Cuando tenía 14 años, escuché la experiencia de una participante del programa de intercambio de la Universidad Brigham Young en Jerusalén.
Me encantó escucharla mencionar los lugares que vio y describir los caminos, los olores y la cultura que le dieron tanta vida a su historia. ¡No pude sacar a Jerusalén de mi mente y decidí que tenía que ir allá!
Quería caminar por los caminos que Jesús caminó. Siempre me ha llamado la atención estar en los mismos espacios y lugares en los que la gente vio a Jesús .
He visitado casi todos los lugares donde Jesús fue visto físicamente o en visión. Saber que podía caminar por donde Jesús caminó en Jerusalén, se convirtió en un trampolín para hacer realidad ese deseo innato de estar donde Él estuvo.
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Fui a Jerusalén durante el verano de 1991, justo después del final de la Guerra del Golfo. Con admiración, lloré desde el balcón del Centro de Jerusalén, en lo alto del Monte de los Olivos mientras contemplaba la Ciudad Santa rodeada de una espectacular puesta de sol que llenaba el cielo.
Me encantó la experiencia de explorar, ver, sentir, oler, sudar y escuchar esa tierra sagrada, yo tenía 20 años.
Mientras estaba sentada junto a una prensa de aceitunas y escribiendo en mi diario, me di cuenta de que había muchas otras maneras de recorrer los caminos que Jesús recorrió y estar donde estuvo Él.
Jesús caminó con pecadores, recaudadores de impuestos, excluidos de la sociedad. Sus pasos lo llevaron a la fuente de Jacob y al árbol de Zaqueo. Asimismo, Él caminó por el mar de Galilea y por el río Jordán.
Jesús caminaba con discípulos, perseguidores, hombres con autoridad otorgada por Dios y hombres con “poder otorgado por el hombre”.
Se dirigió a Betania para resucitar a su amigo y al Calvario antes de vencer la muerte.
Además, en todas las circunstancias, Jesús caminó con su Padre y dijo: “No estoy solo, porque el Padre está conmigo”.
El presidente Thomas S. Monson describió formas en que podemos andar por los caminos que Jesús recorrió:
De una manera muy real, todos podemos andar por donde Jesús caminó cuando, con sus palabras en nuestros labios, su espíritu en nuestros corazones y sus enseñanzas en nuestras vidas, viajamos a través de la mortalidad.
Espero que caminemos como Él lo hizo: con confianza en el futuro, con una fe firme en su Padre y un amor genuino por los demás.
Jesús caminó por el camino de la desilusión…
Jesús caminó por el camino de la tentación…
Jesús caminó por el camino del dolor…
Nosotros, con Jesús, podemos recorrer el camino de la obediencia…
Nosotros, como Jesús, podemos recorrer el camino del servicio…
Finalmente, Él caminó por el camino de la oración…
Mientras tú y yo andamos por el sendero que Jesús caminó, escuchemos el sonido de las sandalias en sus pies. Busquemos al Carpintero.
Entonces lo conoceremos. Él puede venir a nosotros como un extraño, sin nombre, como en el pasado se dirigió a aquellos que no lo conocían. Nos dice las mismas palabras ‘Sígueme’ (Juan 21:22) y nos asigna la tarea que Él debe cumplir en nuestro tiempo.
Él ordena y, para aquellos que le obedecen ya sean sabios o simples, se revelará en el trabajo pesado, en los conflictos, en los sufrimientos que enfrentarán en su compañía; y aprenderán en su propia experiencia quién es Él.
Podemos caminar por el sendero que Jesús caminó, con Él, como Él, hasta que Él venga a nosotros y permanezcamos con Él para siempre.
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a Él y haremos morada con Él”. (Juan 14: 23)
Fuente: LDS Blogs