El 28 agosto de 1996, un estudiante del último año de secundaria fue asesinado en un acto de violencia. Durante los primeros días, su madre, Sy Snarr, se sintió conmocionada, pero pronto se sintió invadida por una ira que llegaría a conocer perfectamente.
“El Consolador me ayudó a pasar los primeros días, me ayudó a sobrevivir el funeral, pero supe el momento en que el Consolador me dejó. Lo supe y toqué fondo. Estaba en un lugar muy, muy oscuro.
Tuve que entender que [Zach] no iba a regresar, estaba tan deprimida y afligida que sentía mucha ira por lo sucedido. Estaba enfadada por lo que Jorge, [el culpable], había hecho con mi hijo. Estaba enfadada con Dios porque sabía que Él hubiera podido evitarlo”.
Después de muchos años de ira y resentimiento, Sy se dio cuenta de que ella no podía vivir de esa manera. Gracias al poder de la Expiación de Cristo, ella no solo pudo perdonar, sino también querer a Jorge Benevenuto, el hombre que terminó con la vida de su hijo.
Sy expresó que eran incontables las veces que le dijo al mundo cuánto odiaba a Jorge; aquello consumía sus interacciones con los demás, con su familia y con Dios.
“No había luz en mi vida, no la permitía y era culpa mía. No acudí a Dios porque estaba enfadada con Él y con el mundo entero.
Estaba enfadada con otras madres que tenían a sus hijos de 18 años, y sé que es totalmente irracional. Pero… es difícil describir la profundidad de mi odio y mi rabia en aquel momento”.
Por 15 años, el odio que sentía Sy le pesaba como una ancla en su interior, mientras luchaba con el deseo de volver a ser feliz, pero no a perdonar, ella comenzó a orar por ayuda mediante la expiación de Cristo, sin embargo, esto se volvió en una lucha interna porque cada cosa que hacía le recordaba a Zach.
“Me volví una persona amargada, molesta y no me gustaba serlo. Siempre fui una persona feliz y me gustaba hacer cosas divertidas con los demás.
Amaba a mi familia, estar con ellos, repartir alegría y no lo estaba haciendo, Solamente pensaba ‘Quiero volver a ser esa persona otra vez’. Fue ahí cuando tuve que salir de ese agujero oscuro y buscar la luz, y la encontré”.
Parte del deseo de Sy de volver a la luz y perdonar fue gracias a un discurso que una amiga compartió en la Iglesia. La amiga de su barrio la llamó el domingo por la mañana para comunicarle que iba a dar un mensaje sobre el perdón y que no quería incomodarla.
Ese dulce acto de consideración ayudó a Sy a prepararse para oír, hablar y a reconocer lo mucho que necesitaba del perdón en su vida.
“Creo que estaba destinada a escuchar ese mensaje porque me llegó al alma. Me conmovió y pensé: ‘Esto es lo que quiero. Quiero olvidar esto y quiero… perdonarlo de verdad’”.
Sin embargo, reconoció que no sería capaz de cambiar hasta que realmente lo deseara.
“Tienes que querer [perdonar]… por ti misma... Nadie puede decirte cómo debes sentirte”.
Con un nuevo deseo de perdonar y el Salvador de su lado, Sy progresó y pudo cambiar su manera de ser.
“La gente puede cambiar. Yo pasé de ser esa persona enfadada por mucho tiempo a… sentir alegría, felicidad y amor por todo el mundo, es algo maravilloso”.
El pequeño deseo de cambiar no habría bastado. Ella aprendió a confiar en que el Salvador la ayudaría a transformar sus deseos en nuevos actos de fidelidad.
“La expiación lo hace posible, eso es seguro. Le doy todo el crédito a mi Salvador por ello”.
El proceso del perdón ayudó a Sy a conocer al Padre Celestial y a Jesucristo de una manera cercana y personal que no había sentido antes.
“Antes podía decir que no tenía una relación personal con Dios, ni con el Salvador, pero ahora siento que sí. Siento que los conozco porque me he permitido conocerlos y qué gran bendición ha sido eso”.
Años después de que Sy perdonara a Jorge, él se comunicó con ella y le pidió perdón por lo que había hecho. Sy le hizo saber que le había perdonado y ambos iniciaron una amistad fortalecedora. Jorge llama a Sy casi todas las semanas desde la cárcel y ambos esperan con impaciencia tener noticias el uno del otro.
Sy colecciona todas las cartas que recibe de Jorge, incluso, si es posible, lo visita en la cárcel. La familia de Jorge visita a la familia de Sy para asistir a eventos y reuniones, y ambas familias han sido bendecidas por su relación.
Sy no sabe por qué tuvo que pasar por tanto dolor, pero confía en que Dios tiene un plan y propósito de esto.
Ella ora por todos los que han perdido a un ser querido y la desesperación que tienen por lo sucedido.
Y, a los que quieren perdonar, ella aconseja:
“La manera en que [perdonas] es defenderse, acudir a Dios, acudir al Salvador, orar mucho y permitir Su guía”.
Fuente: LDS Living
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