Diariamente tomamos decisiones, algunas quizás menos complejas que otras, pero todas necesarias. Hay momentos en los que nuestras decisiones son muy cruciales ya que pueden afectar nuestro futuro en gran medida. ¿Cómo decidir correctamente?
Allí es donde recurrimos a la opinión de algún familiar o amigo con más experiencia, pero lo cierto es que no hay nadie mejor que Dios para aconsejar. Sin embargo, puede que reconocer una respuesta de Él sea más complejo de lo que imaginabas. ¿Será que Dios no responde?
Una nueva manera de escuchar

Escuchar a Dios no es para nada sencillo, pero podemos confiar en que Él siempre tendrá una respuesta para nosotros. La clave está en aprender a escucharlo. El élder Dale G. Renlund nos comparte una nueva forma de escuchar a Dios en su libro “Aprendiendo a escuchar”.
“Podríamos sentirnos tentados a simplemente preguntar: ‘Padre Celestial, ¿qué debo hacer?‘. Una mejor estrategia es formularle preguntas más específicas. Nos resulta más fácil escucharlo y comprender sus respuestas cuando puede responder Sí o No”, menciona el élder Renlund.
Esto sugiere que Dios también requiere saber nuestras intenciones para inspirarnos a tomar las mejores decisiones. De esa forma es como llega la revelación, cuando meditamos personalmente y le presentamos a Dios nuestras opciones.
Mientras te esfuerzas por adaptar esa nueva forma de escuchar, jamás olvides la promesa del Señor:
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. (Mateo 7:7)
Usando nuestro albedrío

Una de las razones por las que esta nueva forma de escuchar propuesta por el élder Renlund es tan efectiva es porque nos permite usar nuestro albedrío. ¡Piénsalo por un momento! ¿Preguntarle a Dios lo que debes hacer sería usar el albedrío? Si tu respuesta es “No”, estás en lo correcto.
En cuanto a esto, el presidente Dallin H. Oaks enseñó:
“El deseo de ser guiado por el Señor es una fortaleza, pero debe ir acompañado de la comprensión de que nuestro Padre Celestial deja muchas decisiones a nuestra discreción. La toma de decisiones personales es una de las fuentes del crecimiento que debemos experimentar en la vida terrenal.”
El Padre Celestial nos ha dado el albedrío porque confía en nuestra capacidad para decidir por nosotros, es por eso que es difícil que Él te responda a un “Padre Celestial, ¿qué debo hacer?”
En cambio, Él desea que nos acerquemos con un “Padre Celestial, he meditado en esta decisión y siento que debo hacer esto, ¿es correcto?”. Brindarle opciones específicas es un ejercicio de nuestro albedrío y una muestra de fe que nos prepara para recibir una respuesta.
La transformación que viene al meditar

Meditar nos brinda un enfoque diferente en la toma de decisiones porque nos da la oportunidad de evaluar qué decisión tendrá un mayor impacto. Una vez que hacemos eso, nuestro trabajo termina y empieza el del Señor.
Es más fácil para Él confirmar con base en lo meditado que meditar por nosotros. Sus confirmaciones pueden sentirse como una paz si es lo correcto o una advertencia si no lo es. El Señor declaró:
“Debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien. Mas si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino que te sobrevendrá un estupor de pensamiento que te hará olvidar lo que está mal”.
Así vemos que para escuchar a Dios, primero debemos meditar en nuestra mente y luego preguntarle. Cuando participamos activamente en el proceso de toma de decisiones, la revelación siempre llega y Su voz es más clara, así como la decisión a tomar.
Fuente: LDSLiving


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