Gracias al poder y la autoridad del sacerdocio se pueden dar bendiciones con el propósito de sanar, consolar y alentar a los demás. Sin embargo, hay una de estas bendiciones en las que se requiere de un elemento esencial para que el poseedor del sacerdocio pueda conferirla, estamos hablando de las bendiciones de salud, ya que en esta es necesario el uso del aceite consagrado (bendecido por los poseedores del sacerdocio), pero ¿qué simboliza este aceite?
Desde los tiempos del Antiguo Testamento, se ha usado el aceite de oliva para efectuar estas unciones. Por ejemplo, en Marcos 6:13 leemos que los apóstoles “ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban”; y en Santiago 5:14 leemos: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”.
En las Escrituras no existe ninguna explicación concreta al respecto del significado del aceite, pero sí podemos acercarnos a este a través de algunas menciones:
Sanación y luz
En las parábolas del Nuevo Testamento se utiliza el aceite como símbolo de la sanación y la luz (Mateo 25:1-13; Lucas 10:34 ).
En estos pasajes se mencionan las parábolas de las diez vírgenes y la del buen samaritano, en ambos el aceite tiene un uso especial ya que, en la primera, indica el camino para llegar al esposo, es decir, Jesucristo; y en la segunda, indica la sanación del joven que fue golpeado por los ladrones.
Pureza y Paz
Antiguamente, prensado de las aceitunas de aceite fue considerado el más limpio, más claro y más brillante que tenía mayor duración de todos los aceites animales y vegetales.
Era el símbolo apropiado para el Salvador. Por otro lado, en las escrituras, la rama de olivo se suele utilizar como símbolo de paz, mientras que el olivo simboliza la casa de Israel ( Jacob 5).
Expiación de Jesucristo
El aceite de oliva también puede simbolizar la expiación del Salvador, ya que la oliva amarga, una vez machacada, produce aceite dulce. El élder D. Todd Christofferson en uno de sus discursos expresó:
“Medito en el relato de Mateo de cuando el Salvador entró en Getsemaní aquella noche abrumadora y ‘comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera…Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”’. Entonces, como me imagino que la aflicción se tornó aún más grande, Él rogó por segunda vez pidiendo alivio y, finalmente, quizás en el punto culminante de su sufrimiento, una tercera vez. Él soportó la agonía hasta que la justicia fue satisfecha hasta la última gota. Lo hizo para redimirnos a ustedes y a mí”.
Aunque las Escrituras no lo establecen específicamente, podemos asumir con confianza que la unción con aceite ha sido parte de la verdadera religión revelada desde que el Evangelio se introdujo por primera vez en esta tierra a Adán.