¿Te muestras como realmente eres o como el mundo quiere que seas?

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La autenticidad mundana y la sinceridad cristiana se relacionan con la realidad y la verdad. Pero, ser auténtico según el mundo es muy diferente a ser sincero según las enseñanzas del Salvador. Podemos enfatizar aspectos de la debilidad humana o pecados.

Ese tipo de enfoque limita o crea una realidad parcial o distorsionada de quiénes somos y de quiénes podemos llegar a ser.

El Élder Quentin L. Cook, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“Algunos hacen mal uso de la autenticidad como una celebración del hombre natural y de cualidades que son opuestas a la humildad, la bondad, la misericordia, el perdón y la cortesía”.

El tipo de autenticidad que celebra el “hombre natural” es perniciosa.

“Porque el hombre natural es enemigo de Dios […] (y) a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre [continuará siendo enemigo de Dios]” (Mosíah 3:19)

Padre Celestial

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Dios ama la verdad y desea que seamos sinceros. Satanás es el dios de las mentiras, él desea confundirnos y alejarnos de Dios. Satanás no solo usa mentiras, usa verdades fuera de contexto o verdades a medias, engaños sutiles.

El Presidente Spencer W. Kimball, enseñó lo siguiente al respecto:

“El adversario es insidioso y astuto. Sabe que no puede inducir de inmediato a los hombres y las mujeres decentes a realizar actos muy malos, por lo que sus movimientos son taimados, susurrando verdades a medias hasta que consigue que aquellos a quienes quiere cautivar lo sigan” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006).

¿Eres auténtico según el mundo o sincero según las enseñanzas de Cristo en Internet?

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Enfatizar una debilidad, celebrar un pecado, enorgullecerse de un error o enfocarse en un aspecto negativo o sacar de contexto una situación, puede tergiversar la belleza de las “cosas como realmente son”. Tal vez en Internet la diferencia entre la autenticidad mundana y la sinceridad cristiana pueda volverse más evidente. El Élder Gary E. Stevenson enseñó:

Muchas, o la mayoría de las imágenes que se publican en las redes sociales tienden a presentar la vida en su mejor estado, que suele ser poco realista. Todos nosotros hemos contemplado hermosas imágenes de hogares decorados, lugares vacacionales maravillosos, “selfies” de personas sonriendo, comidas muy elaboradas y cuerpos físicos casi imposibles de alcanzar.

(…)

Al comparar nuestras vidas, aparentemente corrientes, con la representación retocada y perfeccionada de la vida de los demás, tal como se muestran en las redes sociales, pueden surgir en nosotros sentimientos de desánimo, envidia e incluso fracaso.

Una persona que había compartido numerosas publicaciones dijo, parcialmente en broma: “¿De qué sirve estar feliz, si no vas a publicarlo?”.

Como nos recordó la hermana Bonnie L. Oscarson esta mañana, el éxito en la vida no depende de cuántos “me gusta” recibamos ni cuántos amigos o seguidores tengamos en las redes sociales; pero sí tiene que ver con relacionarnos con los demás de formas significativas y aportar luz a sus vidas.

Espero que podamos aprender a ser más auténticos, a tener más humor y sentirnos menos desalentados al contemplar imágenes que puedan presentar una realidad idealizada y que, con demasiada frecuencia, conducen a comparaciones debilitantes. (“Eclipse espiritual”, Conferencia General, octubre de 2017).

El Élder Cook declaró:

“Podemos celebrar nuestra singularidad individual como hijos de Dios sin usar la autenticidad como excusa de una conducta poco cristiana” (“Lo eterno de cada día”, Conferencia General de octubre de 2017).

Para ser sinceros necesitamos comprender quiénes somos

Padre Celestial

Algo que nos ayuda a ser sinceros en lugar de auténticos, según el mundo, es vernos a nosotros mismos como realmente somos: hijos e hijas de Dios.

El Presidente Dieter F. Uchtdorf enseñó:

Piensen de dónde proceden. Ustedes son hijos e hijas del ser más grandioso y glorioso del universo. Él los ama con un amor infinito y desea lo mejor para ustedes. ¿Creen que nuestro Padre Celestial desea que se sientan deprimidos y tristes? No. Él nos ha dado los mandamientos, que son el camino real hacia una vida con propósito, paz y gozo, y lo único que tenemos que hacer es seguirlo. El conocer los mandamientos de Dios y vivir de conformidad con ellos realmente nos lleva a la satisfacción y al gozo.

Nuestro destino es más grande de lo que imaginamos. Si tan sólo comprendiéramos quiénes somos y lo que nos espera, nuestro corazón rebosaría de tal gratitud y felicidad que iluminaría incluso los pesares más sombríos con la luz y el amor de Dios, nuestro Padre Celestial. La próxima vez que se sientan infelices, recuerden de dónde provienen y a dónde van.

En lugar de sumir sus pensamientos en pesar, decidan concentrarse en lo que llena su alma de esperanza; y se darán cuenta de que todo eso se relaciona siempre con servir a Dios y a nuestros semejantes. Recuerden que el Señor les ha dado Su palabra en las Escrituras. Oren a Él con sinceridad; hablen con Él a diario; aprendan de Él y anden por Su camino. Sirvan a Dios y a sus semejantes.

Les suplico que simplemente miren al agua ¡y observen su verdadero reflejo! ¡Dense cuenta del propósito por el cual fueron creados! ¡Levanten el rostro y eleven la vista hacia el horizonte! (El reflejo en el agua, 1 de noviembre de 2009, Universidad de Brigham Young).

Fuente: Maisfe.org

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