Muchas familias de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días conocen una historia sobre los Tres Nefitas, ya sea que venga de su árbol genealógico o porque las ha escuchado.
Al igual que las historias de visitas de ángeles o las historias de los Santos de los Últimos Días que presenciaron milagros, ¡hay muchas historias sobre los Tres Nefitas!
Aquí te comparto 5 experiencias que de seguro no conocías. ¡Empecemos!
1. “Ahora ya lo sabes”
En una publicación de “The Latter-day Saints Millennial Star”, se encuentra la historia de Benjamin Brown:
“Como que encontré que se decía que los Tres Nefitas tenían el poder de mostrarse a cualquier persona que quisieran, judíos o gentiles, le pedí al Señor que me permitiera verlos como testigos de la veracidad del Libro de Mormón. Hice un convenio con Él, que si cumplía mi petición, predicaría [el evangelio] incluso a costa de mi vida si fuera necesario.
El Señor escuchó mi súplica y, aproximadamente cinco días después, dos de los Tres [Nefitas] me visitaron en mi habitación. No los vi venir, pero los encontré allí.
Uno me habló por un momento y me reprendió por mi comportamiento cuando asistí por primera vez a la reunión de los Santos porque había tratado con ligereza el don de lenguas.
Me dijo que nunca, mientras viviera, lo hiciera de nuevo, porque había entristecido al Espíritu del Señor, por cuyo poder se había dado ese don.
Este personaje habló en el idioma Nefita, sin embargo, pude entender, por el Espíritu que lo acompañaba, cada palabra tan claramente como si las hubiera dicho en [mi idioma]… Quedé mudo ante el hombre que me reprendía, porque sabía que tenía razón y me sentía merecedor de ello.
Cómo se fueron estos hombres, no lo sé, pero inmediatamente después de que se retiraron, el Espíritu del Señor me dijo: “¡Ahora lo sabes por ti mismo! ¡Has visto y escuchado! Si ahora te apartas, no habrá perdón para ti”.
2. “No me dijo su nombre”
La experiencia de Joseph Wood fue muy especial, aunque no se le permitió revelar todo lo que escuchó:
“Oré durante seis años para tener el privilegio de recibir la visita de uno de [de los Tres Nefitas], si no más. Eso es mucho tiempo, ¿verdad? Normalmente nos cansamos y nos rendimos antes de que suceda, pero mi fe era así de fuerte…
En una tarde de invierno, hace 49 años de ese invierno [de 1890], estaba cortando leña en la nieve… cuando vi a un hombre acercarse por la calle. Me dio la impresión de que era uno de los Tres Nefitas, así que lo observé mientras seguía cortando leña…
Se acercó a mí y me dijo: ‘Joven, he venido a hablar con usted. Entremos a su casa, tengo algo que mostrarle y que hablar con usted’.
No lo había invitado a mi casa, él se dirigió a mi casa y me abrió la puerta… No puedo relatar todo lo que me dijo; los afectaría demasiado. Estuve alrededor de media hora conversando con ese hombre.
Habló de nuestros templos. Habló de las perturbaciones que habían surgido en la Iglesia y me hizo entender el hecho de que el Dios Todopoderoso, el Padre Eterno, nunca nos daría nada que superara o excediera el Libro de Mormón. Aquello fue lo más grande que jamás llegó al pueblo de esta dispensación como guía.
Le pregunté con insistencia cuál era su nombre. En ese entonces no sabía que la profecía en el Libro de Mormón decía que nunca se conocerían sus nombres (3 Nefi 28:25). Así que cuando le pregunté cuál era su nombre para saber quién era, no me respondió”.
3. “Un trozo de pan”
La siguiente historia es bastante asombrosa, porque muestra a uno de los Nefitas haciendo exactamente lo que Moroni había hecho.
“En la época del primer establecimiento de Payson, Utah, un hombre… fue enviado a la misión a Alemania, mientras su esposa se quedó en Payson para administrar las tierras bastante aisladas que tenían.
Una mañana de invierno… un hombre mayor y alto llamó a su puerta. La señora se sorprendió al ver a un desconocido en esta región escasamente poblada y lo invitó a pasar. Él le dijo que había viajado mucho y tenía mucha hambre.
La comida nunca era abundante en esa casa y el hecho de que fuera pleno invierno causaba aún más escasez. Sin embargo, la buena mujer envolvió algo de pan en un viejo paño con un patrón peculiar y se lo ofreció al desconocido.
El anciano le agradeció y se fue. La mujer lo siguió hasta la puerta y descubrió que había desaparecido sin dejar ninguna huella en la nieve. Este incidente ocurrió un día antes de Navidad, y ese hecho, junto con lo extraño de toda la situación, hizo que la joven mujer recordara la fecha.
Varios años después, un día después de que su esposó retornó, aquella mujer lo ayudó a desempacar sus pertenencias cuando encontró, cuidadosamente doblado en un rincón de su baúl, el mismo pedazo de tela peculiar en el que había envuelto el pan para aquel hombre desconocido.
Su esposo le relató lo siguiente: ‘Sucedió un día antes de Navidad… El dinero que se suponía que pagaría mis gastos se había retrasado varios días, estaba solo y sin un centavo en una ciudad desconocida. No había comido en dos días…
Al levantar la mirada, vi a un hombre mayor y alto caminando hacia mí. Me aparté para dejarlo pasar, pero me tomó del brazo y sacó un paquete envuelto en este trozo de tela de su bolsillo para luego colocarlo en mi mano.
