Si en este preciso momento estás pensando en que es muy difícil o complicado cumplir con las metas que tienes, permítete compartir una experiencia y una lección personal del élder Jeffrey R. Holland, uno de los principales líderes de los Santos de los Últimos Días.
“Recuerdo un día de otoño —creo que esto fue el primer semestre, después de que nos casamos en 1963— estábamos caminando juntos subiendo la colina un poco más allá del edificio Maeser en la acera que conduce a la casa del rector y el edificio Brimhall en el campus de la Universidad Brigham Young.
En algún lugar del camino nos detuvimos y nos cuestionamos el plan que nos habíamos trazado para nuestra vida. Ese día la vida parecía tan abrumadora, los años de licenciatura más los años de posgrado que todavía teníamos por delante parecían cuantiosos y difíciles de alcanzar.
Nuestro mutuo amor y nuestro compromiso con el Evangelio eran fuertes; sin embargo, la mayoría de todas las cosas temporales a nuestro alrededor parecían particularmente inquietantes.
En un punto del camino que probablemente aún hoy podría indicarles a ustedes, me di la vuelta hacia Pat y le dije algo como esto: “Cariño, ¿deberíamos darnos por vencidos?
Puedo conseguir un buen trabajo y ganar lo suficiente para que nosotros podamos vivir. Puedo hacer algunas cosas; voy a estar bien sin un título. ¿Deberíamos dejar de intentar culminar lo que ahora parece tan difícil de lograr?”.
En mi mejor recreación de la esposa de Lot, dije, básicamente, “Volvamos Vamos a casa. El futuro no tiene nada para nosotros”.
Entonces, mi amada y pequeña esposa hizo lo que ha hecho por más de cincuenta y dos años desde aquel entonces. Me agarró por las solapas de mi chaqueta y dijo: “No vamos a regresar; no vamos a regresar a casa. El futuro tiene todo para nosotros”.
Se paró ahí en la luz del sol de aquel día y me habló con firmeza. No recuerdo que ella haya citado a Pablo, pero definitivamente hubo mucho de cierto en su voz al decir que ella estaba comprometida a dejar a un lado todo lo pasado con el fin de “[proseguir] a la meta” y obtener el premio que Dios tenía para nosotros en el futuro.
Esta fue una demostración viva de la fe. Fue “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Así que nos reímos, seguimos caminando y terminamos compartiendo un refresco —un vaso con dos pajillas— en el entonces recién construido Centro Wilkinson.
Recuerden mis queridos jóvenes, el futuro tiene todo para ustedes. Sean fieles, crean y el Señor les bendecirá”.
Espero que al igual que élder Holland y su amada esposa Patricia, puedas seguir desarrollando tu fe en el Señor y en las promesas y bendiciones que Él guarda para ti. No desistas.
Y para confirmar mi invitación, finalmente, el élder Holland recibió su licenciatura y su maestría en Inglés y en Educación Religiosa en la Universidad Brigham Young. Obtuvo los títulos de Maestría y Doctorado en Filosofía en el área de Estudios Americanos en la Universidad Yale y desde 1980 hasta que fue llamado a ser Autoridad General en 1989, sirvió como el noveno rector de la Universidad Brigham Young en Provo, Utah.