Los patrones son modelos mentales que nos ayudan a saber qué hacer o qué pasos seguir.
De hecho, cuando enseño mi clase de MBA, suelo sugerir que sólo hay siete modelos mentales que se necesitan dominar para destacar exitosamente en la dirección y liderazgo de un equipo, sin importar el entorno en el que te encuentres.
Podemos encontrar patrones o modelos mentales en todas partes.
Por ejemplo, una mañana encontré a mi sobrino apurándose para cambiarse e ir a jugar. De pronto, escuché sus gruñidos de frustración. ¡Intentaba ponerse el pantalón después de haberse puesto las zapatillas!
Ahí hay un patrón importante, los pantalones se ponen antes de las zapatillas. Ese es un patrón que funciona para un niño de 3 años así como para un adulto de 70.
Los patrones en las escrituras prevalecen de la misma manera, tanto así que tienes un 85% de probabilidades de encontrar uno cada vez que lees algún pasaje.
El élder David A. Bednar enseñó que “las escrituras están llenas de patrones espirituales”, y podemos referirnos a ellos como “patrones divinos”.
Estos tienen el mismo propósito que cualquier otro patrón, nos ayudan a entender qué hacer y en qué convertirnos para vivir como discípulos de Jesucristo.
Por ejemplo, recientemente leí sobre este patrón en las Escrituras mientras estudiaba el “Ven Sígueme”:
“…Yo honraré a los que me honran”.
Algo tan simple como este patrón tiene un significado muy profundo.
Si honramos a Dios, no solamente respetándolo, sino demostrando “fidelidad” a Sus estándares y enseñanzas, entonces Él honrará nuestras oraciones, nuestras bendiciones y nuestras súplicas por ayuda.
Los patrones casi siempre prometen bendiciones, y es la manera en que nuestro amoroso Padre e Hijo trabajan: Son misericordiosos, generosos y desean bendecirnos.
Estos patrones divinos, o modelos mentales, nos brindan cierta expectativa con respecto a “hacer” algo en específico para obtener “cierto resultado”.
Esto no es una fórmula matemática, nosotros no nos ganamos las bendiciones, pero podemos “calificar” a ellas centrándonos en lo que el élder Dale G. Renlund describe como la “activación de energías” que comienzan el proceso que permite a Dios darnos las bendiciones mediante Su gracia divina.
El élder D. Todd Christofferson recientemente enseñó:
“No debemos pensar en el plan de Dios como una cósmica máquina expendedora en la cual, uno, seleccionamos una bendición que queremos, dos, insertamos la cantidad requerida de buenas obras, y tres, la bendición es entregada rápidamente.
Dios verdaderamente honrará Sus convenios y promesas para cada uno de nosotros,… pero no todas las bendiciones que se basan en la obediencia a la ley están moldeadas, diseñadas y programadas de acuerdo con nuestras expectativas.
Debemos hacer las cosas lo mejor que podamos y dejarle al Señor la administración de las bendiciones, tanto temporales como espirituales”.
Los patrones divinos nos ayudan a entender por dónde empezar. Así, mientras trabajamos con otros, debemos mirar aquellos patrones divinos como una manera para que las bendiciones de Dios se derramen completamente en nuestras vidas.
Nuestras expectativas sobre cuándo y cómo esas bendiciones llegarán deben ser moldeadas por la forma en que el Señor obra en Su gran perspectiva. (DyC 88:68).
El tiempo correcto no es solo algo importante, es el principio rector más importante de las intervenciones divinas que Dios usa para determinar Sus bendiciones para nosotros.
Un importante rol para los líderes y hermanos ministrantes, es el de ayudar a las otras personas de manera realista, honesta y fiel a interpretar el papel de Dios en sus vidas, y a confiar en Su tiempo y promesas.
Siempre he sentido que uno de los principios de la intervención divina que Dios usa es el de “no perjudicar”.
Todas las bendiciones que Dios nos da, jamás dañarán o perjudicarán nuestras chances de obtener la máxima gloria del Reino Celestial. (Alma 7:25)
Ganar la lotería no es una bendición para todos; a algunos los puede llevar a la ruina.
Dios sabe lo que necesitamos y cuándo más lo necesitamos.
Frecuentemente comparto con mis misioneros:
“Pueden tener lo que desean o pueden tener algo mucho mejor”.
Si lo que deseamos no es lo mejor, debemos estar seguros de que Dios siempre tendrá aquello que sí lo es.
Quizás la forma más eficaz de terminar nuestras oraciones no solamente sea diciendo “y que se haga Tu voluntad”, sino, tal como el élder Maxwell sugirió, “y que se haga a Tu tiempo”.
Buscar que se cumpla la voluntad de Dios debe ser nuestro mayor y profundo deseo. Después de todo, Él conoce todas las cosas a la perfección. Su tiempo es perfecto, y siempre nos llevará a los mejores resultados.
Cualquier conversación sobre las bendiciones también deben considerar a aquellos que sienten que Dios los ha abandonado, que Él no ha cumplido con Sus promesas.
Vendrá el tiempo en el que uno piense que hizo su parte, pero que Dios no ha hecho la suya. ¿Es acaso eso justo?
Esos sentimientos y preguntas requieren de mucha fe, pero tenemos las respuestas.
Dios tiene una explicación para todo lo que sucede en nuestras vidas. Él también tiene Sus razones por las que hace lo que hace, o por lo que NO hace, en nuestras vidas.
Sus explicaciones y razones son perfectas, en todo aspecto, y una vez que las escuchemos, lo adoraremos eternamente por Su sabiduría y gracia.
Cada uno de nosotros debe buscar a aquellos que han perdido las esperanzas y restaurarles la fe de que Dios les entregará Sus bendiciones; de que Él no los ha olvidado y no tiene favoritos, y que está ansioso por bendecirlos.
Esta idea puede cambiar vidas; y los divinos patrones revelados en las escrituras traerán las bendiciones de los Cielos, en la manera y el tiempo perfecto de Dios.
Ten por seguro, que Dios te las dará. Ten Más Fe.
Fuente: Latterdaysaintmag
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