A los 19 años, Jozsef Botos escuchó por primera vez sobre el Libro de Mormón.
Sin embargo, el nació y creció en una pequeña aldea de Hungría, nunca había tenido contacto con La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y aquel descubrimiento transformó por completo su vida.
“Como empecé a leer el Libro de Mormón sentí el Espíritu como nunca antes, y cada vacío en mi comprensión del evangelio de Cristo se llenó. Pude superar cosas que jamás pensé superar y descubrí un amor que me impulsó a ayudar a otros”.
Su primera experiencia en una reunión dominical fue modesta: solo había tres personas. Pero eso no importó.
“Se sentaron a mi lado, me preguntaron sobre mí y me abrazaron. En ese momento pensé: ‘Cristo estableció esto porque aquí está el amor’”.
Renunciar al sacerdocio católico
El camino de fe que Jozsef había emprendido lo enfrentó a un gran dilema. Hasta ese momento llevaba año y medio en su formación para convertirse en sacerdote católico.
Durante 16 años sirvió como monaguillo y sentía desde niño un llamado a servir a Dios.
Seguir a Jesucristo en la Iglesia de Jesucristo significaba perderlo todo: su trabajo, su vivienda y hasta su auto, que eran provistos por la Iglesia católica.
Además, su decisión sería vista como un deshonor en su comunidad y una vergüenza para su familia, católica por generaciones.
“La presión era fuerte. Mis compañeros decían que la Iglesia de Jesucristo era una secta, y mis líderes me pedían que me arrepintiera de siquiera considerarlo. Pero cada vez que me reunía con los misioneros, sentía paz y recibía las respuestas que había buscado durante años”.
El inicio de la pandemia en 2020 lo llevó de regreso a Hungría. Con más tiempo libre, comenzó a usar con frecuencia las redes sociales. Allí, en un grupo de fanáticos de Harry Potter, dos misioneros vieron un comentario suyo y le enviaron un mensaje. Ese pequeño contacto abrió la puerta a las lecciones y, finalmente, a un cambio de rumbo eterno.
El plan de salvación fue la enseñanza que más lo marcó.
“Mi hermano falleció en un accidente, y por fin encontré respuestas sobre las familias y la vida después de la muerte. Sentí que Dios había respondido cada una de mis preguntas más grandes”.
Tras semanas de oración, Jozsef decidió bautizarse.
“Sabía que era verdad, y hubiera sido un mentiroso si no lo aceptaba. Con mi bautismo recibí el mayor regalo de mi vida”.
De discípulo a misionero
A los pocos meses, Jozsef sorprendió a los misioneros con una pregunta:
“¿Puedo servir una misión?”.
A sus 20 años recibió un llamamiento para servir en la Misión Escocia/Irlanda, donde predicaría el evangelio en inglés, idioma que no conocía.
En el Centro de Capacitación Misional en Inglaterra apenas aprendió lo básico, y al llegar a Escocia la dificultad del acento lo desconcertó.
“Pensé: ¿eso fue inglés o alemán? No entendía nada”.
Sin embargo, con esfuerzo y fe logró comunicarse y compartir su testimonio.
“Me di cuenta de que Dios me envió allí porque Irlanda también es un país católico. Pude hablar con sacerdotes y personas católicas en un lenguaje que entendían. Vi conversiones y bautismos. Fue un milagro”.
El evangelio en Hungría
Tras regresar a Hungría, Jozsef comenzó a trabajar en un centro de transfusión de sangre y a estudiar en BYU–Pathway Worldwide con el sueño de asistir a BYU–Idaho.
A pesar de la distancia de hora y media hasta su rama, se mantiene activo, apoya a los misioneros y comparte su fe con su familia, que aún no lo comprende.
En 2025, con la colocación de la primera piedra del templo en Budapest, Jozsef ve el cumplimiento de promesas que fortalecen su fe.
“La obra del Señor avanza rápido en Hungría. Hay más bautismos, más enseñanzas, y los miembros se están convirtiendo más profundamente”.
Él mismo ha viajado largas horas para participar en ordenanzas en templos de Alemania, Inglaterra e Italia, pero ahora espera con gozo el día en que pueda llevar a cabo esa obra en su tierra natal.
“Todos en la Iglesia debemos involucrarnos más. Al hacerlo, veremos milagros en la vida de los demás y en la nuestra. Yo lo sé porque lo he vivido: milagro tras milagro”.
Fuente: LDS Living
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