Luego me dijo: ‘Ve a la oficina postal. Ahora mismo tu dinero te espera’. Sin decir otra palabra, se dio la vuelta y desapareció en una esquina cercana… Abrí el paquete y encontré en su interior la mitad de un pan fresco. Más tarde fui a la oficina postal y recibí el dinero, tal como él había dicho’”.
4. “¿Puede ayudarme?”
En muchas de las historias, los Nefitas pueden brindar sanación. A veces es algo pequeño, como la experiencia de Mary Wells Whitney:
“Al escuchar que sonaba el timbre de la puerta, me dirigí a abrirla. Encontré a un hombre mayor, con cabello y barba blancos, vestido con elegancia, parado recto como una flecha y completamente respetable en apariencia y modales.
Me preguntó si podía ayudarlo. Le dije que no tenía dinero, pero que si necesitaba comida, con gusto le daría algo. Él respondió: ‘Estaría muy agradecido’.
La respuesta inusual me sorprendió un poco, pero en ese momento estaba muy ocupada, así que no le presté mucha atención. Lo conduje a la cocina… le extendí lo que tenía delante y lo dejé sentado en la mesa.
Mis niños pequeños estaban jugando allí en ese momento y les dije que se quedaran con el extraño y lo atendieran mientras yo regresaba a mis quehaceres en el piso de arriba.
Después de un rato, escuché el ruido de pies corriendo por las escaleras. Ahí venían los niños, todos sin aliento y emocionados, el mayor exclamando: “Mamá, apuesto a que era uno de los Tres Nefitas”. Yo le pregunté: “¿Qué te hace pensar eso?”.
Luego, mi segundo hijo dijo que tenía un dolor en sus dientes cuando llegó el visitante: “Tenía la mano sobre mi rostro y él me preguntó qué me pasaba, le dije que tenía dolor de muela, y entonces me dijo ‘No te dolerá más’ y me dejó de doler en ese momento y no me ha dolido desde entonces”.
Los niños también me contaron que cuando el desconocido se fue, dijo: ‘La paz sea con ustedes y con su casa’. También relataron cómo corrieron detrás de él, pero cuando lo buscaron en la calle y por el patio trasero, no pudieron verlo en ninguna parte”.
5. “Pasajes de las Escrituras”
Los Tres Nefitas no han olvidado la obra misional. Esta historia es realmente muy interesante, relata cómo uno de los Tres Nefitas sembró la semilla para que el élder John Morgan pudiera cosecharla.
“Cuando el élder John Morgan salió del bosque, se encontró con un hermoso valle cubierto de un otoño esplendoroso. Sintió que nunca había visto un paisaje así de hermoso.
Ya no se preocupó por no haber ido a Roma para una reunión. Lo tomó todo como parte providencial de esta experiencia. Estaba emocionado y sentía que algo muy importante estaba a punto de suceder; que la promesa que se le había dado en un sueño estaba a punto de cumplirse.
Aceleró el paso.
En una bifurcación en el camino, se encontró con un hombre a quien le hizo algunas preguntas. Supo que Haywood Valley tenía alrededor de 25 familias de prósperos agricultores. Sintió la fuerte impresión de detenerse en la primera casa que encontrara.
La dueña de la casa respondió. Cuando le explicó su misión, lo invitó a entrar y lo recibió con gusto… El padre de familia acababa de regresar de trabajar en el campo por lo que se preparó la cena y se invitó al élder Morgan a unirse a comer con toda la familia.
Después de cenar y las tareas de la tarde, la familia se reunió en la sala de estar, donde, por invitación, se abordaron temas del Evangelio. Él pudo expresarse libremente al explicar las verdades de la Biblia, los primeros principios y el plan de salvación preparado por Dios para la redención de Sus hijos.
Sin darse cuenta, llegó la medianoche. Se le invitó a pasar la noche, pero antes de concluir el festín religioso de esa noche, el padre sacó la Biblia y la abrió en los pasajes que el élder Morgan había estado leyendo y explicando.
Cada referencia y cita que había compartido esa noche sobre el plan del evangelio estaba subrayada en rojo en esa antigua Biblia.
Cuando el padre procedió a señalar los pasajes marcados en rojo, le costaba trabajo contener la emoción que sentía mientras continuaba relatando que un desconocido los había visitado hacía unos diez días.
No sabían de dónde provino, no sabían su nombre ni a dónde se fue después de dejarlos. Lo que sí sabían era que estaba bien vestido y tenía una personalidad muy agradable.
Este desconocido pasó un tiempo con ellos y marcó numerosos pasajes en la Biblia. Luego, lo más extraño de todo, les dijo que en pocos días otro hombre los visitaría para explicar en detalle y con gran claridad el significado de los versículos marcados y el propósito de esta vida y la vida eterna”.
Este tipo de historias abundan en la comunidad de Santos de los Últimos Días, ¿cuál fue tu historia favorita? Y si tienes una historia sobre los Tres Nefitas, compártela en los comentarios.
*Imagen de portada: “Christ with Three Nephite Disciples” por Gary L. Kapp
Fuente: Home Teaching
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