Una frase que transformó mi matrimonio

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En un momento de mi matrimonio cuando todo parecía estar colisionando – las diferencias familiares, la presión del trabajo, los asuntos financieros estresantes, los horarios agitados y los problemas de salud – me encontraba poniendo los ojos en blanco, quejándome o hablándole ásperamente a mi esposo muy a menudo. Me sentía muy estresada, permanecía en mi máximo límite de estrés y cualquier inclinación de la balanza enviaba todo derrumbándose sobre ambos.

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Mientras estaba aterrada observando cómo el estrés transformaba mi actitud normalmente tranquila y positiva. Por otro lado, mi esposo tenía que lidiar con lo peor de mi negatividad y quejas. Y, eso solo añadió culpa a mi fuente de emociones de enojo.

En una de las ocasiones en que necesitaba más a mi esposo, descubrí que nos estábamos volviendo un poco más distantes mental y emocionalmente. Ambos actuábamos diferente a nosotros mismos y las bromas, las risas y la espontaneidad tomaron un segundo plano para sobrevivir.

No fue un cambio drástico. Ambos todavía nos amábamos. Ambos todavía disfrutábamos nuestras vidas y matrimonio. Pero, esta aspereza en todo me seguía incomodando. Además, cualquier disgusto, platos sucios  y olvidados o diferencias respecto a la forma en que pensaba que nuestro matrimonio debía funcionar, me irritaba.

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Hasta que comencé un pequeño experimento y descubrí una frase que transformó mi matrimonio. Comencé a jugar un pequeño juego conmigo misma y cada vez que empezaba a sentirme perturbada o frustrada con mi esposo, me decía a mí misma una cosa que apreciaba de él. Al principio, era difícil y no siempre tenía éxito, pero pronto obtuve el hábito de concentrarme en todo lo bueno que mi esposo traía a mi vida, no solo en los platos y ropa sucios de más.

No obstante, rápidamente sentía que el experimento no tenía suficiente éxito. Necesitaba decirle a mi esposo las razones por las que lo amaba y escogí amarlo cada día. En ese momento fue cuando me topé con la frase que cambió todo para mí: “¿Sabes uno de los motivos por los que te amo? Es porque…” y sus variedades infinitas. Mi esposo no es la persona más sentimental del planeta, otro motivo por el que lo amo, así que me preocupaba su reacción a mi nuevo hábito. Sin embargo, asombrosamente, esta frase nunca se sintió extraña o forzada.

A lo largo de los días y las semanas, comencé a reflexionar en los buenos recuerdos, observar los actos abnegados y reconocer las cualidades que antes no vi en mi esposo. Ya fuera una pequeña peculiaridad que me hiciera sonreír o algo espiritual y profundo. Recientemente, reconocí estas características conscientemente y mi esposo entendió por qué lo amo – día tras día, en los días buenos y los días malos, cuando reímos e incluso, cuando lloramos juntos.

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Con un entendimiento más profundo de esta persona extraordinaria con la que me casé e incluso, un mejor entendimiento de todo lo que probablemente no noté o extrañé diariamente, las pequeñas molestias de vivir con otra persona no me incomodan. Las expectativas sobre quienes deberíamos ser o como debería ser nuestro matrimonio ya no se registran. En lugar de las expectativas, me encuentro centrada en los momentos, aferrándome a los instantes simples e inesperados que hacen de nuestro matrimonio una aventura.

Desde una gran perspectiva, nada ha cambiado en nuestro matrimonio. Todavía hay diferencias, presión, asuntos financieros, etc; sin embargo, desde mi perspectiva, todo ha cambiado. Durante meses me esforcé conscientemente por usar esta frase todos los días, pero ahora me concentro en compartir todo lo bueno cada vez que pasa por mi mente. Y, tengo que decir, hay muchas cosas buenas. Mi esposo es increíble, mi matrimonio es increíble, desafiante, divertido, maravilloso e imprevisto. Ahora, solo me siento feliz de tener la perspectiva para reconocerlo y la belleza de cada momento mientras dure.

Artículo originalmente escrito por Danielle B. Wagner y publicado en ldsliving.com con el título “One Phrase That Transformed My Marriage.”

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