Después de los atentados del 11 de septiembre, en Nueva York Estados Unidos, una empresa que tenía sus oficinas en el World Trade Center invitó a sus ejecutivos y empleados que por alguna razón habían sobrevivido al atentado, a que compartieran sus experiencias.
Estas personas habían sobrevivido por las razones más sencillas. Fueron pequeños detalles como estos:
1. Al director de una compañía se le hizo tarde porque era el primer día de kínder de su hijo
2. Una mujer se retrasó porque su despertador no sonó a tiempo
3. A uno se le hizo tarde porque se quedó atorado en el tráfico de la carretera porque hubo un accidente
4. A otro sobreviviente se le fue el autobús
5. Uno se manchó la ropa con comida y necesitó tiempo para cambiarse
6. Uno tuvo un problema con su auto, que no arrancó
7. Otra persona regresó a contestar el teléfono
8. Una mujer ¡tuvo un bebé!
9. Otro no consiguió un taxi.
10. Pero la historia que más impresión causó fue la de un señor que se puso un par de zapatos nuevos esa mañana. Antes de llegar al trabajo le salió una ampolla en el pie por lo que se detuvo en la farmacia por una curita, y por eso está vivo hoy.
Ahora, cuando me quedo atorado en el tráfico; cuando pierdo un elevador; cuando regreso a contestar un teléfono; y muchas otras cosas que me desesperan, pienso primero:
“Este es el lugar exacto en el que debes estar en este preciso momento”.
La próxima vez que tu mañana te parezca enloquecedora, los niños tarden en vestirse, no logres encontrar las llaves del auto, te encuentres con todos los semáforos en rojo…
No te enojes ni te frustres. Estás en el lugar correcto a la hora exacta.
“Debido al gran amor de Dios, Él ha estavlecido seres celestiales para cuidarnos y resguardarnos de los ataques de los poderes del maligno mientras vivimos en la tierra.
¿Nos damos cuenta de que en nuestros camino y trabajo cotidianos no estamos solos, sino que los ángeles nos acompañan a donde sea que nos lleven nuestras responsabilidades?” –James E. Talmage
Autor: Javier Amirola Martínez