Nuestra sociedad actual se está sumiendo cada vez más bajo la idea de “no necesitar a nadie para ser feliz”. ¿Cuántas veces has oído eso? Puede que varias veces y en distintas maneras, pero la realidad está completamente alejada de ese pensamiento.
Un estudio reciente del Instituto Wheatley de la Universidad Brigham Young reveló que las mujeres casadas con hijos son las más felices entre las mujeres en Estados Unidos. Una evidencia científica de que el gozo pleno no se encuentra en la soledad, sino en las relaciones de amor compartido.
Este hallazgo científico no es nada más que un aporte al enfoque del Evangelio. Desde el principio, Dios declaró:
“No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”.
Tanto el Evangelio como ahora la ciencia confirman que fuimos creados para hallar la felicidad al relacionarnos con los demás, no al aislarnos.
El motivo de nuestra creación

Al analizar los resultados estudiados de los diferentes grupos de personas, los científicos se sorprendieron luego de hallar que el nivel de felicidad de las mujeres casadas representa hasta el doble en comparación con las solteras.
¿A qué se debe esto? Simplemente a que el matrimonio es la esencia más pura del amor y finalmente hemos sido creados para experimentar ese amor al darlo y al recibirlo. La investigadora Jenet Erickson lo afirmó así:
“Los seres humanos somos seres relacionales y la conexión profunda y constante (no el aislamiento, la autonomía en busca del placer o la “libertad de las relaciones”) nutre el alma”.
El amor nos lleva a vivir experiencias significativas con otros que fortalecen nuestro espíritu y nos hacen felices en un grado completamente mayor a todo lo que podamos sentir en la soledad. Jesucristo enseñó:
“El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor”.
Un amor que añade propósito

Otra de las razones de la extrema alegría de las madres es que su deber maternal les añade un propósito especial para vivir y un sentimiento más grande de que su vida importa.
El rey Benjamin expresó:
“Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios”.
El servicio dedicado de una madre se convierte en una muestra del amor real en acción, lo que genera felicidad al dedicar la vida a una causa noble.
Actualmente, Satanás busca desfigurar este principio para vender la idea de que la maternidad no es servicio sino esclavización, pero en realidad la libertad se encuentra al vivir con un verdadero propósito, y ser madre es uno de esos grandes propósitos que enseñan a servir como Cristo.
Sanación mediante la conexión

Si hasta ahora pensabas que la soledad seguía siendo la mejor opción para ti, te sorprenderás con este último hallazgo llamado el “hambre de contacto”. Erickson señaló que este hallazgo destaca que el contacto físico es uno de los generadores de felicidad.
“Los datos son muy claros: el tacto… altera nuestros niveles hormonales”, indicó Erickson.
¿Qué significa esto? Que conectarnos físicamente de manera respetuosa y amorosa con los demás tiene efectos positivos en nuestro bienestar, lo que ubica la falta de afecto como uno de los problemas más grandes del mundo.
El mismo Salvador extendía Su mano para acariciar, sanar y abrazar a los demás. Nosotros también tenemos esa misma necesidad.
Mientras el mundo avance con su ideología de “sé libre” y “es mejor estar solo”, recuerda que la maternidad es un llamado a la felicidad porque al compartirla con otros, la recibiremos de nuevo pero multiplicada.
Fuente: Meridian Magazine



