Más que un llamamiento: La autoridad de las mujeres en la Iglesia de Jesucristo

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Imagina que invitas por primera vez a una amiga a la capilla.

Claro, las instalaciones son grandes, cómodas y reverentes. Los élderes le saludan con una cálida sonrisa y también recibe un “Buenos días” de otros hermanos.

Pero, al iniciar la reunión, ella percibe un detalle que, quizá como miembros de toda la vida, jamás nos ha llamado la atención: casi todas las personas sentadas en el púlpito son hombres. Tal vez haya una hermana, pero el que dirige, el que preside y los que ocupan las primeras filas del rostro son imponentes figuras masculinas.

Primera Presidencia

La Primera Presidencia. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

“¿Realmente hay un espacio importante para mí aquí?”, te cuestiona tras ser testigo de una realidad incómoda desde una perspectiva externa (y quizá también desde el silencio de muchos miembros).

Es fácil suponer que los hombres son los únicos que dirigen en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. 

Porque, en contraste, mientras ellos dirigen y lideran frente a todos, sus esposas probablemente estén tratando de mantener en silencio a sus hijos. Aparentemente relegadas a servirlos. Perdiendo su autonomía.

Pero a través de mis 27 años como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, asistiendo y aprendiendo de doctrina y enseñanzas, tengo la certeza de que ninguna persona, hombre o mujer, ocupa un rol secundario.

Deconstruyendo prejuicios

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La doctrina esclarece el papel femenino. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Los principales prejuicios con respecto al rol de la mujer en la Iglesia de Jesucristo surgen por una desconexión entre la doctrina y la práctica de la doctrina. 

Así lo ha explicado la hermana Sharon Eubank, quien fue miembro de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: 

“Lejos de ser restrictiva y conservadora, la doctrina de la Iglesia sobre el papel de la mujer —y sobre cómo se relacionan e interactúan los hombres— es la doctrina más moderada, poderosa, ilustrada y energizante que jamás haya oído expresar”

Para las mujeres que piensen que nunca podrán ocupar un rol importante en la Iglesia, la hermana Eubank asegura que “lo que anhelas como mujer, como cristiana, como intelectual, como ser eterno, está aquí en la doctrina de Jesucristo en la Iglesia”.

Tenemos a Autoridades Generales femeninas que se dirigen a todo el mundo en las conferencias generales. Tenemos a jovencitas de 11 años presidiendo sus clases y planificando actividades. Tenemos a mujeres adultas de todas las edades velando y coordinando el bienestar de todo el barrio y su comunidad.

Los Santos de los Últimos Días necesitan de las mujeres para la dirección de la Iglesia.

Las mujeres y el sacerdocio

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El poder del sacerdocio es accesible a todos y todas. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Cuando los hombres y las mujeres van al templo, ambos son investidos con el mismo poder, que es el poder del sacerdocio. Como declaró el presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia: 

“No estamos acostumbrados a hablar de que las mujeres tengan la autoridad del sacerdocio en sus llamamientos de la Iglesia, pero ¿qué otra autoridad puede ser?”.

Enfatizando también la autoridad de las mujeres en la doctrina de la Iglesia, el élder James E. Faust, quien fue miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó

“Todo padre es un patriarca para su familia y toda madre una matriarca, como iguales en sus funciones paternales distintivas”.

El rol dentro de la familia

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Las familias tienen a Dios como el líder de esa unión. El hombre y la mujer son iguales. Imagen: Canva

Respecto al rol de las mujeres dentro de su familia, JeaNette Goates Smith, terapeuta de parejas, sostiene que cualquiera que piense que la Iglesia está dirigida completamente por hombres no entiende el matrimonio

“En un matrimonio saludable, las parejas deliberan juntas, reciben influencia el uno del otro, reciben inspiración el uno del otro y toman decisiones juntos”.

Eliza R. Snow, la segunda presidenta general de la Sociedad de Socorro, preguntó: “¿En los cielos, los padres son solteros? ¡No!”

Porque, como leemos en el himno “Oh, mi Padre”, que ella compuso, nuestro Padre Celestial no dirige Él solo el universo. A Su lado tiene a una Compañera Divina, con quien comparte un mismo propósito y misión.

Así como Dios necesita de nuestra Madre Celestial en la dirección del mundo, los hombres que dirigen visiblemente la Iglesia reciben una gran influencia de sus esposas, que son menos visibles. 

“La esposa menos visible es consciente de su influencia, pero es lo suficientemente humilde como para no necesitar que se le reconozca su contribución”, explica Goates Smith.

Es momento de las mujeres

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La voz femenina es fundamental en la Iglesia. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Aunque ese papel silencioso que solían tener las hermanas en la Iglesia, en los últimos años, profetas y apóstoles han suplicado que sea más protagónico. Más activo. Más visible. 

Así lo manifestó el propio presidente Russell M. Nelson:

“Mis queridas hermanas, sea cual sea su llamamiento, sin importar sus circunstancias, necesitamos sus impresiones, sus reflexiones y su inspiración. Necesitamos que hablen sin reservas y den su opinión en los consejos de barrio y de estaca. 

“Casadas o solteras, ustedes, hermanas, poseen capacidades singulares y una intuición especial que han recibido como dones de Dios. Nosotros, los hermanos, no podemos reproducir la influencia sin igual que tienen ustedes”.

Esa misma invitación recalcó la presidenta Emily Belle Freeman, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, durante la última conferencia general de octubre de 2024: 

“Participar del pan y del agua es un recordatorio semanal de Su poder que obra en ustedes para ayudarlas a vencer. Usar el gárment del santo sacerdocio es un recordatorio diario del don de Su poder que obra en ustedes para ayudarlas a alcanzar su potencial”.

 

Todos tenemos acceso al don del poder de Dios”.

Como mujer Santo de los Últimos Días, sepa que no es una ocurrencia posterior ni un personaje secundario en la historia de la Iglesia, sino una fuerza poderosa y esencial para el bien.

Acepta tu potencial divino, vive a la altura de tus privilegios y deja que tu luz brille con fuerza para que todos la vean. Eres una dama escogida con el poder de moldear no solo tu propio destino, sino también el destino de las generaciones venideras.

Fuente: Meridian Magazine

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