En su más reciente producción, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días presenta un conmovedor video musical del Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, esta vez acompañado por un coro de niños que interpretan con profunda sensibilidad la canción “Getsemaní”.

La interpretación es hermosa, sí, pero lo que realmente ha tocado los corazones de miles de personas no es solo la música… sino una escena breve, sencilla y profundamente poderosa.
Un niño, con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada, expresa su amor por Jesucristo. Ese niño es Andrew King, de Farr West, Utah.
Y por unos segundos, su rostro dijo más que mil palabras. Una imagen que ha quedado grabada en el alma de quienes vieron hasta el final.

Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Andrew no solo cantó con fuerza y ternura. También compartió una verdad que, por su edad, muchos no esperarían escuchar con tanta claridad. Durante una entrevista detrás de cámaras, mientras hablaba de lo que significaba para él cantar “Getsemaní”, Andrew dijo algo que dejó a todos en silencio:

“Jesucristo sabe cómo te sientes y se tomó el tiempo de sentir tu dolor… no solo el de todos los demás, sino el tuyo. Él pasó personalmente por lo que tú pasas. Y eso es tan importante, porque a veces parece que nadie entiende, pero alguien sí tomó el tiempo de sufrir por ti”.

A medida que hablaba, sus ojos se llenaron de lágrimas. No fue un llanto escandaloso. Fue ese tipo de emoción que se escapa cuando el corazón no puede sostener todo lo que está sintiendo. Una emoción que no necesita palabras para ser entendida. Su rostro, sus lágrimas y su testimonio silencioso dijeron más que cualquier discurso.

“Espero que la gente sepa que Jesús siempre está ahí para ellos”, dijo Andrew, todavía conmovido. “Que sin importar lo que pase, pueden confiar en Él. Y espero que puedan sentir ese testimonio cuando cantamos esta canción”.

Sus palabras no tienen adornos ni fórmulas. Son reales. Y vienen de un corazón que, aunque pequeño, ha entendido algo profundo: que el amor del Salvador es individual. Cercano. Vivo.

Ver este video no es solo presenciar una canción. Es experimentar un testimonio. Es recordar que en medio de nuestras propias lágrimas, hay un Salvador que ya lloró por nosotros y aún nos sigue amando.

Fuente: newsroom.churchofjesuschrist.org

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