Jorge Santangelo sabía que estaba destinado a ser artista. Antes de unirse a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1962, solo pintaba paisajes y naturaleza simples.
Después de bautizarse, pintó su primer retrato de Jesucristo para colgarlo en una pared del humilde apartamento donde él y sus compañeros Santos de Últimos Días se conocieron en Argentina.
En la actualidad, Jorge tiene 87 años y aún se dedica a pintar obras religiosas. Su responsabilidad como pintor no es algo que toma a la ligera, todo lo contrario, es algo que considera como su “compromiso más grande”.
Pero, ¿por qué estos cuadros tienen un significado e importancia magnífica?
En una entrevista para LDS Living, Jorge Santangelo, compartió lo que desea transmitir como artista Santo de los Últimos Días y lo que lo diferencia de otros pintores eclesiásticos.
¿Cómo te sientes al pintar un cuadro del Salvador?
Puedes pintar cualquier cuadro del mundo, puedes emplear todos los recursos y reglas del arte, puedes transmitir toda la armonía y belleza posible; sin embargo, cuando pintas a Jesucristo, es entrar a un territorio sagrado.
Para poder hacerlo, tienes que trasladarte a un plano espiritual, en el que tienes que ser tú mismo con un sentimiento de la misma índole.
No solo estás pintando a un ser humano, estás pintando al Hijo de Dios.
¿Por qué es importante prepararse espiritualmente para crear este tipo de pinturas?
Porque de lo contrario, estaría pintando algo histórico. Jesucristo enseñó cosas que se pueden relatar, pero con un propósito espiritual.
El desafío es hacer una pintura que se pueda ver y que su contenido sea inspirador y espiritual.
Si uno no tiene un testimonio del Espíritu Santo, entonces no puede pintar algo de esa naturaleza.
¿Qué es el sacro-cubismo?
Empleé esta palabra porque el cubismo es un movimiento artístico asociado con Picasso y Braque. Se llamó así porque utiliza una gran cantidad de cubos y figuras geométricas.
El cubismo aborda la objetificación de las personas, por lo tanto, existía la posibilidad de utilizar el mismo enfoque, el mismo lenguaje artístico, pero con un fin diferente, para hacer cosas espirituales.
Ahora se utiliza [el cubismo] de manera contraria y por eso lo llamamos “sacro”, que significa sagrado en latín. Y, para diferenciarlo, lo llamo “sacro-cubismo”.
¿En qué se diferencia tu estilo artístico de los demás?
Puedo pintar a una persona tal y como el ojo la ve; cuando eso sucede, la atención de quien observa el arte se dirige a la técnica del artista.
Si el cuadro es bueno, dirán:
“Qué maravilloso, se parece a una persona de verdad. Parece que está viva, parece que la podemos tocar”.
Puedes llegar a ese punto con la técnica, sin embargo, para mí, el arte tiene que sacar a la persona de la realidad material y física de la vida cotidiana y llevarla a los acontecimientos más trascendentes, a las cosas que puedes encontrar más allá de esa pintura.
Intento evitar en lo posible cualquier referencia a los aspectos físicos de una persona y el paisaje, de modo que la forma y el color produzcan una nueva sensación puesto que no estoy intentando imitar o replicar la realidad física.
Cuando vemos que una persona habla por el Espíritu, no importa cómo está vestida ni su apariencia. Lo importante es que su Espíritu toca el nuestro, que su forma y color tocan nuestro espíritu, es ahí donde el arte se vuelve mágico.
Fuente: LDS Living
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