¿Asistir al templo cambia vidas? ¿Qué bendiciones reales puedes recibir al hacer historia familiar y trabajar en el templo? Esas son buenas preguntas, unas que también tienen respuestas poderosas.

Cuando participamos en la obra del recogimiento de Israel en ambos lados del velo, ¡los cielos se abren a nuestro favor!

Hay ángeles del templo

«Mi corazón se conmovió. No podía hacerles eso». Imagen: Masfe.org

Me encanta la experiencia que la hermana Patricia H. Arnazzi compartió conmigo. Ilustra los pequeños detalles que los ángeles pueden organizar para ayudarnos en el templo, especialmente cuando saben que nos hemos sacrificado por ellos.

Ella relató una serie de milagros que vivió en la extraordinaria mañana de un sábado que parecía común y corriente cuando asistió al templo:

“Como todos los sábados, yo había ido al Templo de Los Ángeles a servir. Una vez allí, decidí hacer iniciatoria. Más tarde, ese día, tenía un examen muy importante en la universidad, pero pensé que tendría tiempo suficiente para manejar hasta allá (más de una hora de camino) y hacer la obra por los diez nombres que me habían dado.

Todo estaba yendo según lo planeado hasta que llegué a los últimos tres nombres. El Templo de Los Ángeles iba a cerrarse por renovación y ese sábado estaba lleno y con pocos oficiantes. Las oficiantes de la iniciatoria fueron llamadas para ayudar en el velo y nos invitaron a regresar los nombres si no podíamos esperar. Miré mi reloj y me di cuenta de que si me quedaba, perdería el examen.

Templo de Los Ángeles, California. Créditos: Greg Farley.

Estaba a punto de regresar los nombres que no había completado, cuando bajé la vista para leer otra vez los tres nombres. Leí su información, incluidas las fechas de fallecimiento, y entendí que habían estado esperando mucho tiempo por esas ordenanzas. Mi corazón se conmovió. No podía hacerles eso, así que decidí esperar pacientemente para completar sus nombres.

Oré para que más tarde el Padre Celestial me ayudara en el camino y cambiara las leyes de la física para que pudiera llegar a tiempo a mi examen. En cuanto lo pensé, sentí que muchas personas me abrazaban. Me invadió un maravilloso sentimiento de paz”.

Los milagros no cesaron

«El sentimiento fue demasiado fuerte, y obedecí». Imagen: Canva

“Esperé 30 minutos sin quejarme. De hecho, cuando algunas de las otras hermanas que esperaban conmigo murmuraban porque estaba tardando mucho, yo solo sonreía con paz, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Al terminar, corrí a mi auto y me di cuenta de que solo tenía treinta minutos para recorrer 120 km, una tarea imposible. Sabía que llegaría tarde y que probablemente no me dejarían entrar al examen, pero decidí arriesgarme.

Iba conduciendo a toda velocidad cuando, de repente, sentí una fuerte impresión de reducir la velocidad drásticamente. Dudé un segundo, pues casi no había tráfico y ya estaba cerca, pero el sentimiento fue demasiado fuerte, y obedecí. Vi el velocímetro bajar de 100 km/h a 50 km/h y, entonces, escuché un estruendo a mi derecha.

Un auto que venía desde el carril más lejano perdió el control y comenzó a girar, entrando en el carril central y casi chocando con otro coche. Al pasar al carril junto al mío, el vehículo se estrelló contra el muro de contención justo frente a mí. Frené sin dificultad y evité la colisión, porque ya había reducido la velocidad.

Los milagros no terminaron ahí. Al llegar a la universidad, con casi una hora de retraso, Patricia descubrió con alegría que, por problemas técnicos, el examen aún no había comenzado.

Ella siente firmemente que los “ángeles del templo” la protegieron y la ayudaron a aprobar su prueba”. -Patricia H. Arnazzi, historia usada con permiso

Las profundas bendiciones prometidas por Dios

«She will find what is lost» por Brian Kershisnik

El presidente Russell M. Nelson reafirmó estas promesas cuando dijo:

“Cada vez que sirven y adoran dignamente en el templo, salen armadas con el poder de Dios y con Sus ángeles que las guardan”. –Russell M. Nelson, «Tesoros espirituales«, Conferencia General, octubre de 2019).

Nuestros antepasados agradecidos quieren ayudarnos. Charles Harper tuvo una experiencia con su familia más allá del velo, durante una bendición del sacerdocio. Él compartió:

“Mis padres iban de visita cuando mi papá sufrió un ataque al corazón. Ellos solían recorrer toda California manejando desde hacía muchos años.

Somos conversos en la Iglesia, y papá y yo éramos los únicos en la familia que habíamos recibido el sacerdocio. Me llamaron para que fuera a darle una bendición.

Me sentí tan solo en la habitación del hospital al poner mis manos sobre su cabeza, pero al hacerlo, sentí que la sala estaba llena de portadores del sacerdocio que habían venido a participar de la bendición.

Los esfuerzos de mi madre por encontrar antepasados habían resultado en la ordenación de varios familiares fallecidos, que estaban allí para ayudarme a ungir y bendecir a papá. No los vi, pero los sentí y sabía que estaban presentes«. –Charles Harper, experiencia relatada con permiso.

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“Welcome Home” por Annette H. Edwards

El élder Quentin L. Cook confirmó esta verdad al enseñar:

Nunca subestimemos la ayuda que se recibe en los templos desde el otro lado del velo”. –Quentin L. Cook, «Véanse en el templo«, Conferencia General, abril de 2016

¿Qué bendiciones podemos recibir al hacer historia familiar y el trabajo del templo? Una dura prueba fue superada, se brindó apoyo amoroso, y vidas fueron preservadas. ¿Quién no querría recibir esas bendiciones?

Cuando hacemos esta obra de reunir en ambos lados del velo, los cielos y sus ejércitos se movilizan a nuestro favor.

Fuente: Meridian Magazine

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