“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado estará sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”. (Isaías 9:6)
Cuando estaba terminando mi servicio misional, días antes de la Navidad, asistí a mi última conferencia con mi presidente de misión y su esposa. Yo estaba sentado al fondo y acababa de terminar de compartir mi testimonio.
Mi presidente se dirigió a todos nosotros y dijo una frase que hasta el día de hoy sigue marcada en mi mente y mi corazón:
“Amados élderes y hermanas, Jesucristo es el mejor regalo que pueden recibir”.
Entendí que el nacimiento de Jesucristo era la mayor dádiva y el mejor regalo que toda la humanidad pudo haber recibido en toda su historia.
Entendí que el mejor regalo de la Navidad fue, es y siempre será Jesucristo.
Me conmueve imaginar cómo Jesucristo, el Hijo de Dios, vino humildemente a este mundo como un bebé en un pesebre. No hay otra historia tan hermosa que pueda conmover el alma con tal profundidad.
La hermana Cordon, anterior presidenta general de las Mujeres Jóvenes, compartió:
“Jesucristo fue y es nuestro primer y eterno regalo de Navidad. Testifico de esta verdad: Él nació, vivió y murió por nosotros, y aún vive”.
No me sorprendería saber que Jesucristo aceptó sin dudar el venir a la Tierra, por más que sabía lo que le deparaba el futuro al tener que sudar gotas de sangre, ser torturado y posteriormente crucificado por nosotros.
Pero sí se me pone la piel de gallina al imaginar cómo se sintió el Padre Celestial cuando mandó a Su Hijo a nacer como un bebé indefenso en las condiciones más humildes que podemos imaginar.
¿Se imaginan el amor que tiene el Padre Celestial por nosotros al mandar a Su Hijo amado? El Padre también sabía lo que le esperaba a Jesús, pero aun así decidió enviarlo, porque nos amaba, porque su amor por cada uno de nosotros es igual que Su amor por nuestro Salvador.
¿Ahora entienden por qué es el mejor regalo que hemos podido recibir?
Pensemos en esto, ¿qué sería del mundo sin Jesucristo?
No hubiera efectuado la Expiación perfecta por toda la humanidad mediante Su sangre y Su muerte en la cruz. Es decir, no tendríamos la oportunidad de ser perdonados, y por ende, estaríamos perdidos por la eternidad.
Además, se levantó de los muertos, asegurando así la resurrección de todo el género humano.
Nuevamente, sin Jesús, toda la humanidad no tendría la opción de obtener el milagro del perdón y la oportunidad de una segunda vida.
El profeta Jacob lo explicó perfectamente:
“¡Oh cuán grande es la bondad de nuestro Dios, que prepara un medio para que escapemos de las garras de este terrible monstruo; sí, ese monstruo, muerte e infierno, que llamo la muerte del cuerpo, y también la muerte del espíritu!” (2 Nefi 9:10)
Gracias al nacimiento de Jesucristo, la gran dádiva de la Navidad, tenemos Su ejemplo maravilloso y enseñanzas que hasta el día de hoy perduran en beneficio del hombre y la mujer.
En esta Navidad, compartamos esta gran dádiva y las buenas nuevas que trae el nacimiento del niño Jesús.
Iluminemos el mundo y, al igual que pude experimentar varios años atrás, testifiquemos de que Jesucristo es el mejor regalo que alguien puede recibir.