Conozcan a Ben, un joven de 15 años.
- Ben tiene cabello largo.
- Ben escucha música extremadamente inapropiada.
- Ben es rebelde, resentido y no tiene respeto por la autoridad.
- Ben fuma marihuana y habla un vocabulario que nos dejaría con las cejas arriba cada vez que lo escuchamos.
Quizá todo eso sea verdad. Tal vez este amigo mío de la Iglesia – un adolescente – sea todas esas cosas. O, tal vez sólo tenga el cabello largo.
Tenemos que confesarlo – la mayoría de nosotros hemos hecho juicios rápidos sobre personas que no se ajustan a nuestra imagen mental de un discípulo moderno de Cristo. Con demasiada frecuencia queremos Cabello corto, camisas blancas y maquillaje ligero.
Hace años oí que alguien le preguntaba a una nueva investigadora por qué se había puesto un pantalón deportivo para la Reunión Sacramental del Domingo. (Sé de primera mano que en ese momento, aquel pantalón era la mejor opción que tenía).
Otro miembro se quejó de que alguien vino a la iglesia con tatuajes expuestos.
Oh, ¡el horror!
Otro miembro se preocupó en voz alta por un joven con un arete en la oreja ( Necesitamos dejar de juzgar a los miembros por no se lo suficiente “Santos de los Últimos Días.
Volvamos con Ben. Mi joven melenudo amigo sabe que las opiniones pueden pegar y herir como golpes rápidos. Él escuchó los susurros, vio las miradas y sintió el juicio de los demás.
Irónico, ¿cierto?, ¿Cristianos juzgando a otros Cristianos por no ser lo suficientemente Cristianos?
Tal vez Ben y todos los Cristianos de cabello largo, con tatuajes y sudaderas necesitan una camiseta que diga: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que el hombre mira, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7)
¿Qué veríamos si miráramos el corazón de Ben?, ¿Qué encontraríamos si no dejáramos que nuestros ojos se enredaran en su cabello?
Ben es más parecido a Cristo que la mayoría de la gente que conozco. Es considerado, de voz suave, es respetuoso y de buen corazón. Él es talentoso, consciente de sí mismo e indulgente. Tiene una larga lista de cualidades de liderazgo y posee ese tipo de personalidad cálida que te hace querer estar cerca de él.
Ben no es perfecto, por supuesto y tiene momentos de adolescente como cualquier otro chico, pero comienza todos los días deseando ser un poco mejor que el día anterior. Él quiere ser aún más amable, más paciente y más dispuesto a servir. Él está trabajando para convertirse en un mejor hijo, hermano y amigo.
Umm, ¿acaso no es esa la definición de discípulo de Cristo?
Mi querido amigo sabe que llegará el día para afeitarse y cortarse el cabello. De hecho, planea donar su cabello a Locks of Love, una conocida organización sin fines de lucro que ofrece pelucas a los pacientes que luchan contra el cáncer y otras enfermedades. Suena como algo que Cristo haría, ¿verdad?
Mientras tanto, él y todos los que no encajan perfectamente en nuestra definición actual de Cristianismo saben que el cabello largo y la barba no lo descalifican del discipulado más que los pantalones para correr o la tinta en los brazos.
Conozcan a Ben.
Es un adolescente que sabe que no está definido por su cabello, sino por su corazón.
Hay muchas probabilidades de que tú también conoscas a un Ben.
Este artículo fue escrito originalmente por Jason F. Wright y fue publicado por ldsliving.com, con el título: “We Need to Stop Judging Other Mormons for Not Being “Mormon” Enough”