Cuando Kathryn Davis, presentadora del pódcast Magnify, escuchó al presidente Russell M. Nelson dar su discurso de la conferencia general de abril de 2023 “Se necesitan pacificadores“, supo que sería muy importante para su vida.
En un reciente episodio del pódcast, Kathryn y su invitada, Nassari Everett, profundizaron sobre el porqué el mensaje del profeta sobre la paz resonó tanto en ellas.
Al escuchar el mensaje, Kathryn Davis pensó en los pequeños ajustes que podía y debía hacer en su vida.
Lo mejor está por llegar para quienes pasan su vida edificando a los demás. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Al final del mensaje, el presidente Nelson dijo:
“Lo mejor está por llegar para quienes pasan su vida edificando a los demás”.
Y luego nos invitó a tratar a los demás como lo haría un discípulo de Jesucristo. Entonces, ella pensó: “Eso es algo en lo que puedo enfocarme: ¿Cómo puedo edificar a los demás?
Así que, en las últimas dos semanas pasadas, Kathryn trató de edificar a los que la rodeaban incluso en situaciones en las cuales ella no se sentía escuchada ni valorada.
Eso, según ella, le ha ayudado a crecer y a aprender de nuestro Salvador Jesucristo, pues Él es un Dios que edifica.
Cuando buscamos corregir la injusticia con Cristo, lo hacemos con amor. Imagen: Canva
En continuación con el pódcast, Kathryn le preguntó a Nassari qué es lo que ella había aprendido sobre Jesucristo al estudiar el mensaje, a lo que ella respondió:
“Una de las cosas que se me vino a la mente es que Jesucristo realmente se preocupa por lo que estamos sintiendo.
Se preocupa por lo que nos preocupa. Sabe que queremos ser escuchados, y no creo que sea malo que reaccionemos si hay algún tipo de injusticia, ya sea en nuestro hogar, en nuestra comunidad o en nuestras iglesias.
Cuando lo hacemos con Cristo, contamos con su apoyo, y cuando tratamos de corregir la injusticia, puede ser con mucho amor; y eso empieza en nuestros corazones”.
Posteriormente, Nassari continuó su respuesta compartiendo la historia de los anti-nefi-lehitas, conocidos como el pueblo de Amón por haberse convertido al Señor Jesucristo y haber dejado sus costumbres salvajes.
El Rey de los anti-nefi-lehitas se convirtió al Señor. Imagen: La Iglesia de Jesucristo
Entonces, Nassari comentó cómo es que este pueblo, que iba a ser atacado por sus enemigos, decidió reaccionar de una manera distinta a la que estaban acostumbrados:
“Y así vemos que cuando estos lamanitas llegaron a conocer la verdad y a creer en ella, se mantuvieron firmes, y prefirieron padecer hasta la muerte antes que pecar; y así vemos que enterraron sus armas de paz, o sea, enterraron sus armas de guerra en bien de la paz”. (Alma 24:19)
Eso fue lo que le llamó la atención, pues enterraron sus armas de paz, o sea, sus armas de guerra en bien de la paz.
Todos estamos tratando de lograr la paz, pero en ese proceso, ¿estamos logrando la paz o estamos creando más guerra?
Los anti-nefi-lehitas confiaron en el Señor para lo que pudiera venir. Sabían que si morían, estarían con Él. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Los anti-nefi-lehitas intentaron usar sus armas para matar e intentar traer la paz a su comunidad, pero se dieron cuenta de que eran armas de guerra y que debían ser enterradas para traer la verdadera paz, la única paz que viene por medio de Jesucristo.
Entonces, los anti-nefi-lehitas enterraron sus armas, y luego oraron mientras los lamanitas venían a destruirlos.
No lucharon, sino que confiaron en el Señor para lo que pudiera venir. Sabían que si morían, estarían con Él, y los lamanitas vieron eso, y muchos de ellos bajaron sus armas, y se unieron al pueblo de Dios.
Todos tenemos esa misma capacidad de ser pacificadores y de enterrar nuestras armas de guerra en favor de la paz. Imagen: Canva
Para Nassari, ese relato ha estado en su mente y corazón porque a veces podemos pensar que traemos paz con nuestras palabras, pero ¿realmente son pacificadoras? ¿es la paz que trae el Salvador o la que promete el mundo?
Cuando el presidente Nelson hablaba, el espíritu le decía:
“Tienes que concentrarte en tu hogar. Tu hogar debe ser un lugar de paz, un ejemplo”.
Esto para que cuando ella estuviera lejos de su hogar y de sus hijos, pudiera tener la tranquilidad de continuar influyendo con paz a su alrededor.
Todos tenemos esa misma capacidad de ser pacificadores y de enterrar nuestras armas de guerra en favor de la paz. Solo tenemos que allegarnos al Señor y confiar en Él. Debemos confiar para lo que pueda venir.
Fuente: LDS Living
