Nuestra fe crece al ponerse a prueba a través de los desafíos de la vida. Pero, ¿y si a esos desafíos se les suman discapacidades físicas? Muchos dirían que la fe no es suficiente para “sobrevivir”, pero ¿y si en realidad no fuera así?
Historias como las de Lamar Folkett, un joven de 20 años que nació con parálisis de la cintura para abajo, demuestran que, sin importar nuestras condiciones, la fe siempre nos acerca a los cielos.
Su vida te recordará que si tienes alguna limitación física, emocional o incluso espiritual, y sientes un peso más grande de lo que podrías soportar, tú también puedes acercarte a los cielos.
La historia de Lamar Folkett

Desde pequeño, Lamar soñó con ser parte del ejército de la Real Fuerza Aérea. Pero nació con espina bífida, una condición que impidió el desarrollo normal de su columna produciéndole una parálisis. Al enterarse de esto, su sueño tuvo que tomar otro rumbo irremediablemente.
Cuando parecía que todas las puertas estaban cerradas para él, aun así, sintió una conexión especial con el cielo que se negó a perder.
Fue entonces cuando su mamá encontró Aerobility, una organización británica que enseña a personas con discapacidad a pilotar aviones. En ese momento, Lamar inició otro sueño: ser un piloto de avión.
Luego de siete años de entrenamiento, adaptaciones y mucha fe, logró hacer ese sueño realidad. Más que una hazaña, volar para él tiene un significado espiritual:
“Es casi como estar más cerca del cielo”.

Aunque en tierra los reflejos de Lamar son lentos, en el aire sucede todo lo contrario: su mente se activa, su cuerpo responde y su reacción es precisa.
Ha tenido encuentros peligrosos con aves y otras aeronaves, pero en todo momento, según indica, fue protegido. Él atribuye esa protección a la intervención de los cielos:
“Mi Padre Celestial sabe que esto es algo que amo, por eso me da la capacidad de hacer las cosas bien”, expresa Lamar.
Esa conexión con los cielos fortalece su testimonio de la realidad de Dios y de que Él, en realidad escucha cuando la fe vence el miedo.
Su inspiración y su fe

Cuando no está volando, Lamar es voluntario en el Centro de Visitantes del Rey Ricardo III. Y quizá lo que más lo impulsa a servir es este dato curioso: ese rey histórico del Reino Unido tenía escoliosis.
Para Lamar, saber eso es una inspiración para evitar limitar sus aspiraciones solo por su parálisis. Con esperanza, él afirma:
“Si él tenía escoliosis y pudo hacerlo, ¿qué puedo hacer yo? Obviamente, bastante”.
Esa convicción lo ha llevado a desarrollar su fe en otros escenarios a parte del cielo por donde pilotea como, por ejemplo, la universidad.
A pesar del desánimo, las tentaciones y las complicaciones por su discapacidad para tener éxito en los estudios, ha encontrado una forma de mantener su fe viva: escuchando música del Coro del Tabernáculo.

La música sagrada según Lamar, “le da cuerda para llegar al cielo” mientras se esfuerza por estudiar. Además, este año, él también tomó una decisión crucial: recibir su investidura en el templo luego de mudarse a una residencia con apoyo.
A pesar de que su madre le sugirió esperar para hacer estos cambios, la respuesta de Lamar siempre fue clara:
“Quiero hacer lo que el Señor quiere que haga”.
A pesar de sus cortos 20 años, Lamar ha aprendido a seguir la voz del Señor y ya sea en el cielo o en la tierra, su fe siempre dirige sus actos.
Una lección de vida para todos

A pesar de todo lo que está logrando, para Lamar es evidente no sentir “momentos oscuros” debido a la realidad de su discapacidad. Sin embargo, su lucha y su ejemplo nos recuerdan las palabras del élder Henry B. Eyring en la Conferencia General de octubre de 2017 cuando declaró:
“Se necesita una fe aun más grande para creer que el Señor ha llamado a siervos humanos imperfectos para guiarlos”.
Para Lamar, estas “limitaciones” como su parálisis no son muros, sino maestros y, así como enseñó el élder Eyring, el Señor se vale de ellas para que trabajemos en Su obra y logremos grandes cosas con Su ayuda.
Su historia es el mayor ejemplo de esa verdad en acción porque aunque no puede usar sus piernas, ha aprendido a elevarse y sostenerse por algo más fuerte que el cuerpo: la fe.
Ahora, la invitación que deja Lamar es simple y directa: ¿Qué puedes hacer tú, con lo que tienes hoy, para elevarte más? Piensa en eso por un momento y actúa recordando que aun con la esperanza rota, siempre puedes volar más alto con la ayuda de Dios.
Fuente: Church News
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