Apenas 11 años tenía el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, cuando su familia se vio forzada a huir a Alemania Occidental, debido a que su padre fue víctima de persecución por ser un disidente político.
Los Uchtdorf eran parte de los aproximadamente 2,5 millones de alemanes orientales que escaparon a Alemania Occidental entre 1949 y 1961, durante la construcción del Muro de Berlín.
Un periodo de hostigamiento que no solo llegó a la política, sino también al ámbito espiritual, tal como lo describe un artículo de Church News del 2012:
“Se establecieron restricciones sobre cómo los miembros podían celebrar sus cultos. El Estado exigía que se notificaran las reuniones e incluso supervisaba los servicios dominicales.
No se permitía la entrada al país de las Escrituras, los manuales, los libros de referencia y hasta los himnarios. En un momento dado, se quemaba toda la literatura no autorizada. Muchas congregaciones incluso carecían de un liderazgo establecido”.
38 años tuvieron que transcurrir hasta que, el 9 de noviembre de 1989, se derribó el muro que se había convertido en el símbolo de la Guerra Fría: la frontera fue abierta y los alemanes del Este pudieron viajar libremente hacia el Oeste.
“Conservo un trozo del Muro de Berlín en mi oficina para recordarme este gran milagro”, escribió el élder Uchtdorf en las redes sociales. “Nunca pensé que sucedería en mi vida”, agregó.
Los Santos de los Últimos Días en Alemania han demostrado décadas de “humilde coraje” y “amorosa persistencia”, lo que ha hecho avanzar a la Iglesia en Alemania, dijo el élder Uchtdorf después de regresar de una visita a Berlín en 2018.
El milagro de un templo en Alemania
Tras la construcción del Muro de Berlín en 1961, los Santos de los Últimos Días en Alemania Oriental quedaron en condiciones difíciles.
No había patriarcas, la obra misional estaba prohibida y el muro impedía que los miembros de la Iglesia visitaran el Templo de Suiza, el único templo de Europa. Sin embargo, los miembros aislados y desgarrados por la guerra seguían reuniéndose y fortaleciéndose mutuamente.
En 1968, el entonces élder Thomas S. Monson visitó la República Democrática Alemana y se reunió con miembros de la Iglesia en la ciudad de Görlitz.
Impresionado por su fe inquebrantable y su confianza en el Señor, el joven apóstol y futuro presidente de la Iglesia hizo una audaz promesa al pueblo:
“Si permanecéis fieles y leales a los mandamientos de Dios, todas las bendiciones que cualquier miembro de la Iglesia disfrute en cualquier otro país serán vuestras”.
El élder Monson regresó en 1975 para dedicar el terreno a la obra del Señor. En su oración dedicatoria, pidió muchas bendiciones específicas para los miembros de Alemania Oriental; entre ellas, una manera de recibir las bendiciones del templo.
En su diario, el élder Monson registró varias experiencias que le confirmaron que la obra del Señor seguiría adelante con fe.
Los miembros locales; entre ellos, Henry Burkhardt, contribuyeron decisivamente a establecer una relación con el gobierno de la República Democrática Alemana. Por lo que, poco a poco, las bendiciones prometidas llegaron.
Fue así que 10 años después de la oración dedicatoria del élder Monson, el presidente Gordon B. Hinckley dedicó en junio de 1985 el Templo de Freiberg, Alemania, el primer templo detrás de la Cortina de Hierro.
“La construcción del templo de Freiberg es uno de los grandes milagros en la historia de la Iglesia en Europa”, exclamó el élder Uchtdorf en 2014.
“Es un maravilloso ejemplo de cómo Dios puede hacer posible lo imposible en cualquier parte del mundo”.
La caída del muro de Berlín
La noche del 9 de noviembre de 1989, el élder Uchtdorf y su familia se encontraban en su casa en Alemania cuando se enteraron de que se había caído el Muro de Berlín. En ese momento, él servía como presidente de estaca en la zona de Frankfurt.
De esta manera, la Iglesia pronto reorganizó las estacas para incluir congregaciones de Alemania Oriental y Occidental. Así, en julio de 1990, se abrieron misiones en los países excomunistas de Polonia, Checoslovaquia y Hungría.
Y los milagros continuaron: los misioneros pudieron compartir el evangelio de Jesucristo con personas a quienes se les habían negado las enseñanzas del evangelio durante casi 50 años.
Así lo relató el presidente Wolfgang Paul, de la Misión Alemania Dresde durante 1991, a Church News:
“Los habitantes de Dresde, que durante tanto tiempo habían estado ocultos de las bellezas de conocer al Salvador, están respondiendo al mensaje del evangelio. Tienen hambre de la verdad y aceptan muy bien a los misioneros”.
La reunificación de Alemania se hizo oficial el 3 de octubre de 1990, día que hoy se celebra anualmente como el Día de la Unidad Alemana. El élder Uchtdorf, que todavía era presidente de estaca, celebró una reunión especial de la estaca de Frankfurt ese día.
Junto a los miembros de la rama, se reunieron Santos de los Últimos Días de Alemania y Polonia, y presidentes de misión de Berlín y Varsovia. El élder Uchtdorf destacó:
“Para mí, siempre es un símbolo del poder del evangelio restaurado de Jesucristo; incluso en las circunstancias más difíciles, el evangelio nos une”.
“Hubo una unidad, una reconciliación en el más alto grado gracias al evangelio y a la Iglesia”, añadió con emotividad. “Aquí se ve una reconciliación en acción gracias a los valores y las verdades del evangelio”.
Una historia de perseverancia y resiliencia que, a 35 años de la caída del Muro de Berlín, nos inspira a mantener la fe en los milagros de Dios y las revelaciones de nuestros profetas.
Fuente: Church News
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