¿Por qué es tan difícil creer en apóstoles y profetas en la actualidad?

Moisés

Pensar que un hombre puede dividir el mar levantando una vara, o que alguien puede ser resucitado, parece simplemente fantasioso. Podemos pensar que son cosas solo de los cuentos de hadas. Algo similar sucede con los profetas y apóstoles.

Los profetas y apóstoles son figuras religiosas que se han quedado registradas en la Biblia. Decir que estos personajes puedan formar parte de nuestra realidad actual puede ser algo muy difícil de creer para muchos.

En este artículo veremos quienes son ellos en realidad, y si verdaderamente existen o podrían existir. Porque, si Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre, ¿por qué sería tan difícil creer en apóstoles y profetas en la actualidad?

¿Qué es un apóstol?

Pedro y Pablo en el sanedrín

Pedro y Pablo eran apóstoles que testificaban de Cristo. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Un apóstol es aquella persona escogida y ordenada para ser un discípulo y ayudante especial de Jesucristo aquí en la Tierra (Lucas 6:13; Juan 15:16).

Ellos actúan y ministran en Su nombre, debido a que Él está en los cielos. Entre algunos están Pedro, Santiago, Juan, Lucas, Mateo, Marcos, Pablo, etc. 

En el versículo 22 del primer capítulo del libro de Hechos, se indica que un apóstol es un testigo especial de Jesucristo en todo el mundo para dar testimonio de Su divinidad y Su resurrección entre los muertos.

apóstoles

Jesucristo seleccionó y ordenó a cada uno de Sus apóstoles. Arte: Harry Anderson

Además, ellos son parte fundamental de la Iglesia de Cristo, Él lo estableció así (Efesios 2:20; 4:11). 

A diferencia de cualquier otra asignación en la Iglesia, los apóstoles son escogidos personalmente por el Señor, tal como lo hizo en Su ministerio (Juan 6:70; 15:16). 

¿Y cómo lo hizo después de Su muerte?

Todos los apóstoles, siguiendo las indicaciones del Señor, escogieron a un nuevo apóstol (Hechos 1:21-26; Doctrina y Convenios 18:37-39).

¿Qué es un profeta?

moises-y-angel

Moisés habló cara a cara con Dios. Él dirigió a Su pueblo y Su Iglesia. Arte: “Moisés y la zarza ardiente” por Jerry Thompson.

Algo muy característico es que el profeta es quien dirige la Iglesia del Señor en su época correspondiente. Moisés fue el profeta mientras dirigió al pueblo de Israel. Isaías lo fue, Samuel lo fue, Pedro lo fue cuando Cristo ascendió a los cielos, Elías también, entre otros. 

Si bien hemos visto que los apóstoles son testigos especiales de Cristo y hablan en Su nombre, un profeta también abarca todas estas responsabilidades siendo un mensajero de Dios.

Únicamente él puede recibir mandamientos, profecías y revelaciones generales para la Iglesia. 

simón pedro y Jesucristo conversando

Los profetas hablan directamente con Dios y reciben Sus enseñanzas y Su voluntad para toda la humanidad. Imagen: La Iglesia de Jesucristo

Dios le revela Sus secretos a Sus siervos los profetas (Amós 3:7), y entre esos secretos está la voluntad de Él con nosotros y Su verdadera naturaleza.

En algunas ocasiones, puede recibir inspiración para predecir el futuro en beneficio de la humanidad. 

Ellos, al igual que los apóstoles, son escogidos personalmente por Dios. No por los hombres. 

¿Por qué no se cree en ellos?

crucifixión

Después de la crucifixión de Cristo y la muerte de Sus apóstoles, Sus enseñanzas, al no haber una guía, se fueron dañando. Imagen: Clipart Library

Después de la muerte de Cristo y Sus apóstoles, ocurrió lo que se conoce como la Gran Apostasía, un evento donde la doctrina de Cristo, es decir, sus enseñanzas, se perdieron parcialmente.

Mateo predijo que se levantarían falsos Cristos y falsos profetas (Mateo 24:24), y así fue. Pedro profetizó que habría falsos maestros y profetas entre el pueblo (2 Pedro 2:1), y así fue. Juan mencionó que hubieron hombres que dijeron ser apóstoles, y no lo eran (Apocalipsis 2:2).

Finalmente, cuando la Iglesia fue corrompida y la doctrina de Cristo también, la remanencia de Sus enseñanzas evolucionaron y se adaptaron a la época. 

espejo quebrado

Al igual que un espejo quebrado, el evangelio fue fragmentado y perdido, repartiéndose pequeñas verdades en todo el mundo, pero ninguna estaba completa. Imagen: Canva

La Iglesia dejó de ser una entidad celestial y terrenal, y se convirtió en una institución terrenal dirigida por los hombres. Los apóstoles fueron reemplazados por obispos, y el profeta fue reemplazado por otra denominación. 

Con el pasar de los siglos, poco a poco la presencia y la idea de una comunicación directa con Dios mediante Sus siervos fue desapareciendo.

Las autoridades generales de la iglesia comenzaron a ser escogidos por designación humana y por voto mayoritario, a diferencia de cómo se realizaba cuando Cristo estaba presente y Sus apóstoles dirigían la Iglesia. 

Un gran cambio

Actualmente, tenemos profetas y apóstoles llamados por el Señor. Imagen: La Iglesia de Jesucristo

Durante más de un milenio y medio, esta creencia desapareció. No fue hasta la reforma protestante en el siglo XVI que se buscó regresar al cristianismo puro o antiguo. Sin embargo, la creencia de una comunicación directa con Dios ya no estaba presente. 

Parecía más un cuento de hadas que una realidad milagrosa y representante del amor puro de nuestro Padre Celestial. Fue gracias a la Restauración del Evangelio de Jesucristo que aquella doctrina regresó a su forma pura y original. 

Se llamó a un profeta, a doce apóstoles y se organizó la Iglesia de Jesucristo nuevamente aquí en la Tierra. 

Estatua del Cristo resucitado

Cristo continúa revelando Sus secretos a Sus siervos los profetas. Imagen: La Iglesia de Jesucristo

Moisés dividió el mar en 2, Elías fue llevado al cielo en un carro de fuego, Naamán fue curado de lepra, Daniel fue liberado de los leones, Jesucristo revivió a Lázaro y Él resucitó al tercer día. 

Los milagros no han cesado, y mucho menos la palabra de Dios aquí en la Tierra. Jesucristo continúa revelando más cosas día tras día. 

Aún tenemos profetas y apóstoles, y están en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. 

*Imagen de portada: “Moses Parting the Red Sea” por Robert T. Barrett

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