El albedrío, nuestra capacidad para elegir y actuar por nosotros mismos, es uno de los más grandes dones que Dios nos ha otorgado.
Tiene sentido que al utilizar nuestro albedrío para someternos a la voluntad de Dios tengamos bendiciones así como desafíos en la vida.
Todos tenemos nuestros propios planes y deseos, pero al alinear nuestra voluntad con la de Él, podemos experimentar un crecimiento profundo y recibir bendiciones.
¿Cómo podemos lograrlo? ¿Cuáles son algunos pasos prácticos que aumentan nuestra comprensión y aceptación de la voluntad de Dios en nuestras vidas?
Cómo edificar el Reino de Dios
Una de las maneras más poderosas de entender y aceptar la voluntad de Dios es buscando activamente las maneras de edificar Su reino a diario.
Al preguntarle honestamente en oración “¿cómo puedo contribuir en la obra de Dios?” y actuar según lo que se nos manda, abrimos nuestros corazones para recibir Su guía e invitamos a que Su voluntad se manifieste en nuestras vidas.
Cuando tenemos la verdadera intención de magnificar nuestro llamamiento, ministrar a los demás y testificar de Cristo, alineamos nuestros deseos con las promesas eternas del Señor.
Anímate a pedirle a Él que te dé la oportunidad de servir a fin de edificar Su Reino.
Reconsiderar los planes
No hay nada más difícil que dejar ir nuestros planes, especialmente cuando no se alinean a nuestros principios y hemos trabajado duro por ellos.
Es normal sentir frustración y desilusión, es importante darnos un tiempo para reconocer esos sentimientos y procesarlos. Al entenderlos y llevarlos al Señor en oración, permitiremos que nos cure y consuele nuestros corazones.
Reconocer que está bien lamentar la pérdida de nuestros planes nos abre la puerta para que la voluntad de Dios entre a nuestra vida y transforme nuestra perspectiva, dirigiéndonos, en última instancia, a una mayor comprensión y aceptación.
Estudiar la bendición patriarcal
Nuestra bendición patriarcal contiene revelaciones, promesas y guías que se adecuan específicamente a nuestra propia misión en la vida.
Nos sirve como una brújula, nos recuerda nuestro potencial divino, destaca nuestros dones espirituales y nos brinda una guía en cómo podemos alinear nuestras decisiones a la voluntad de Dios.
Mientras estudiamos y reflexionamos en oración nuestra bendición patriarcal, el Espíritu Santo no brindará revelaciones e inspiraciones, iluminando nuestro camino y ayudándonos a reconocer la mano de Dios en nuestra vida.
Seguir el ejemplo de Cristo en Getsemaní
El más profundo ejemplo de la sumisión a la voluntad de Dios se encuentra en la experiencia del Salvador en el huerto de Getsemaní.
Al estudiar Su ejemplo, aprendemos que la verdadera aceptación de Dios requiere humildad, fe y confianza.
Como Jesús, podemos derramar nuestros corazones a Dios, al mismo tiempo, manifestamos nuestra voluntad de someternos a Sus más grandes propósitos.
Al entregar nuestra voluntad a la Suya, descubrimos una fortaleza y paz que nos acompañan incluso en los momentos más difíciles.
Conclusión
En nuestro camino hacia una mejor comprensión y aceptación de la voluntad de Dios, debemos recordar que la sumisión de nuestra voluntad es un don y un acto de confianza y devoción.
Tal como enseñó él élder Neal A. Maxwell:
“La sumisión de nuestra voluntad es la única cosa exclusivamente personal que tenemos para colocar sobre el altar de Dios”.
Aprender a aceptar el plan de Dios para nuestras vidas nos acerca a nuestros Padres Celestiales y profundiza nuestro amor por Ellos.
Al someternos nos abrimos a Su guía divina, sabiendo que el plan de Dios es mucho más grande y glorioso que cualquier cosa que podamos imaginar.
Fuente: LDS Daily
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