Cuando pensamos en las Autoridades Generales, nos imaginamos a hombres y mujeres con vidas ‘perfectas’: familias numerosas y felices dentro del evangelio, dedicadas al servicio y testigos de milagros maravillosos alrededor del mundo.
Sin embargo, muchos de ellos han atravesado dolorosos desafíos antes de su llamado.
Como el caso del élder Kevin R. Duncan, Setenta Autoridad General, quien el último martes se dirigió a los alumnos de Brigham Young University (BYU).
Transformar las tragedias
Hasta las mayores tragedias pueden traernos gozo. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Al hablar ante miles de personas reunidas en el Marriott Center en el campus de Provo, Utah, y otros miles más que sintonizaron en línea el devocional, el élder Duncan compartió su testimonio personal de que el poder y el amor del Salvador pueden superar cualquier obstáculo en este mundo.
“Mientras se preparan para los milagros que seguramente vendrán, y al mismo tiempo enfrentan desafíos que los pondrán a prueba hasta lo más profundo, el poder de Jesucristo los sostendrá si ponen firmemente su confianza en Él”, declaró.
Para ilustrarlo, el élder Duncan compartió lecciones de experiencias “desgarradoras y emocionantes” que tuvo cuando tenía una edad similar a la de muchos de sus oyentes. “Mi esperanza es inspirarlos a confiar más plenamente en Cristo y a ver Su mano en su camino”, expresó.
Así, el élder Duncan compartió que, poco después de su misión, se casó con “una joven maravillosa” llamada Wendy. “La vida parecía estar llena de promesas”, recordó.
Sin embargo, cuando su hija tenía unos 7 meses, Wendy Duncan fue víctima de un accidente automovilístico. “Nunca antes había sentido un dolor tan grande”, relató el élder Duncan.
Algunos se preguntaban cómo podría encontrar fortaleza en Dios en lugar de maldecirlo por la injusticia.
“Esa respuesta se encuentra en las entrañables misericordias del Señor (…) Esos momentos tranquilos e innegables en los que Su mano me había preparado para lo que me esperaba”, confesó.
La confianza en un plan mayor
Su mano siempre se extiende hacia ti, ¡búscalo! Imagen: Pinterest
Días antes de la tragedia, el élder Duncan había emprendido un viaje relámpago de 2 días para ayudar a un amigo cercano a mudarse a California. Este amigo estaba preocupado por la salud de su esposa embarazada y su hija nonato.
A lo largo de los kilómetros en carretera, el élder Duncan y su amigo comenzaron a hablar sobre lo que harían si sus esposas fallecieran y cómo la fe en Jesucristo y la comprensión del plan de Dios podrían brindar fortaleza.
Él pensó que estaba ofreciendo consuelo y perspectiva a un amigo, pero días después, mientras estaba en el hospital y miraba el cuerpo sin vida de su propia esposa, se dio cuenta de que Dios, en Su infinita bondad y comprensión, lo había estado preparando.
“Esa conversación con mi amigo no fue una coincidencia; fue una tierna misericordia de un Padre amoroso”, confesó el élder Duncan.
El Espíritu le susurró que la muerte, por desgarradora que fuera, es parte de un plan mayor, un plan guiado por un Padre Celestial amoroso que conocía su dolor y no lo dejaría solo en él.
La fuerza de Cristo es suficiente
El Buen Pastor cuidará de ti. Imagen: Freepik
En medio de su angustia, el élder Duncan se inscribió en BYU, comenzó a enseñar a tiempo parcial en el Centro de Capacitación Misional (CCM) y, a la vez, era responsable de su bebé Aubrey como padre soltero.
Durante la semana de exámenes finales, Aubrey, de un año, contrajo neumonía. Verla tan pequeña y frágil en su cama de hospital, luchando por respirar, “me destrozó de maneras que no sabía que eran posibles”, recordó.
En ese momento, todos sus esfuerzos por compaginar los estudios, el trabajo a tiempo parcial y la paternidad no eran suficientes. “No podía quitarme de encima la culpa, esa sensación abrumadora de que su enfermedad era culpa mía”.
Oró como nunca antes lo había hecho, reveló el Setenta Autoridad General.
“A pesar de todo, comencé a darme cuenta de algo profundo. Aunque me sentía incompetente, no estaba solo”.
Así, Aubrey finalmente se recuperó y pudo regresar a casa: “Esas pocas semanas me enseñaron una lección que nunca olvidaré. La gracia de Cristo no se trata de que seamos perfectos. Se trata de confiar en Él y depender de Él cuando estamos en nuestro peor momento y dejar que Su fortaleza nos ayude a superarlo”.
“Yo no fui el padre perfecto, pero no necesitaba serlo: la fortaleza de Cristo fue suficiente para los dos. Milagrosamente, Él había sanado a Aubrey y, al mismo tiempo, me había rescatado a mí”, contó con emoción el élder Duncan.
Cristo siempre es la respuesta
Cristo es nuestra fuente de paz. «El Buen Pastor», por Youngsung Kim
Debido a su fe en Jesucristo y en el plan de felicidad de nuestro Padre Celestial, el élder Duncan relató que encontró el valor para seguir adelante.
Fue con ese coraje que le entregó el Salvador como conoció a Nancy Smart durante una clase de Biología y, finalmente, reunió la fortaleza suficiente para preguntarle si quería unirse a un grupo de estudio.
“Creo que es seguro decir que las cosas salieron bastante bien”, bromeó el élder Duncan, reconociendo que su esposa, la hermana Nancy Duncan, lo había acompañado al devocional.
Finalmente, el élder Duncan aseguró:
“Amigos míos, sus desafíos pueden no parecerse a los míos, pero la respuesta siempre es la misma: la respuesta es Jesucristo. Cada desafío que enfrenten es una oportunidad de acercarse más al Salvador y verlo realizar milagros en su vida”.
La adversidad y el dolor, en esta vida mortal, son inevitables. Pero, gracias al Salvador, no estamos solos en la aflicción. Él sabe cómo te sientes y Su tierna mano siempre estará dispuesta a rescatarte. Siempre.
Fuente: Church News
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