A muchos de los que sufrimos depresión nos puede resultar difícil encontrar la alegría en cosas que antes nos daban paz. Nuestros sentidos se reducen: los olores, sabores e incluso sonidos pueden parecer menos vibrantes.
Y existen épocas, como la Navidad, donde nuestros pensamientos se dirigen a la Luz de Mundo. En lugar de enfocarnos en la oscuridad o sombras, elegimos celebrar y recodar el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo.
Este tema me recordó al mensaje que la hermana Tracy Y. Browning, segunda consejera de la Presidencia General de la Primaria, compartió en el Devocional de Navidad de la Primera Presidencia de este año.
“Una de las maravillas de esta época es que parece que todo el mundo cristiano y muchos más allá de nuestras fronteras, pasan este tiempo buscando y llenando su vida con emblemas de recuerdo en la Navidad”.
A veces, cuando paso por momentos de depresión o dolor, me parece imposible despertar mis sentidos o buscar lo bueno de cada momento.
Pero gracias al mensaje de la hermana Browning, he llegado a recordado que puedo revivir momentos en los que he sentido alegría, dirigiéndome al Dador de toda buena dádiva (Moroni 10:18).
Como dice uno de mis himnos favoritos, cuando “mi llanto nadie puede calmar”, puedo recurrir a mi Salvador que “siempre cerca está; me da Su mano en mi Getsemaní”.
Aunque es difícil sentir el Espíritu en momentos de prueba, fui guiada a la luz del Señor a través del servicio y ayuda a los demás.
Podemos recordar al Salvador y ver Su luz a través de otras personas y me inspira a sentir y recordar a Cristo por medio de mis acciones.
En esta devocional, el élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
“A veces, la Navidad se convierte en Navidad cuando silenciosamente llevamos ese Espíritu navideño a los demás… muchas de las personas iluminan el mundo con la luz de Jesucristo”.
Esto me hizo recordar a mi abuela, Marilyn Tolk, un gran ejemplo de cómo ayudar a los demás a recordar la alegría de Cristo en está época.
Coleccionaba nacimientos de todo el mundo, osos de peluches, nuevos adornos navideños en ventas de inmuebles y de tiendas temáticas a la Navidad.
Entregaba a sus nietos o vecinos regalos como trufas o tarjetas personalizadas, demostrando así el inmenso amor y dedicación que ponía en los regalos navideños.
A medida que crecía, comencé a valorar mucho más el significado detrás de estos regalos y decoraciones. Me di cuenta de que representaban su deseo sincero de difundir el amor y la alegría de Cristo a todos los que estaban cerca de ella.
Mi abuela falleció en agosto del año pasado, pero no puedo evitar acordarme de ella y en última instancia, del Salvador cuando veo adaptaciones o cuentos de Navidad.
Gracias al Salvador, sé que algún día volveré a verla. Durante la Navidad y a lo largo del año, sé que puedo recordarla y traer su memoria a la vida honrando al Salvador como ella lo hizo, ayudando a los demás a recordar sus propios momentos especiales y sentir Su amor.
El Salvador puede ser nuestra guía en momentos difíciles, mostrándonos el camino hacia el amor y la luz. Recordar su vida y su propósito nos inspira a ayudar a los demás y a ser mejores con nosotros mismos
“Y si os acordáis siempre de mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros”. (3 Nefi 18: 11)