía que hiciera”. Quería ver si vivir el Evangelio realmente la haría más feliz.
Cristo en el centro

Jesús está ansioso por rescatarnos. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Parte de esto fue asistir a la Iglesia y pasar por el proceso de arrepentimiento, con el objetivo de obtener una recomendación para el templo para realizar bautismos por los muertos. Este objetivo le permitió cambiar su enfoque de lo que no debía hacer a la persona en la que quería convertirse.
Ashly adquirió un sentido de propósito que no había tenido cuando su misión era únicamente mantenerse limpia. “Esa experiencia en mi vida ilustró muy claramente el poder habilitador de la expiación del Salvador”, dice.
El propósito que Ashly sintió la llevó a un fuerte sentido de pertenencia al evangelio de Jesucristo. Su pasado, reclusa y adicta a las drogas, no cambiaba su identidad divina.
Volver al evangelio la ayudó a encontrar la fuerza que no había tenido antes para permanecer en el camino de la sobriedad y la fe.
“El hecho de estar en la Iglesia, ellos querían algo de mí, me pedían cosas”, explica Ashly.
“Necesitaba esa responsabilidad. Necesitaba que alguien me necesitara y que necesitara mis esfuerzos. Y necesitaba participar en algo por elección, no porque tuviera que hacerlo, eso fue transformador para mí”, relata.
Dios ama el esfuerzo

Ashly en su nueva vida centrada en el Salvador. Créditos: Ashly Stone
Ashly notó cambios tan positivos en su vida debido a su participación en la Iglesia y el templo que quería seguir progresando. “La vida fue mejorando cada vez más”, explica. Recibió su propia investidura y se casó con su esposo en el templo.
“Esta Iglesia tiene expectativas de ustedes”, declaró el presidente Gordon B. Hinckley. Agregando:
“Las personas responden a eso. Aceptan con agrado la oportunidad de prestar servicio y, al hacerlo, crecen en su capacidad, en su comprensión y en sus aptitudes para hacer las cosas y hacerlas bien”.
El evangelio restaurado de Jesucristo requiere esfuerzo de nuestra parte, lo cual conduce al crecimiento personal y espiritual. El Salvador enseñó en Mateo 16:24-25: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”.
Y Ashly siente que esa enseñanza ha transformado su destino:
“Nunca me he sentido más libre en toda mi vida que cuando he puesto todo mi corazón y mi vida en el evangelio de Jesucristo. Regresar a la Iglesia (…) me salvó la vida”.
La asistencia a la Iglesia, un llamamiento y la adoración en el templo pueden parecer cosas pequeñas, pero su impacto para bien en nuestras vidas es incalculable.
Aunque pienses que tú o tu ser querido ya no pueden regresar, recuerda que para Dios no hay imposibles. Y que nos ofrece oportunidades infinitas.
Fuente: LDS Living
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