El pasado martes 30 de septiembre, la costa de la provincia de Cebu en Filipinas, se convirtió en el escenario de un gran desastre provocado por un devastador terremoto de magnitud 6,9, el cual destruyó todo a su paso.

Según Deseret News, la tragedia ocasionó la muerte instantánea de 69 personas y dejó a 200 heridos, además de múltiples daños y destrucciones de docenas de edificios y carreteras. Sin embargo, en medio de la angustia, los miembros de la Iglesia de Jesucristo se están levantando para brindar paz y esperanza a quienes han sufrido gravemente tras el desastre.

El valor y el ejemplo de estos santos están demostrando su compromiso con el Salvador cuando el profeta Alma declaró:

“Estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras; sí, y estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo”.

Corazones fortalecidos tras la destrucción

Muchos se reúnen en un centro de reuniones de la Iglesia en Cebú. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

La destrucción del terremoto fue masiva, afectando calles, escuelas y, sobre todo, viviendas que quedaron inhabitables, obligando a muchos a abandonar sus hogares, entre ellos, a miles de santos en Cebu.

A fin de fortalecer a los damnificados, los centros de reuniones de la Iglesia de Jesucristo se convirtieron en refugios de emergencia donde se proporcionó alimento y abrigo a quienes perdieron sus viviendas. El socorro proporcionado por estos miembros nos recuerda que:

Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida y se deslicen los montes al fondo del mar”. (Salmo 46:1-2)

A pesar de las réplicas de los terremotos, las personas encontraron un refugio seguro ante el peligro a través de una fe fuerte y firme en Dios.

El servicio sana a ambas partes

Jóvenes y adultos distribuyen suministros de socorro para los damnificados. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Por otro lado, el servicio se vivió en su máximo esplendor mediante los actos de los miembros de la Iglesia de Jesucristo en las estacas de Cebu, quienes recolectaron alimentos, agua, kits de higiene y materiales para refugios temporales, todo con el fin de socorrer a los más necesitados.

Jóvenes y adultos jóvenes se encargaron de distribuir los suministros recolectados y todos juntamente colaboraron para atender a las familias afectadas. Aquellos actos de servicio fueron una verdadera bendición. El apóstol Santiago enseñó:

“La fe sin obras es muerta.

Y en esta oportunidad, aquellos santos fieles y serviciales demostraron que la fe está viva más que nunca en Cebu. Cada suministro entregado y cada refugio temporal construido fue una expresión de lo que significa ser un discípulo de Jesucristo en estos tiempos modernos.

La fe transformada en refugio

Miembros construyen refugios temporales. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

El Salvador afirmó que:

En el mundo tendréis aflicción. Pero confiad; yo he vencido al mundo”.

Los eventos transcurridos tras la tragedia del terremoto en Cebu no fueron más que un cumplimiento de aquella promesa del Señor Jesucristo, además de una prueba de que, a pesar de vivir tragedias, podemos escoger ser buenos samaritanos que decidan servir en lugar de autocompadecerse.

A pesar de haber hecho todo esto, la Iglesia de Jesucristo sigue uniendo sus fuerzas con el gobierno para localizar y atender las necesidades más urgentes, lo cual es un llamado a nosotros para hacer lo mismo.

Así como los santos filipinos, nosotros también podemos ser fuentes de consuelo que alivien las presiones y las cargas en nuestro entorno.

No es necesario esperar desastres naturales, sino que cada día podemos fortalecer a los demás mediante sencillos actos de servicio que produzcan grandes milagros.

Fuente: ChurchNews

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