Cuando era niña sufrí diferentes formas de abuso y maltrato a manos de un miembro de mi familia y de otra persona que no era parte de ella.
Crecí con temor y mucho resentimiento, hasta llegué a pensar que yo tenía la culpa. Me sentía sucia, como lo más grotesco del mundo.
Todo cambió cuando conocí a los misioneros a los 20 años. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Todo cambió cuando conocí a los misioneros a los 20 años. Tocaron mi puerta y me compartieron un mensaje lleno de amor y esperanza, era el Evangelio de Jesucristo.
Cuando los oí, sentí una paz que pensaba se había perdido hace muchos años. Sentí tranquilidad en mi corazón, y sobre todo, pude sentir el amor de mi Padre Celestial y Jesucristo.
Sabía que me amaban tal como era. Por primera vez en mi vida, sentí que tenía un gran valor.
El poder sanador del Salvador
“My Redeemer” por Del Parson
A los dos meses fui bautizada. Nunca había estado tan feliz en mi vida. Gracias a sus enseñanzas, me mostraron que era posible seguir con paz, y poner fin a aquel sentimiento en mi corazón.
Todavía recuerdo las palabras del élder Patrick Kearon que escuché en una Conferencia General:
“Las cosas terribles que les han hecho no definen quiénes son. A ustedes los define, en gloriosa verdad, su identidad eternamente existente como hijo o hija de Dios.
Con los brazos extendidos, el Salvador les ofrece el don de la sanación. Con valentía, paciencia y centrados fielmente en Él, antes de que pase mucho tiempo, podrán llegar a aceptar plenamente ese don. Podrán desprenderse de su dolor y dejarlo a Sus pies”.
Estoy muy agradecida por el poder sanador de Jesucristo, pues ahora sé que no soy culpable de lo que me sucedió, sino las personas que me hicieron tanto daño.
Reemplazar el odio por la paz
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Ahora solo faltaba perdonar.
No es fácil hacerlo; y a veces parece imposible. Para mí lo fue por mucho tiempo; sin embargo, me concentré en recuperarme de las consecuencias del abuso, y comprendí que era necesario perdonar, aunque sea de manera lenta.
Confié en el Señor para que me ayudara a perdonar y sanar. Fue un proceso largo, pero Su amor me llenó de paz y las emociones negativas desaparecieron.
Si bien el pasado no se puede borrar, se puede aceptar y superar, y eso me ayudó a sentir mucha esperanza en el futuro.
Cristo está con nosotros
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El Señor está con nosotros en todo momento, nos ama con un amor infinito. Me mostró cómo convertir mi peor sufrimiento en una fe y fortaleza hermosa.
Amo este evangelio y no tengo dudas en cuanto a la decisión de haberme bautizado en esta Iglesia.
El Padre y Su hijo pueden convertir lo imposible en posible. Perdonar lo que parece imperdonable.
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