“Mi Padre Celestial me ama”, es el título de una canción de la Primaria que cuenta tiernamente las bellezas de la Tierra y nos invita a reflexionar sobre la relación de la naturaleza con el amor que Dios siente por nosotros.
Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
El medio ambiente nos enseña valiosas lecciones espirituales sobre el crecimiento, la resiliencia y la esperanza. Así como una semilla brota de la Tierra y las estaciones cambian, podemos encontrar fuerza y renovación en nuestras propias vidas, las cuales son muestras del amor y la guía de nuestro Padre Celestial.
1. Evidencia de Dios
Todo cuanto hay en la Tierra indica que hay un Dios. Imagen: Pinterest
En el Libro de Mormón, la naturaleza cobra un rol trascendental para refutar a uno de los anticristos más audaces en tierras nefitas. En el capítulo 30 de Alma, se relata la historia de Korihor, quien fue capaz de alejar a una gran cantidad de justos que se hallaban en paz hacia un estado de pecado.
En el versículo 18, se lee:
“Y así les predicaba, desviando el corazón de muchos, haciéndoles erguir sus cabezas en su iniquidad; sí, incitando a muchas mujeres, y también hombres, a cometer fornicaciones, diciéndoles que cuando moría el hombre, allí terminaba todo” (Alma 30:18).
Korihor emplea diferentes artimañas y filosofías seculares, como la restricción de la libertad por parte de la religión o el lucro de las autoridades eclesiásticas sobre el pueblo.
Sin embargo, Alma hijo, entonces juez superior, responde con majestuosidad y sencillez a la vez al enseñar que la mayor prueba de la existencia de Dios es la naturaleza que nos rodea.
“Las Escrituras están delante de ti; sí, y todas las cosas indican que hay un Dios, sí, aun la Tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su movimiento, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo” (Alma 30:44).
2. Expresión de divinidad
Apreciar las maravillosas creaciones de la Tierra son una fuente importante de paz. Imagen: Canva
También nuestras Autoridades Generales han destacado en diferentes oportunidades el poder y la maravilla de la naturaleza, como expresión del amor que siente nuestro Padre Celestial sobre cada uno de Sus hijos, además de ser una fuente de paz en un mundo caído y convulsionado.
Así lo señaló el élder M. Russell Ballard, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles:
“Para venerar verdaderamente al Creador, debemos apreciar Sus creaciones. Debemos planear dedicar tiempo a observar las maravillas de la naturaleza”.
Una reflexión similar comparte el obispo presidente Gerald Caussé:
“Nuestra interacción con la belleza de la naturaleza que nos rodea puede producir algunas de las experiencias más inspiradoras y deleitables de la vida. Las emociones que percibimos inspiran un profundo sentimiento de gratitud hacia nuestro Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo”.
3. Defensores de la Tierra
Tenemos la sagrada responsabilidad de preservar la Tierra. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
En ese sentido, no podemos olvidar que las gloriosas creaciones de la Tierra fueron hechas con el propósito de satisfacer nuestras necesidades; por lo tanto, al cuidar la Tierra, también estamos cuidando a Sus hijos y demás creaciones.
El presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos Últimos Días, Russell M. Nelson enseñó:
“En calidad de beneficiarios de la creación divina, ¿qué debemos hacer? Debemos cuidar la Tierra, ser mayordomos sabios de ella y conservarla para las futuras generaciones. Además, debemos amarnos y cuidarnos los unos a los otros”.
Para poder proteger y disfrutar en armonía colectiva de las maravillosas creaciones de este mundo, podemos pensar en cómo nuestras decisiones actuales sobre el planeta podrían afectar a todos los hijos de Dios ahora y en el futuro, no solo a nosotros mismos.
En la Liahona de marzo de 2021, se nos comparten diferentes maneras en las que podemos conservar la naturaleza de una forma consciente, entre las que destaca vivir la Palabra de Sabiduría:
“Es bastante fácil ver la conexión entre la Tierra y lo que comemos. Podemos ayudar a cuidar las creaciones de Dios al vivir la Palabra de Sabiduría. Esto incluye comer frutas y granos, pero también usar la carne limitadamente y con gratitud”.
Y, tú, ¿cómo escuchas mejor las lecciones espirituales que la naturaleza te ofrece en la vida cotidiana?
Fuente: LDS Daily
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