El sacerdocio y las mujeres: El poder de las hermanas en la Iglesia de Jesucristo

ángeles

No eres la única que se ha hecho esa pregunta.

Tampoco te hace menos fiel a tu fe el que te haya generado —o siga generando— dudas.

“¿Por qué las mujeres no pueden recibir el sacerdocio?”, me cuestioné por primera vez cuando tenía cerca de 14 o 15 años. 

Una pregunta que muchas amistades no creyentes, con buenas o malas intenciones, me han formulado a lo largo de mis 27 años asistiendo a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Esta preocupación, sin embargo, no es exclusiva de las hermanas de nuestra época ni de las mujeres.

¡Hermanas, salgan de la oscuridad!

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La influencia de las mujeres es irreemplazable. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Comprender el papel de la mujer en el evangelio y en el reino de Dios era de gran interés para el presidente Boyd K. Packer, quien fue miembro de la Primera Presidencia. Era un tema de profundo estudio y reflexión personal para él. 

Declaró que las mujeres y la Sociedad de Socorro son como un sol naciente, explicando que “la luz y el poder que emana [de ellas] aumentarán, no disminuirán”

De sus enseñanzas, se hizo evidente que una de las formas en que la Iglesia saldría de la oscuridad sería cuando las mujeres salieran de ella.

Pero él no ha sido la única Autoridad General que se ha pronunciado al respecto, el presidente Spencer W. Kimball proclamó una profecía similar

“Gran parte del importante crecimiento que se producirá en la Iglesia en los últimos días se producirá porque… las mujeres de la Iglesia son vistas como distintas y diferentes”.

¿Pero cómo es que las hermanas (y el mundo) podremos vernos de una manera más elevada

Vivimos en una época en la que hay muchas presiones políticas, jurídicas y sociales a favor de cambios. Hay posturas que promueven una igualdad en derechos, en participación y representación, pero también hay personas que parecen impulsar una batalla de géneros, donde inevitablemente debe haber un solo ganador y, en consecuencia, un perdedor.

La igualdad según el Salvador

Él ha resucitado

Jesucristo resucitado se aparece a María Magdalena. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Bajo la frase: “Si todos son especiales, entonces nadie es especial”, el mundo nos quiere hacer pensar que, probablemente, no somos importantes ni valiosas porque no tenemos ese don y autoridad que los hombres dignos de la Iglesia sí poseen.

Pero mientras el sistema de valores del mundo se basa en la competencia y el reconocimiento, Jesucristo nos enseñó otro camino hacia la igualdad durante Su ministerio en la Tierra. 

Cristo fue revolucionario en Su época, precisamente, porque no valoraba lo que el mundo a Su alrededor tanto aclamaba. En lugar de buscar poder y reconocimiento, silenciosamente “se dedicó a hacer el bien”

Levantó a los más ignorados, despreciados y olvidados. No le preocupaba la visibilidad, la posición o el poder; de hecho, nunca tuvo un cargo o incluso “un lugar donde reposar la cabeza”. Su única preocupación eran los demás, especialmente los más ignorados o subestimados por el mundo. 

Trató de enseñar a Sus discípulos, que luchaban como nosotros hoy, con la pregunta: “¿Quién es el mayor en el Reino de Dios?” cuando explicó:

“(…) el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo,

 

así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:26-28).

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La ministración es nuestro mayor llamamiento. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

¿Quién es grande a los ojos de Dios? Los que ministran. ¿Cuál es el llamado que compartimos todos los miembros de la Iglesia? Hermanos y hermanas ministrantes. 

Cristo se esforzó por ayudar a todos Sus discípulos a ver que el verdadero poder no proviene de la posición, sino de la piedad. 

El Salvador elevó a las mujeres en Su época, porque reconoció un parentesco divino con nosotras: hacemos físicamente lo que Cristo hace espiritualmente. 

Las mujeres hemos sido dotadas con el poder y los dones para ser dadoras de vida, cuidadoras, maestras, sanadoras, consoladoras y siervas voluntarias que enjugan las lágrimas y alimentan a los hambrientos antes de alimentarse a sí mismas. 

Si pudiéramos ver con los ojos de Dios, veríamos que las mujeres tenemos naturalmente acceso al poder más impresionante del universo. 

El empoderamiento moderno

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Las mujeres son protagonistas en las conferencias generales. Imagen: The Salt Lake Tribune

Por lo tanto, las mujeres siempre tuvimos un lugar en la Iglesia, trabajando codo a codo con nuestros hermanos para salvar almas. Así lo enseñó el profeta José Smith al establecer la Sociedad de Socorro. 

Según relata la hermana Eliza R. Snow, se les explicó que era una sociedad de igual peso e importancia que un cuórum para mujeres del convenio, que sigue el modelo del orden del sacerdocio. 

Una continuación de la iglesia primitiva, donde las mujeres viajaban con Jesús y los Doce Apóstoles. 

Cristo invitó a María y a Marta a ser Sus discípulas, y ellas participaron activamente en Su ministerio junto con otras mujeres como Juana, Susana, Tabita y Febe. Después de la resurrección de Cristo, incluso, las hermanas continuaron siendo discípulas fieles y se reunieron y oraron junto con los apóstoles, leemos en el inspirado libro “Hijas de mi Reino”.

Las recientes revelaciones modernas han restaurado más luz y entendimiento con respecto a las mujeres en la Iglesia. 

Desde el discurso decisivo del presidente Dallin H. Oaks, de la Primera Presidencia, donde amplió el alcance del sacerdocio en relación con las mujeres, ha habido numerosos mensajes de profetas y apóstoles que enfatizan que el sacerdocio incluye a las mujeres. 

Entre esos ejemplos, destacan permitir que las mujeres seamos testigos de las ordenanzas, reducir la edad en la que podemos servir en misiones, cuándo recibir nuestras investiduras e incluir a las Mujeres Jóvenes en la ministración.

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Sirvamos unidas. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

De la misma manera, el presidente Russell M. Nelson ha suplicado a las mujeres que desempeñemos un papel más activo en el liderazgo en la Iglesia y en el hogar. 

“Mis queridas hermanas, (…) necesitamos sus impresiones, sus ideas y su inspiración. Necesitamos que se manifiesten en los consejos de barrio y de estaca. 

 

“Necesitamos que cada hermana casada hable como una socia que contribuye y es plena al unirse con su esposo para gobernar a su familia.

Este no es un tiempo para que las mujeres usurpemos a los hombres sus mayordomías, sino para que ocupemos nuestra propia —e igual de importante— posición

Aunque usualmente llamamos a los hombres de la Iglesia el sacerdocio, el sacerdocio no tiene género.

El sacerdocio es el poder y autoridad de Dios para bendecir a todos Sus hijos e hijas sobre la Tierra. A todos.

Fuente: Public Square Magazine

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Cuando Dios creó a la mujer nunca la puso en segundo lugar, como una ayudante de Adán. En el texto original en hebreo, Dios utiliza las palabras «ezer kenegdo» se podrían traducir como «fortaleza o poder frente a». Osea que las mujeres han sido creadas para ser una fuente de fortaleza y poder al mismo nivel de los hombres para que, juntamente con ellos, puedan llevar las cargas de la vida mortal. #biblia #mujer #eva #adan #cristianos #hebreo #sabiasque #fuerza #mujercristiana

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