“[Existimos] para tener gozo”
Los profetas del Libro de Mormón visualizaron nuestra época pre-milenial con gozo. Nos aseguran no solo de la felicidad que podemos anticipar con el regreso de Cristo, sino también de la felicidad que podemos disfrutar ahora mismo, en Su realidad: un regocijo diario y accesible.
Con esto en mente, me detuve a reflexionar sobre lo que el Libro de Mormón enseña acerca de vivir “según el modelo de felicidad”. Aquí hay cuatro características que he notado que las personas felices tienen en común.
1. Las personas felices son curiosas
Las personas felices aman aprender. Imagen: Canva
Las personas felices aman aprender. Reconocen que toda verdad es un regalo y la buscan y comparten con entusiasmo.
Después de la separación desgarradora de los lamanitas, Nefi relata que su pueblo inmediatamente se dedicó a construir un templo y a nombrar maestros religiosos. Estaban ansiosos por internalizar la palabra de Dios. De todo lo que les esperaba, esto era una prioridad máxima.
Quizás sabían que el dolor, el miedo y la incertidumbre de sus circunstancias podían aliviarse al recordar las realidades eternas. Por eso, cultivaron espacios donde podían recibir y discutir verdades hermosas.
Al elegir ser curiosas, las personas felices aplican la verdad como un bálsamo para las incertidumbres diarias de la vida.
2. Las personas felices son creativas
Las personas felices prefieren aprender. Imagen: Canva
A lo largo del Libro de Mormón, se describe a las personas como creativas e industriosas.
El pueblo de Alma “plantaron sus tiendas, y empezaron a labrar la tierra y comenzaron a construir edificios; sí, eran industriosos y trabajaron mucho”.
Los descendientes de los jareditas “eran sumamente industriosos; y compraban y vendían y traficaban unos con otros, a fin de sacar ganancia”.
Los hijos de los Creadores supremos son innatamente creativos; crear cosas nos hace felices. Imagen: Canva
El pueblo de Mosíah “trabajando con sus propias manos … y abundaron en la gracia de Dios y otra vez empezó a haber mucha paz en el país… y el Señor los visitó y los hizo prosperar”.
Desde las telas hasta los campos y las familias, el hilo común es el trabajo creativo y apasionado. Está en nuestro ADN divino. Los hijos de los Creadores Supremos son innatamente creativos; crear cosas nos hace felices.
Al elegir ser creativas, las personas felices encuentran satisfacción rejuvenecedora en el trabajo cotidiano.
3. Las personas felices cooperan
Al elegir ser cooperativas, las personas felices se fortalecen y crecen gracias a los demás. Imagen: Videos del Libro de Mormón
Después de ver a Jesucristo en Su plenitud resucitada, el pueblo nefita alcanzó una unidad como nunca antes. Quizás esto se debió a que, al vislumbrar Su redención eterna, comprendieron la vida desde una perspectiva más amplia que nunca.
Se dieron cuenta de que realmente se necesitaban unos a otros para tener éxito eterno.
“Se casaban y se daban en matrimonio…, [se reunían] con frecuencia para orar y escuchar la palabra del Señor y se consideraban a sí mismos eran hijos de Cristo y herederos del reino de Dios… Ciertamente no podía haber un pueblo más dichoso entre todos los que habían sido creados por la mano de Dios”. (4 Nefi 1:11, 12, 17, 16)
Unidos a través de la oración, las promesas y el propósito, encontraron la felicidad. Eligieron activamente relacionarse entre sí, trabajar juntos en armonía y estar unidos con una fidelidad de todo corazón.
Al elegir ser cooperativas, las personas felices se fortalecen y crecen gracias a los demás.
4. Las personas felices son compasivas
La compasión nos une a Cristo nos llena con “ese gozo que es inefable y lleno de gloria”. Imagen: Masfe.org
La culminación de estas tres características es, según creo, la compasión. No solo un sentido de empatía, sino un anhelo inquebrantable y pactado de aliviar el sufrimiento.
La compasión nos une a Cristo nos llena con “ese gozo que es inefable y lleno de gloria”. Se derrama incluso en los rincones más mundanos, frustrantes y desalentadores de la vida: el mismo gozo que permitió a Cristo ver más allá de Getsemaní y el Gólgota, el mismo gozo que lo llenó mientras oraba por los nefitas:
“Nadie puede conceptuar el gozo que llenó nuestras almas cuando lo oímos rogar por nosotros al Padre… tan grande el gozo de la multitud, que fueron dominados. [Y Jesús dijo:] Benditos sois a causa de vuestra fe. Y ahora he aquí, es completo mi gozo”. (3 Nefi 17:17, 18, 20)
Envueltas en esa compasión transformadora, no es de extrañar que estas personas llegaran a cultivar una de las sociedades más felices registradas en las escrituras.
Al recibir la compasión de Cristo, las personas felices no pueden evitar serlo.
Adoramos a un Dios feliz
Nuestros Padres Celestiales son personas llenas de gozo. Imagen: Midjourney
Adoramos a un Dios feliz. Creo que eso es fácil de olvidar. Nuestros Padres Celestiales son personas llenas de gozo. ¡Es por eso que hacen lo que hacen!
Adoran toda verdad, aman crear cosas hermosas, disfrutan trabajar entre Sus hijos imperfectos y están llenos de una compasión indescriptiblemente gozosa.
Observa a tu alrededor. Es probable que notes que estos patrones se cumplen entre las personas más felices que conoces, porque, en mi opinión, son características divinas.
La curiosidad, la creatividad, la cooperación y la compasión invitan al poder divino a nuestras vidas. Son formas activas de recordar nuestra identidad y regocijarnos en nuestro propósito.
Es probable que notes que estos patrones se cumplen entre las personas más felices que conoces. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
En esta etapa de mi vida, a veces la creatividad consiste en encontrar cómo doblar la ropa mientras mantengo a un bebé alejado del inodoro, o la curiosidad suena como: “¿Por qué hiciste eso?”, o la cooperación significa enviar correos electrónicos de ida y vuelta.
Me encanta que la vida me mantenga preguntando, moviéndome y trabajando. Me encanta que este mundo esté lleno de pequeños canales que conducen a la verdad y la bondad.
Me encanta lo fácil que es recopilar y compartir recordatorios del Hogar, tanto temporal como eterno, donde fuimos destinados a ser felices.
Fuente: LDS Living
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